lunes, 29 de febrero de 2016

Tony Soprano y los ataques de pánico (crisis de ansiedad)

El cine, la televisión, el teatro, la literatura, la pintura y otras formas de arte han logrado muchas veces reflejar fielmente los problemas humanos, incluyendo el sufrimiento y las cuestiones relacionadas con la psicología. En muchas ocasiones, mucho mejor de lo que lo hacen los libros especializados o los expertos sobre la materia. Es el caso de la famosa serie de televisión “Los Soprano”, que se emitió en Estados Unidos desde el año 1999 hasta el 2007, a lo largo de seis temporadas que la convirtieron, según muchos críticos, en una de las mejores series de la historia. En esta entrada me voy a centrar en el primer episodio, en el que se presenta de una forma muy interesante el problema de las crisis de ansiedad de uno de sus protagonistas, Tony Soprano, interpretado por James Gandolfini.


Crisis de ansiedad o ataques de pánico: de lo psicológico a lo físico y viceversa

Llamamos crisis de ansiedad o ataques de pánico a aquellas situaciones en los que una persona, de forma más o menos repentina, comienza a sentir una serie de síntomas como temblores, palpitaciones o taquicardia, sudoración, sensación de falta de aire, opresión o malestar en el pecho, náuseas, mareos o desmayos, escalofríos o sofocaciones, entre otros, que se desarrollan de forma intensa en un breve período de tiempo, después del cual acaban desapareciendo de forma natural. Estas sensaciones son vividas con mucha angustia por aquellas personas que las padecen y es normal que se acompañen de miedo a morir o a perder el control (o volverse loco). Normalmente la primera crisis aparece de forma inesperada, pudiendo las siguientes empezar a asociarse a determinadas situaciones (aglomeraciones de gente, sitios cerrados o puentes, por ejemplo), que llegan a evitarse o se aguantan a cambio de un elevado malestar. Cuando se empiezan a evitar determinadas situaciones de forma sistemática por el temor a volver a sufrir un ataque de pánico hablamos de agorafobia (que en ocasiones, en la cultura popular, se ha confundido como un miedo específico a estar en lugares abiertos).

En el caso de Tony Soprano, vemos como su primera crisis aparece de forma totalmente inesperada mientras observa unos patos en el jardín de su casa. Aunque no se mencionen explícitamente, podemos observar la presencia de algunos de los síntomas típicos. Por ejemplo, se lleva la mano al pecho en señal de un malestar en esa zona, una presión o aumento de la frecuencia cardíaca (o todas esas cosas a la vez). Vemos también como su crisis termina en un desmayo.

El episodio nos muestra también el típico itinerario que se suele seguir en estas situaciones. Tony se hace varias pruebas físicas para descartar que existe una causa fisiológica. Una vez descartado esto, es cuando es derivado a una psiquiatra. En salud mental es habitual encontrarse con pacientes que sufren ataques de pánico pero que están casi convencidos de que existe una causa física, resistiéndose a aceptar que el origen sea psicológico (pero no hay que confundirlo con la hipocondría). Esto es muy comprensible, dada la predominancia de los síntomas físicos que antes mencionamos. Estamos acostumbramos a pensar que cuando notamos alguna cosa novedosa e incómoda en nuestro cuerpo es un signo de que algo va mal en el organismo. Sin embargo, nos olvidamos que mente y cuerpo no son cosas independientes, si no que interaccionan y se influyen mutuamente. Muchas veces estamos enfrascados en otras cosas y pasamos por alto señales psicológicos de que algo va mal. Cuando es así, cabe la posibilidad de que el cuerpo active una señal de alarma para avisarnos de que algo anda mal, y esto puede hacerlo a través de síntomas físicos.


La comunicación por medio de los síntomas

Lo anterior lo podemos ver en la historia de Tony. Junto con su terapeuta va descubriendo la depresión que sufre pero que no puede expresar, depresión relacionada con el malestar con su trabajo y con los problemas familiares: un matrimonio infeliz, una madre demandante y desconfiada, un tío al que quiere pero con el que empieza a tener desavenencias en su trabajo... Y el miedo que expresa al final respecto a perder a sus seres queridos, representado en la familia de patos que abandona su jardín.

