No
es infrecuente escuchar decir que los trastornos mentales graves son
“cosa del psiquiatra” y no del psicólogo clínico, o que la
psicoterapia y las intervenciones psicológicas no son eficaces y la
única vía de tratamiento posible es la medicación. No es tan
preocupante que este tipo de afirmaciones sean realizadas por
personas legas en la materia (no tienen por qué estar al tanto de
este tipo de cuestiones específicas) como que el mismo discurso sea
pronunciado por profesionales de la salud mental. Lo cierto es que
este tipo de aseveraciones son mitos o directamente falsedades.
Múltiples investigaciones llevadas a cabo con el mayor rigor han
demostrado repetidas veces que los tratamientos psicológicos logran
resultados positivos y ayudan a personas diagnosticadas de trastornos
mentales severos (por ejemplo, la esquizofrenia o trastornos de
personalidad graves). Basta echar un vistazo al listado de la Asociación Americana de Psicología para comprobar que existe un
amplio abanico de terapias validadas, como la Terapia
Cognitivo-Conductual, el Entrenamiento en Habilidades Sociales o
algunas intervenciones familiares, entre otras, sumando un total de 7
tratamientos que cuentan con un fuerte apoyo empírico y otros 3 con
apoyo “modesto”.
Recientemente
se han publicado, en revistas prestigiosas, dos artículos que dan
prueba de que el papel de la psicología clínica en los trastornos
psicóticos es importante y que incluso puede dar mejores resultados
que el mero uso de fármacos. Se trata en ambos casos de trabajos de
investigación, realizados bajo un riguroso control experimental, sin
el cual no habrían sido aceptados para su publicación en estas revistas. Veamos un resumen de lo que nos ofrecen estos
escritos.
The Effects of Metacognition-Oriented Social Skills Training on Psychosocial Outcome in Schizophrenia-Spectrum Disorders: ARandomized Controlled Trial (“Efectos
del Entrenamiento en Habilidades Sociales Orientado a la
Metacognición sobre los Resultados Psicosociales
en Trastornos del Espectro de la Esquizofrenia: un
ensayo controlado aleatorizado”),
artículo publicado en Diciembre de 2017 en la revista Schizophrenia Bulletin
y realizado por un grupo de autores españoles liderados por Félix
Inchausti, psicólogo clínico del Servicio Navarro de Salud. Se
trata de una investigación en la que se comparó el efecto de dos
tipos de intervención; por un lado, el Entrenamiento en Habilidades
Sociales (EHS, en adelante), un tipo de terapia que goza de validez
empírica en el tratamiento de la esquizofrenia; por el otro, un
entrenamiento en habilidades sociales orientado a la metacognición
(MOSST, de las siglas en inglés). En palabras de los autores, le
metacognición “se
refiere al rango de actividades mentales que permiten que la gente
sea consciente de y reflexione sobre sus propios pensamientos,
sentimientos e intenciones, así como sobre los
de las otras personas, y en último lugar formulen
conexiones entre esos
eventos dentro de representaciones más amplias y complejas de ellos
mismos y de los demás”.
Existen bastantes evidencias para pensar que, precisamente, las
personas que sufren un trastorno del espectro de la esquizofrenia
tienen déficit en algunas de las facetas que se incluyen dentro del
concepto de metacognición.
En
dos hospitales de Navarra se llevaron a cabo los dos grupos a
comparar, el de EHS formado en total por 33 pacientes y el de MOSST
por 36, todos ellos con alguno de los siguientes diagnósticos:
esquizofrenia, trastorno esquizoafectivo o trastorno delirante. Se
contó con la colaboración de 6 terapeutas, todos ellos con más de
4 años de experiencia en terapia de grupo. Los que trabajaron con el
modelo MOSST recibieron formación específica en el protocolo de
tratamiento, que consistió en 16 sesiones semanales, en formato
grupal (con 8-12 miembros cada uno), de 90 minutos de duración, en
las que se trabajaron habilidades conversacionales, asertividad y
gestión de conflictos.
Los
resultados obtenidos fueron satisfactorios. Los pacientes valoraron
el programa MOSST como “útil,
generalizable al mundo real, recomendable para otras personas y
disfrutable. Los pacientes también valoraron positivamente el
enfoque metacognitivo de MOSST y, comparado con el grupo de EHS, los
participantes que recibieron el MOSST subjetivamente juzgaron las
sesiones como más útiles para su funcionamiento social diario”.
