En
el año 2015, la revista “Clinical Psychology and Psychotherapy”
publicó un artículo de investigación muy interesante, relacionado
con un tema al que ya se ha hecho mención en alguna ocasión en este blog, el de los “efectos del terapeuta”
(recordemos: aquella parte de los resultados de la psicoterapia que
se debían exclusivamente a la persona del psicoterapeuta). Es un
ámbito que está despertando el interés de los investigadores más
importantes y del que todavía queda mucho por hablar. Por ejemplo,
recientemente la Asociación Americana de Psicología ha publicado un
libro titulado “How and Why Are Some Therapists Better Than Others?: Understanding Therapist Effects (¿De qué manera y por
qué algunos terapeutas son mejores que otros?: comprendiendo los
efectos del terapeuta)”,
editado por Louis Castonguay y Clara Hill, de lectura obligada para
todo psicólogo clínico.
El
artículo que mencionaba está firmado por un grupo de autores
procedentes de Noruega y encabezados por Helene Nissen-Lie, que forma
parte del departamento de Psicología de la Universidad de Oslo. El
título del trabajo no puede ser más evocador: “Love
yourself as a person, doubt yourself as a therapist? (¿Quiérete
como persona, duda de ti como terapeuta?)”.
Nissen-Lie y sus colaboradores describen un estudio en el que se
investigó la relación que puede tener con los resultados de la
psicoterapia una de las características propuestas como un factor
asociado a los efectos del terapeuta: la auto-duda personal (personal
self-doubt, PSD
en adelante).
Simplificando
y resumiéndolo en un titular podríamos decir algo así como que los
psicoterapeutas que dudan más acerca de su desempeño profesional,
obtienen mejores resultados. O
dicho de otro modo: los pacientes/clientes atendidos por aquellos
profesionales que se cuestionan más a menudo si están siendo
eficaces ayudándoles, mejoran más que aquellos cuyos terapeutas no
se llegan a cuestionar lo “bien” o “mal” que lo están
haciendo. Esta conclusión, sin embargo, no es así de sencilla y
necesita ser matizada.
El
equipo de Nissen-Lie parte de la hipótesis de que los efectos del
terapeuta tienen que ver con algún tipo de interacción entre
ciertas características profesionales y personales del profesional.
El concepto de PSD surge de trabajos previos y tiene que ver con
“auto cuestionarse acerca de la propia eficacia a la hora
de tratar pacientes”; incluye
aspectos como los siguientes:
-
No tener confianza en ser capaz de tener un efecto beneficioso sobre un paciente
-
No está seguro de cómo tratar de forma efectiva con un paciente
-
Estar angustiado por la impotencia de no poder influir en alguna situación vital trágica del paciente
-
Preocupación por la posibilidad de que las circunstancias de la vida privada del profesional afecten a su trabajo
-
Sentirse en peligro de perder el control de la situación terapéutica
-
Temer estar provocando más daño que beneficio al tratar a un paciente
-
Desmoralizarse por la incapacidad de encontrar una forma de ayudar
-
Incapacidad de generar suficiente impulso
-
Incapacidad para comprender la esencia de los problemas del cliente
Todas
estas características conforman los ítems que fueron evaluados para
cuantificar la PSD en el grupo de profesionales que participaron en
el estudio. Los propios clínicos eran quienes manifestaban con qué
frecuencia tenían todos estos sentimientos. Además de la PSD, se
evaluó el sentido del self de los terapeutas, la primera parte del
título del artículo: de qué manera se trataban a si mismo como
personas.
Por
último, otro aspecto relevante a tener en cuenta fue el tipo de
estrategias de afrontamiento que utilizaban los clínicos cuando se
encontraban con dificultades en su trabajo con pacientes. Se
describieron dos tipos de afrontamiento: constructivo y no
constructivo.
