lunes, 11 de julio de 2016

¿Se puede hacer psicoterapia en la sanidad pública?

Empecemos de forma clara y concreta: la respuesta es SI. Que no se sorprenda el lector, el que escribe trabaja en el ámbito privado pero es un firme defensor de la sanidad pública. Como residente, pude conocer a fondo el sistema desde dentro, así como a un buen número de profesionales que lo integran. Y, en contra de lo que a veces se dice o se piensa, la calidad y el trabajo de la gran mayoría de estas personas está fuera de toda duda, bajo mi punto de vista. Los psicólogos clínicos de la sanidad pública está altamente formados y bien capacitados para ejercer sus funciones. Por supuesto, siempre hay excepciones, pero en el cómputo global diría que sale ganando el buen hacer.

Hace un par de semanas, junto con otra psicóloga clínica y amiga, dimos un seminario introductorio de psicoterapia a los nuevos residentes de salud mental (psicólogas, psiquiatras y enfermeras) y comenzamos hablando, precisamente, sobre el estado de la terapia psicológica en los servicios públicos. Para ello utilizamos una serie de mitos, creencias que podemos tener, cosas que nos pueden haber contado o que los residentes van a escuchar a lo largo de su formación, y algunos de los cuales reproduzco aquí de nuevo.



Mito 1: La psicoterapia no es eficaz (y, por tanto, no debe ser una prestación pública).

La psicoterapia está incluida en la cartera de servicios de la sanidad y su eficacia está más que probada, como ya expliqué en otra entrada.

Mito 2: No se puede hacer una psicoterapia en condiciones en los servicios públicos.

En este caso, más que un mito, podría tratarse de una verdad a medias. En los centros de salud mental, así como en otros dispositivos, el mayor problema radica en la falta de personal y en la excesiva demanda, lo que provoca que las agendas de las psicólogas clínicas estén llenas y el tiempo que puede pasar entre consulta y consulta para una misma persona sea mayor del aconsejable. Además, muchas veces el tiempo disponible para cada sesión es insuficiente. Hay casos que requieren una atención más frecuente y que no se benefician de estas circunstancias. Ahora bien, también tenemos buenas noticias. En muchas ocasiones se pueden obtener buenos resultados, a pesar de lo espaciado de las sesiones. Aquí pueden jugar un papel importante los residentes. Un PIR tiene la posibilidad de ver con más frecuencia a sus consultantes y en sesiones de mayor duración. Quizás alguna persona pueda pensar que una persona en formación no va a poder ayudarle tanto como un especialista con años de experiencia. Nada más lejos de la realidad. Hay investigaciones que indican que los años de experiencia o las horas de cursos no correlacionan con los resultados de la terapia. Es decir, que no por llevar más años trabajando o tener más horas de formación una persona es mejor terapeuta. Las residentes suelen empezar con mucha motivación y esforzarse mucho con cada caso, además de contar siempre con la supervisión de su tutor o tutora.

Las gerencias y direcciones de las administraciones tienen en su mano organizar los servicios de tal manera que las intervenciones basadas en la psicoterapia se puedan desarrollar de manera eficaz y eficiente. Por ejemplo, en algún hospital se han creado unidades específicas de psicoterapia. En el Servicio de Salud del Principado de Asturias (SESPA) se llevó hace unos pocos años una investigación sobre psicoterapia breve en centros de salud mental, con muy buenos resultados. Pueden verse los artículos publicados sobre este estudio aquí: parte I y parte II.

Mito 3: Hace falta un elevado número de consultas para que se observen mejorías.

La implicación de esta creencia es el gasto que supondría para el sistema público. Los datos demuestran que cada vez se obtienen mejores resultados con un número bastante reducido de sesiones. En el estudio anteriormente mencionado, Fernández y sus colaboradores encontraron que con 8 o menos sesiones habían mejorado el 50% de las personas. Según Kadera, Lambert y Andrews, entre el 30% y el 40% de las pacientes muestran cambios significativos en las tres primeras sesiones y el 50-60% mejora de forma importante entre la 4ª y 7ª sesión.

Mito 4: La gente busca una solución “fácil” y no quiere implicarse en su proceso de cambio.

Puesto que la eficacia de la psicoterapia reside, sobre todo, en los factores asociados con el consultante, es esperable que si este no hace esfuerzos por cambiar la terapia no obtenga buenos resultados. Por lo tanto, la psicoterapia no sería rentable para el sistema público. Sin embargo, la gente se implica más de lo que pensamos. En otro estudio realizado en el SESPA, sobre el análisis de la demanda, una de las preguntas que hacíamos a cada persona antes de acudir a la primera cita era hasta qué punto creía que el resultado de la terapia tenía que ver con lo que ella hiciera (locus decontrol interno). La inmensa mayoría dio la puntuación máxima (estaban totalmente convencidos de que su papel era imprescindible). La gente si está dispuesta a trabajar y a cambiar su situación. Los artículos sobre la investigación está aquí (I) y aquí (II).

Mito 5: Los profesionales de la pública están mal formados y desmotivados.

Como decía al principio, solo tengo palabras de elogio para la mayoría de psicólogos clínicos que conozco y que trabajan en la sanidad pública. Como ya expliqué en otro lugar, para trabajar como psicólogo en los servicios de salud mental es imprescindible tener la especialidad en psicología clínica, lo que garantiza haber hecho la formación PIR durante cuatro años. Hoy por hoy, es la mejor formación en psicología clínica que existe en España. Es mejorable, sin duda, pero también es excelente. Además, generalmente los psicólogos clínicos seguimos formándonos continuamente, ya sea con másteres, cursos, doctorado... En el ámbito privado, por desgracia, aunque la ley sanitaria es la misma, no existe un control tan estricto, lo que lleva a que muchas personas estén asumiendo competencias para las que no están preparados correctamente, con el riesgo que eso supone para la salud de la población: licenciadas o graduados en psicología sin la especialidad o el máster en psicología general sanitaria, coaches sin titulación sanitaria, autodenominadas “psicoterapeutas” sin un título oficial, etc.


La psicología clínica ofrecida en los servicios de salud mental de las administraciones autonómicas es un valor de excelente calidad. Sin embargo, quedan muchos aspectos por mejorar, como la dotación de profesionales, la discriminación que se observa (en algunos lugares) con respecto a la psicoterapia en beneficio de la psicofarmarcología, la falta de coordinación con otras especialidades (y dentro de la propia especialidad) y algunas otras cuestiones. Mientras no se solucionen estos problemas, seguiremos intentando desmontar estos y otros mitos que oscurecen la verdadera naturaleza de nuestra especialidad.

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