Desde
el otro lado del Atlántico nos llegan novedades muy interesantes en
cuanto al estudio de las variables de proceso en psicoterapia. Hoy
toca actualizar lo dicho en este blog en otras ocasiones acerca de factores comunes.
Pero
antes de ello, una pequeña novedad con respecto al blog. A petición
de un lector, he añadido una opción para subscribirse, de manera
que cada vez que publique una entrada se pueda recibir una
notificación por e-mail. Si a alguien más le interesa, la opción
aparece en la parte superior derecha de esta página.
El
año que viene va a publicarse en Estados Unidos la tercera edición
de la imprescindible obra editada por John Norcross y dedica a las
relaciones terapéuticas basadas en la evidencia. Y parece que se
avecinan cambios. El libro va a constar de dos volúmenes (hasta
ahora solo se editaba un volumen único; además, ahora la edición se realizan conjuntamente con Michael Lambert), uno dedicado a las
contribuciones del terapeuta (las características que diferencian a
los mejores profesionales del resto y de las que ya hablé también
hace tiempo por aquí) y otra que ya no se refiere tanto a
“relaciones”, si no a responsiveness.
No logro encontrar una palabra en español que capte el significado
tiene este término, pero podríamos decir que tiene que ver con
realizar intervenciones, actos terapéuticos, que respondan
(se adapten) a determinadas características de la persona, en un
determinando momento y en condiciones específicas. Es decir, saber
qué hacer, cómo, cuándo y para qué con una persona determinada de
manera que aumentemos lo máximo posible la efectividad de la terapia.
En inglés, se ha usado como
sinónimo “treatment adaptation”.
Otros términos afines, más recomendables a la hora discutirlo con
los pacientes/clientes/consultantes son individualizar
o personalizar el
tratamiento.
“Sea
cual sea el nombre que le demos, el objetivo es potenciar la
efectividad del tratamiento ajustándolo a la medida de cada persona
y su situación particular (…) sintonizando la psicoterapia con
las particularidades de cada individuo de
acuerdo a las generalidades de los hallazgos de
la investigación”.
Al
igual que en ediciones anteriores, de cada capítulo del libro se
realiza un artículo que es publicado en las revistas más
importantes a nivel internacional sobre psicología clínica y
psicoterapia. Ya tenemos disponibles unos cuantos de ellos, tanto en
Psychotherapy como en
Journal of Clinical Psychology.
Por ejemplo, en la primera de estas revistas podemos leer nuevos
estudios que siguen confirmando la importancia crucial que tiene la
alianza terapéutica tanto en psicoterapia individual como en el
tratamiento de parejas y en terapia familiar.
En
un artículo sublime, Norcross y Bruce Wampold realizan una
introducción al número especial del Journal of Psychology
en el que explican el proceso de
desarrollo de los estudios incluidos en la revista (en su mayoría
rigurosos meta-análisis) y las principales conclusiones. De verdad,
si eres psicóloga/o, te animo a leerlo porque merece mucho la pena.
Un
grupo de trabajo formado por expertos en la materia se ha dedicado
a tratar de “identificar elementos eficaces de la relación
terapéutica y a determinar métodos eficaces de adaptar o diseñar a
medida la terapia al paciente individual en base a sus
características transdiagnósticas”.
Frente al interés en diseñar tratamientos que se seleccionen
exclusivamente en función de un diagnóstico, aquí se propone tener
en cuenta otras características de la persona más relevantes a la
hora de abordar sus problemas. Lo cierto en es que un mismo protocolo
de tratamiento no sirve para todo el mundo (por muy eficaz que haya
demostrado ser) y que, tal y como demuestran resultados de este
trabajo, es más beneficioso considerar otras características a la
hora de realizar una terapia psicológica. La meta es descubrir qué
es lo que funciona
para cada persona.
En
la siguiente tabla, traducida y adaptada por mi basándome en el artículo
original, se mencionan las características transdiagnósticas
estudiadas, métodos para adaptar las intervenciones y el nivel de
eficacia demostrado hasta la fecha. Esta tabla actualiza aquella otra que publicamos a principios de este año.
Los
autores incluyen recomendaciones generales y otras
dirigidas a ámbitos específicos (práctica clínica, formación,
investigación), además de una serie de conclusiones que
vienen a reforzar lo señalado anteriormente y que tienen que ver con
el título del artículo: “una terapia nueva para cada
paciente”.
“Adaptar la
terapia a la persona en toda su extensión
mejora el éxito y disminuye el número de abandonos; la potencia al
adaptar el tratamiento supera a la asociado al paradigma Método de
Tratamiento A para el Trastorno Z; esto no representa un saber o
creencia popular, si no un hecho establecido (…) La pregunta que se
hacen los profesionales que ejercen ya no es ‘¿cuál es mi orientación
teórica?’, si no ‘¿qué relación, adaptación y enfoque mostrará ser más efectivo con este cliente en particular?’”.
En
mi anterior entrada del blog hablé precisamente (y por pura
casualidad) de un artículo equivalente a este mismo que hoy estoy
comentado, publicado hace 7 años por los mismos autores en
referencia a la segunda edición del libro editado por Norcross. Este
año vuelven a referirse a actitudes de los profesionales que pueden
ser perjudiciales para la terapia. Además de los ya comentados hace
unas semanas, han añadido la arrogancia
cultural y la flexibilidad
sin fidelidad. El
segundo factor tiene que ver con el difícil equilibrio que los
clínicos debemos encontrar entre adaptarnos a las necesidades y
preferencias de cada persona y, al mismo tiempo, ser fiel a lo que ha
demostrado funcionar.
En
definitiva, la idea clave queda elegantemente resumida en una frase
localizada hacia el final del artículo: la relación
terapéutica (además del método de tratamiento) es crucial
para los resultados, puede mejorarse mediante determinadas acciones
llevadas a cabo por la terapeuta y puede diseñarse como un traje a
medida para cada persona de forma eficaz.
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