La cuestión es que vivimos en una cultura en la que no se facilita la expresión del malestar y el sufrimiento. Nos venden que hay que estar bien siempre, a pesar de las circunstancias, que la ciencia ha avanzado lo suficiente como para que con una pastilla podamos olvidarnos de los problemas. Esto se ve muy bien reflejado en la serie, cuando se menciona varias veces un famoso antidepresivo, como si se hablase de la cosa más habitual del mundo. Aún más, todavía existen algunas creencias machistas que transmiten el mensaje de que los hombres no pueden llorar o sentirse tristes, lo cual hace más difícil que ellos lleguen a expresarlo, por miedo a ser criticados o juzgados negativamente. Otra veces existe el miedo a no ser capaz de controlarse si una dejar salir al exterior sus sentimientos.

Además, en el caso de Tony Soprano, la dificultad para poder hablar de lo que preocupa tiene que ver con su puesto de responsabilidad como capo de la mafia. En un momento del capítulo comenta que si alguien de su sociedad se entera, se acabarían deshaciendo de él. Anteriormente, lo expresa a la perfección en un diálogo con su psiquiatra:

Le diré algo: hoy en día todo el mundo tiene que ir a loqueros o consejeros, o a un programa de entrevistas para hablar de sus problemas. ¿Qué ha pasado con... Gary Cooper, aquel tipo fuerte y callado? Aquel era un norteamericano, no exteriorizaba sus sentimientos, solo hacía lo que tenía que hacer. Lo que no se sabe es que si algún día Gary Cooper exteriorizaba sus sentimientos ya nadie iba a poder pararlos. ¡Y luego disfunción tal y disfunción cual! (…) Escúcheme: yo frui semestre y medio a la universidad, de modo que entiendo a Freud, entiendo la terapia como un concepto, pero en mi mundo eso no se acepta”.

El tratamiento del pánico

El programa nos muestra también ciertas ideas sobre la terapia de las crisis de ansiedad, algunas de las cuales podrían discutirse. Por ejemplo, el uso de fármacos. Si bien es cierto que los antidepresivos se emplean a menudo para los trastornos de ansiedad y que es habitual que se prescriban ansiolíticos, que ayudan a disminuir los síntomas en caso de crisis, también lo es que esto no es suficiente para solucionar el problema.

En el episodio también se da a entender que para tratar los síntomas hay que buscar algún problema oculto, algo “más profundo” que está “detrás” de los ataques de pánico. Esto puede ser válido para algunos casos, pero no siempre es así. En muchas ocasiones podemos emplear técnicas dirigidas a tratar únicamente los síntomas, que ayuden a la paciente a afrontar las situaciones que le producen pánico y las crisis de otra manera, impidiendo que dominen su vida. Como en todo problema psicológico, la forma de presentarse y su explicación es diferente para cada persona, por lo que lo recomendable es, una vez más, una correcta evaluación por parte de un especialista.

Afortunadamente los tratamientos psicológicos han demostrado ser eficaces para tratar las crisis de ansiedad o ataques de pánico, con un alto grado de eficacia. Es importante que el tipo de terapia se adapte a las necesidades de cada individuo.


Resumiendo el caso de Tony

Podríamos resumir todo lo dicho hasta ahora de la siguiente manera: Tony Soprano es un tipo que está haciendo frente a varios problemas importantes a la vez. Por un lado, algunos conflictos familiares (con su mujer, su madre, su tío); por otro, el tipo de trabajo que lleva, del que no se siente muy orgulloso y que conlleva cierto nivel de estrés. Además, sus hijos se van haciendo mayores y pronto se independizarán, y está preocupado por su propia madre, que desde la muerte del marido de esta, parece encontrarse mal. Quizás el hecho de no estar a gusto con su trabajo le haga sentir culpable, en cuanto al legado familiar al que podría traicionar. Lo mismo puede decirse de su intención de ingresar a su madre en una institución para la tercera edad. Tony no puede expresar todo este malestar, porque en el mundo en el que se mueve esto se vería como signo de debilidad y podría causarle serios problemas. Sin embargo, el sufrimiento existe y lo que no puede expresarse de una forma, lo acaba haciendo de otra (si no, su salud correría grave peligro): comienzan las crisis de ansiedad.

En cuanto encuentra a una persona (su terapeuta) con la que puede expresarse abiertamente, sin sentirse juzgado ni criticado y que le ayuda a dar una explicación a sus crisis de ansiedad, comienza a sentirse mejor y los ataques dejan de ser “necesarios”. Como él mismo dice en una de las últimas escenas, “hablar ayuda”.

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