Los pacientes de este estudio mostraron mejoras significativas en su
funcionamiento psicosocial (que era el objetivo principal de las
intervenciones, no los síntomas psicóticos en si), observándose
una mejora en la capacidad de auto-reflexión y en la habilidad para
comprender la mente de los demás en el caso del grupo MOSST.
AVATAR therapy for auditory verbal hallucinations in people with psychosis:a single-blind, randomised controlled trial
(“Terapia AVATAR
para alucinaciones verbales auditivas en personas con psicosis: un
ensayo controlado aleatorizado con ciego-simple”),
publicado online el
pasado Noviembre en
Lancet Psychiatry,
escrito por Tom Craig y colaboradores. Aquí tenemos otra
investigación que va dirigida directamente a síntomas
psicóticos: las alucinaciones auditivas. Éstas afectan al 60-70% de
pacientes diagnosticados de esquizofrenia y aunque la medicación es
bastante eficaz, en alrededor del 25% de casos las alucinaciones
persisten a pesar del consumo de fármacos. La
muestra de la investigación estuvo formada por personas que forman
parte de ese porcentaje. Es decir, estaban tomando medicación
antipsicótica pero seguían oyendo voces.
La
terapia AVATAR, creada por Julian Leff, utiliza las nuevas
tecnologías como parte fundamental del tratamiento. Como si se
tratara de una especie de videojuego, los pacientes comenzaron creando
una representación computerizada de la entidad que asociaban al origen de las voces. Durante las sesiones, terapeuta y paciente se
encontraban en habitaciones diferentes, frente a sendas pantallas de
ordenador. El paciente veía el avatar que había representado,
mientras que el terapeuta lo observaba a través de una cámara y
asumía el control de la voz del avatar, de manera que se establecía
una conversación entre éste y el paciente. El diálogo era dirigido
por el terapeuta de forma que pudiera resultar terapéutico,
facilitando una mayor sensación de poder por parte de la persona
frente al avatar. Esto ocupaba unos 15 minutos de cada una de las 6
sesiones semanales, de 50 minutos de duración total, que conformaban
el tratamiento. Quizás alguno este pensando en estos momentos en la serie Black Mirror... Solo que en este caso no hubo finales dramáticos, ni terror. De hecho, no se observó ningún afecto adverso en los participantes.
Los
pacientes, de entre 18 y 65 años de edad, tenían diagnósticos del
espectro de la esquizofrenia o de trastorno afectivo con síntomas
psicóticos. Fueron divididos en dos grupos: unos participaron en la
terapia AVATAR y los otros recibieron terapia de apoyo.
En
este caso también se obtuvieron resultados favorables. La
severidad de las alucinaciones se redujo de forma rápida y
consistente. La mejoría fue mayor en la condición AVATAR, pero
también se observó en aquellos pacientes que recibieron terapia de
apoyo. Es interesante la aclaración que hacen a este respecto los
autores, cuando señalan cómo se llevó a cabo dicha intervención;
no se trató de un simple tratamiento de “seguimiento”, si no que
los terapeutas recibían supervisión y en las sesiones se trataban
aspectos importantes de la vida de los pacientes, incluyendo
conversaciones sobre traumas pasados y la identificación de recursos
y cualidades personales.
Algo
que me gusta de estos dos trabajos es que en ambos se le da a los
pacientes un papel protagonista en su recuperación. En el caso del
MOSST, no se trató únicamente de decirles o enseñarles cómo
manejarse en diferentes circunstancias sociales, si no que había una
parte importante dirigida a potenciar su propia reflexión acerca de
estados mentales propios y ajenos. En la terapia AVATAR, se
promocionó que el paciente adquiriera seguridad y fortaleza frente a
las voces que oía, empoderarlo (dicho en la palabra de moda de la
última década) ante sus dificultades, sin tratar de disuadirle o de
hacerle “razonar” lo lógico de su experiencia personal.
Es
agradable encontrarse trabajos como estos. Conviene recordarlo: son
estudios realizados de forma científica, publicados en revistas
internacionales de prestigio (que no aceptan un trabajo que no reúna
ciertas condiciones que aseguren su calidad), centrado en problemas
graves de salud mental y basado en intervenciones psicológicas, no
farmacológicas. La terapia AVATAR consiguió lo que no
habían logrado los fármacos, reducir la severidad de las
alucinaciones (de hecho, estas desaparecieron por completo en 14
casos, entre los del grupo de apoyo y los del grupo AVATAR).
En definitiva, dos pruebas más de que la psicología clínica es
eficaz también en casos severos.
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