El
afrontamiento constructivo se caracteriza por:
-
Tratar de ver el problema desde una perspectiva diferente
-
Compartir tu experiencia o dificultad
-
Discutir el problema con otro colega de profesión
-
Consultar artículos relevantes
-
Involucrar a otro profesional
-
Revisar en privado con uno mismo cómo surgió el problema
-
Darte permiso para experimentar dificultades o sentimientos incómodos
-
Ver si puedes resolver la dificultad junto con el cliente
-
Consultar el caso con otro profesional más experimentado
-
Acudir a una conferencia
El
afrontamiento no constructivo consiste en:
-
Simplemente esperar a que las cosas mejoren en algún momento
-
Criticar a un cliente por causarte un problema
-
Considerar seriamente terminar la terapia
-
Evitar afrontar el problema
-
Mostrar tu frustración
-
Posponer el trabajo de terapia
-
Salirse del rol de terapeuta para tomar acciones en nombre del cliente
-
Hacer cambios en el contrato terapéutico de un paciente
Los
resultados obtenidos fueron bastante claros: los terapeutas con mayor
niveles de PSD y que, al mismo tiempo, tenían un sentido del self
positivo (se trataban a si mismos de forma amable, por decirlo así), eran los que
lograban mayores beneficios para los pacientes. Que un profesional
tuviera dudas sobre su eficacia, por si mismo, no era suficiente para
que los resultados fueran mejores; es necesario (o al menos así se
halló en este trabajo) que, además, se “quisiera” como persona.
A la vez, un afrontamiento constructivo de las dificultades se asoció
a mejores resultados (en este caso, independientemente del sentido
positivo o negativo del terapeuta como persona).
En
resumidas cuentas, dudar acerca de la eficacia en psicoterapia es
algo, no solo humano y frecuente, si no incluso deseable.
Confiarse en exceso en lo “bien” que lo está haciendo uno puede
ser perjudicial para los pacientes tratados, más aún si tenemos en
cuenta que somos muy poco precisos a la hora de valorar
subjetivamente nuestro nivel de eficacia, como ya se ha demostrado en
algún estudio (existe un sesgo a pensar que somos mucho mejores de
lo que realmente somos). La auto-imagen personal y el trato hacia uno
mismo, de forma global y no solo en relación con el trabajo, son
también importantes y conviene, por tanto, cuidarlas.
Muchas
veces a los profesionales de la salud mental nos cuesta admitir
nuestras dificultades e inseguridades. Quizás no se hable lo
suficiente de ello, de manera que se crea una especie de mito que
dice que una vez tienes tu titulación ya debes saber siempre qué
hacer, y además hacerlo de la mejor manera. Esto puede llevar a
actitudes defensivas, muy relacionadas con las características del
afrontamiento no constructivo del que nos hablan Nissen-Lie y su
equipo. Es importante que estas cuestiones se hagan explícitas
durante la formación (y más allá) de los profesionales de la
psicología clínica (y de otras especialidades, por supuesto). Para poner en marcha estrategias de
afrontamiento activo y aumentar la probabilidad de que la ayuda
ofrecida sea más eficaz es necesario que primero se de el
reconocimiento de que existen dificultades y problemas.
El
artículo original (en inglés) se puede encontrar pinchando en el
siguiente enlace: Love Yourself as a Person, Doubt Yourself as a Therapist? Helene A. Nissen-Lie, Michael Helge Rønnestad, Per A. Høglend, Odd E. Havik, Ole Andrè Solbakken, Tore C. Stiles y Jon T.Monsen.
Me alegra sobremanera que se aborde este aspecto. Ayuda a reconciliarse con uno mismo. Hace tiempo que practico el"pesimismo benévolo", estar preparado para lo peor, por ambos lados del espejo terapéutico, para estar presto a ajustarse a los avatares.
ResponderEliminarAndrés Cabero
El problema con el mundo es que la gente inteligente está llena de dudas, mientras que los estúpidos están llenos de confianza!!!
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