Hace
aproximadamente 7 años, cuando supe que había sacado plaza en el
PIR, me decidí a explorar diferentes orientaciones teóricas dentro
de la psicoterapia. Para ello me puse a leer libros de autores tan
diferentes como Adler, Beck, Skinner o Mara Selvini. Quería tener
una visión amplia, abrirme al conocimiento de diferentes expertos en
la materia, independientemente de la etiqueta con la que ellos mismos
(u otros) categorizasen su planteamiento. Si mal no recuerdo, fue
precisamente leyendo a Selvini y su equipo (conocidos como “el
grupo de Milán"), en su obra clásica “Paradoja y contraparadoja”,
cuando llegué a una especie de satori que
se convirtió en el inicio de mi interés por la terapia sistémica.
Así que después de haber leído obras del psicoanálisis,
conductistas y cognitivas, me parecía que había encontrado la
orientación más afín a mi comprensión de la psicología clínica.
Tuve
la fortuna de que todavía vivía en A Coruña y que en la biblioteca
municipal existe un fondo de psicoterapia bastante amplio e
interesante: libros fundamentales de los años 50, 60, 70…
Aproveché la circunstancia y seguí indagando en el enfoque
sistémico. De esta manera fui a dar con “Claves para la solución
en terapia breve”, de Steve de Shazer, un profesional del que
apenas había estudiado unas breves líneas durante la preparación
del examen de acceso al PIR. Aquel libro me produjo una gran
excitación: estaba descubriendo la psicoterapia centrada en
soluciones. Me parecía el “no va más”, la simplificación de
prácticamente cualquier problema psicológico, de forma que se
convirtiera en fácilmente resoluble. Con los años, el aprendizaje y
la experiencia me he ido dado cuenta de que la realidad nunca es tan
sencilla como se dibuja en los libros y manuales de psicoterapia.
Pero en aquel entonces sentía (porque así lo había leído) que
entrenándome en aquello podría dar solución a todos los problemas
que me encontrara en consulta.
Por
pura coincidencia, durante la residencia, el primer libro que me
prestó un adjunto para leer iba en la línea de la psicoterapia
centrada en soluciones. Se trataba de otro clásico: “En busca de
soluciones”, de Hudson
O’Hanlon y Weiner-Davis. Me
hice también con “24 Ideas para una psicoterapia breve”, de Mark
Beyebach, el principal representante en España de este tipo de
terapia. De hecho, para mis primeros casos en Centro de Salud Mental
trataba de seguir un esquema que aparece en este último libro y que
organizaba las sesiones. Enseguida me di cuenta de que las personas
somos demasiado variables y que nunca encajamos con lo que un manual
nos dice que debería pasar. Simplemente las experiencias, las
respuestas a las preguntas, las características de personalidad, las
actitudes, etc., son tan personales que no se puede esperar que
exista un esquema mágico que nos convierta en psicoterapeutas
espectacularmente eficaces. Fue una buena lección: la realidad
(casi) nunca es como describen los libros. También, sin saberlo
(porque esto lo supe años después), iba dándome cuenta que seguir
de forma rígida un manual lleva a peores resultados.
La
psicoterapia centrada en soluciones funciona muy bien y de forma
rápida con muchos casos, pero con otros no. A mi modo de ver, deja
de lado muchos aspectos que deben ser tratados en determinadas circunstancias si queremos que la intervención sea eficaz. Estoy pensando, por
ejemplo, en los trastornos de la personalidad y en los trastornos
psicóticos. Además de ciertas características de personalidad o
del contexto en el que se presenta el problema.
Por
lo tanto, he ido haciéndome más “integrador”, pero en realidad
siempre conservo recursos de la psicoterapia centrada en soluciones,
porque muchas personas los siguen encontrando muy útiles. Y todo
esto viene al caso del libro que he terminado recientemente,
“Solution-focused cognitive and systemic therapy”, de Luc
Isebaert, y que me ha hecho recordar este enfoque y volver a aplicar
algunos aspectos en mi práctica clínica habitual.
Isebaert
nos presenta en esta obra “El Modelo de Brujas” (en referencia a
la ciudad de Bélgica). Me acerqué a ella porque se vendía como un
modelo basado en los factores comunes en psicoterapia. Lo cierto es
que no hay muchas cosas nuevas, prácticamente nada que no hayan
dicho ya hace décadas personas como de Shazer. Sin embargo, me
parece un excelente manual para aquellas personas que quieran
introducirse en este enfoque. Ciertas características se han
actualizada y se explican y entienden a la luz de conocimientos
recientes. Por ejemplo, aunque no de forma tan explícita como lo
hacen gente como Beutler, se habla de la importancia de adaptar el
estilo de intervención al tipo de relación terapéutica y a ciertas
características de los consultantes. Se anima también a usar
instrumentos como PCOMS. El libro contiene una extenso prefacio a
cargo de Barry Duncan, que se encarga de alabar las bondades de
la escala y de abogar por la importancia de adaptar el tratamiento a
las necesidades de la persona que lo solicita.
El
Modelo de Brujas se define como:
-
Un modelo Ericksoniano
-
Un modelo sistémico y existencial
-
Un modelo centrado en soluciones y habilidades
-
Es un meta-modelo centrado en los factores comunes y dirigido por los clientes
Este
tipo de psicoterapia está enfocado en centrarse en los puntos
fuertes de los pacientes, en sus fortalezas, en fijarse mucho en
aquellos momentos en los que los síntomas o preocupaciones por las
que consultan están ausentes o son afrontados de forma más eficaz.
No trata de enseñarle o de decirle a las personas lo que tiene que
hacer para terminar con el problema, si no que busca fomentar que
cada uno comprenda qué tipo de vida quiere tener y cómo tomar
decisiones que le lleven a alcanzar sus objetivos.
Los
postulados básicos expuestos en este libro, y aplicables en general
a la psicoterapia centrada en soluciones, son los siguientes:
-
Toda terapia es auto-terapia: no podemos cambiar a las personas, son ellas quienes se cambian a sí mismas
-
La terapia consiste en cambiar hábitos, en que uno se maneje de forma diferente en sus interacciones con la realidad
-
Todos los clientes tienen los recursos necesarios para solucionar sus problemas y aceptar sus limitaciones
-
El cambio es constante, al igual que la continuidad
-
Centrarse en los problemas es menos útil que centrarse en metas, recursos y habilidades
-
Centrarse en las limitaciones es menos útil que centrarse en la aceptación y las oportunidades
-
Las técnicas no son la solución; su función es crear un contexto en el que el cambio sea posible
-
La triada del enfoque centrado en soluciones: si algo no está roto, no lo arregles; cuando descubras lo que funciona, hazlo más; si no funciona, haz algo diferente
-
El terapeuta es el experto en el método y proceso terapéutico; el cliente es el experto en objetivos, elecciones, recursos y habilidades.
-
Terapeuta y cliente son los que construyen conjuntamente la alianza terapéutica
Libros
recomendados para aquellos interesados en el tema:
-
Claves para la solución en terapia breve. Steve de Shazer. Editado por Paidós Ibérica.
-
24 Ideas para una psicoterapia breve. Mark Beyebach. Editado por Herder.
-
En busca de soluciones. Hudson O’Hanlon y Weiner-Davis. Editado por Paidós Ibérica.
-
Solution-Focused Cognitive and Systemic Therapy: The Bruges Model. Luca Isebaert. Editado por Routledge.
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