miércoles, 5 de diciembre de 2018

La práctica deliberada en psicoterapia


Las personas que acostumbran a leer este blog estarán al tanto de mi interés por el desarrollo profesional, el estudio de los factores comunes a las diferentes psicoterapias y la influencia de estos en los resultados. No en vano, mucho de lo aquí escrito está relacionado con esas cosas. Por lo tanto, no les extrañará que, junto con otros compañeros, psicólogos clínicos y apasionados de la materia, haya participado en la elaboración y redacción de un artículo que verá la luz en el próximo número de Papeles del Psicólogo y del que ya se puede leer su versión “en prensa” pinchando en aquí: Pericia, efectos del terapeuta y práctica deliberada: el ciclo de la excelencia.

En este trabajo presentamos, de forma muy sintetizada, información muy reciente e importante sobre cuestiones relacionadas con la efectividad de la terapia psicológica y la formación continua de los profesionales. Aunque con mucha humildad, creo que este artículo tiene mucho que aportar, al menos por tres motivos de peso: primero, presenta temas que apenas han sido desarrollados en español, a pesar de su gran importancia para el campo de la psicoterapia; segundo, la información aportada es muy reciente y, por lo tanto, novedosa, como muestran las abundantes referencias mencionadas en el texto: hemos hecho una revisión bastante exhaustiva de la materia (¡y he aprendido muchísimo!); por último, trata de aplicar todo el conocimiento analizado a la formación, aprendizaje y desarrollo profesional tanto de psicólogos clínicos como de PIRes.

Como aquí ya he hablado de la pericia clínica y los efectos del terapeuta (con especial interés en algunos de ellos como es el caso de la duda profesional o la alianza terapéutica), factores que se tratan en la primera mitad del artículo, la entrada de hoy se centrará en la parte de la práctica deliberada.

El psicólogo Anders Ericcson es probablemente la persona que más ha estudiado a los expertos: aquellas personas que destacan en diferentes disciplinas. Y lo lleva haciendo desde hace bastante tiempo. De hecho, el término práctica deliberada lo acuñó en un artículo de 1993. Y aunque la única obra suya que tenemos traducida al español puede darnos mala espina debido a su título (“Número Uno: secretos para ser el mejor en lo que nos propongamos”), lo cierto es que ha escrito varios artículos y libros imprescindibles sobre pericia (“expertise”), incluido el Manual de Cambridge de Pericia y Ejecución Experta (si se me permite la traducción del título original en inglés).

Como decía, Ericcson se dedicó a estudiar a expertos en diferentes materias, tales como música, ajedrez o deportes, tratando de desentrañar qué es lo que les hacía ser mejores que sus compañeros o competidores. Y al contrario de lo que se suele pensar, no es la mera experiencia lo que nos hace mejorar nuestro desempeño profesional. Tampoco es una cuestión de talento innato. Lo que halló este psicólogo es que el factor clave para convertirse en experto es lo que llamó práctica deliberada. Ésta implica experiencia, mucha; es una condición necesaria, pero no suficiente. La clave estriba en dedicar tiempo a ensayar y perfeccionar habilidades fundamentales asociadas a un desempeño superior, siempre y cuando se haga de acuerdo a una serie de pautas. Por un lado, es necesario disponer de una persona que se encargue de revisar cómo hacemos las cosas, para que posteriormente pueda ayudarnos a mejorar. Para lograr esto último, nuestro “entrenador” se encargará de ponernos metas a alcanzar, de forma progresiva y dentro de nuestras capacidades, que nos obliguen a ir un más allá del nivel en el que nos encontramos. Estas metas desafiantes irán acompañadas de indicaciones concretas de cómo practicar para poder alcanzarlas. Así que lo que le queda al alumno es dedicar un gran tiempo a practicar repetidamente las mismas habilidades, de manera que las vaya haciendo cada vez mejor. Para asegurarse que esto es así, su entrenador revisará periódicamente la ejecución de su pupilo, proporcionando de nuevo feedback y continuando con este ciclo a lo largo de toda su carrera profesional.

Se trata de una rutina que no tiene fin: uno no alcanza un nivel de experto en el que se mantiene automáticamente, si no que necesita seguir practicando para continuar destacando en su oficio. Por lo tanto, ser bueno en lo que uno hace requiere tiempo y mucho esfuerzo.

En los últimos años la práctica deliberada ha comenzado a captar el interés de algunos profesionales de la psicoterapia. Aunque ya se mencionó en algún artículo de hace más de 10 años, no ha sido hasta fechas recientes cuando se ha comenzado a extender el uso del término y a estudiar su relevancia aplicada al ámbito de la psicología clínica. En artículo que hemos publicado esto se explica con más detalle e incluso incluimos algunas sugerencias que pueden dar pistas acerca de cómo aplicar los principios de la práctica deliberada al desarrollo profesional de cada uno de nosotros.

Uno de los autores que más ha escrito sobre esta materia es Tony Rousmaniere, que ha publicado un libro monográfico (y pronto verá la luz otro más), participado en la edición de otra obra importante y que está llevando a cabo algunos seminarios y talleres en diferentes puntos de la geografía. Hace poco inauguró una página web dedicada específicamente a la práctica deliberada en psicoterapia. En el siguiente vídeo se puede ver uno de sus seminarios al completo:


La lógica de la práctica deliberada tiene mucho sentido: practicar, recibir feedback, plantearse desafíos progresivos, dedicar tiempo a tu propia formación, mantenerte actualizado, monitorizar tus resultados… Nos suena familiar. Sin embargo, ¿en qué medida lo hacemos? No parece una tarea fácil y existen algunos obstáculos a la hora de llevarla a cabo, tal y como mencionamos también en nuestro trabajo.

Cuando leo sobre práctica deliberada, con frecuencia se me viene a la mente una gran película, Whiplash, en la que un joven músico se esfuerza hasta límites insospechados por mejorar su desempeño, tal y como se muestra en la siguiente escena:


En otra parte de la película podemos contemplar un momento muy duro en el que la persona a la que consideraríamos entrenador o mentor en la práctica deliberada da feedback a su pupilo y sugerencias para mejorar… aunque no de la forma más deseable:

¿Es la práctica deliberada la nueva promesa que contribuirá a desarrollar métodos de formación continuada más eficaces? ¿Se puede aplicar este tipo de enfoque a la psicoterapia, un campo con gran dosis de incertidumbre, ambigüedad y que siempre nos enfrenta a momentos únicos e irrepetibles, persona a persona y momento a momento? ¿Se convertirá a una nueva marca registrada que llevará a la venta de libros, cursos de formación y demás intereses económicos? El tiempo nos lo dirá. Lo cierto es que, se llamen como se llamen, los métodos de práctica de los especialistas están cobrando cada vez más importancia a la hora de mejorar los resultados de la psicoterapia, dejando atrás antiguos mitos como el de la necesidad de pasar por terapia personal para ser un buen clínico.

De momento podemos afirmar que está sirviendo para explorar nuevas vías que permitan que los clínicos mejoremos en nuestro trabajo, desviando la atención de protocolos y marcas de tratamiento, devolviéndonos un poco de humildad y animándonos a seguir esforzándonos por encontrar la mejor versión de nosotros mismos.

Espero que disfrutéis la lectura del artículo.

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