El cine, la televisión, el
teatro, la literatura, la pintura y otras formas de arte han logrado
muchas veces reflejar fielmente los problemas humanos, incluyendo el
sufrimiento y las cuestiones relacionadas con la psicología. En
muchas ocasiones, mucho mejor de lo que lo hacen los libros
especializados o los expertos sobre la materia. Es el caso de la
famosa serie de televisión “Los Soprano”, que se emitió
en Estados Unidos desde el año 1999 hasta el 2007, a lo largo de
seis temporadas que la convirtieron, según muchos críticos, en una
de las mejores series de la historia. En esta entrada me voy a
centrar en el primer episodio, en el que se presenta de una forma muy
interesante el problema de las crisis de ansiedad de uno de
sus protagonistas, Tony Soprano, interpretado por James
Gandolfini.
Crisis
de ansiedad o ataques de pánico: de lo psicológico a lo físico y
viceversa
Llamamos crisis de ansiedad o
ataques de pánico a aquellas situaciones en los que una persona,
de forma más o menos repentina, comienza a sentir una serie de
síntomas como temblores, palpitaciones o taquicardia, sudoración,
sensación de falta de aire, opresión o malestar en el pecho,
náuseas, mareos o desmayos, escalofríos o sofocaciones, entre
otros, que se desarrollan de forma intensa en un breve período de
tiempo, después del cual acaban desapareciendo de forma natural.
Estas sensaciones son vividas con mucha angustia por aquellas
personas que las padecen y es normal que se acompañen de miedo a
morir o a perder el control (o volverse loco). Normalmente la primera
crisis aparece de forma inesperada, pudiendo las siguientes empezar a
asociarse a determinadas situaciones (aglomeraciones de gente, sitios
cerrados o puentes, por ejemplo), que llegan a evitarse o se aguantan
a cambio de un elevado malestar. Cuando se empiezan a evitar
determinadas situaciones de forma sistemática por el temor a volver
a sufrir un ataque de pánico hablamos de agorafobia (que en
ocasiones, en la cultura popular, se ha confundido como un miedo
específico a estar en lugares abiertos).
En el caso de Tony Soprano,
vemos como su primera crisis aparece de forma totalmente inesperada
mientras observa unos patos en el jardín de su casa. Aunque no se
mencionen explícitamente, podemos observar la presencia de algunos
de los síntomas típicos. Por ejemplo, se lleva la mano al pecho en
señal de un malestar en esa zona, una presión o aumento de la
frecuencia cardíaca (o todas esas cosas a la vez). Vemos también
como su crisis termina en un desmayo.
El episodio nos muestra
también el típico itinerario que se suele seguir en estas
situaciones. Tony se hace varias pruebas físicas para descartar que
existe una causa fisiológica. Una vez descartado esto, es cuando es
derivado a una psiquiatra. En salud mental es habitual encontrarse
con pacientes que sufren ataques de pánico pero que están casi
convencidos de que existe una causa física, resistiéndose a
aceptar que el origen sea psicológico (pero no hay que confundirlo
con la hipocondría). Esto es muy comprensible, dada la predominancia
de los síntomas físicos que antes mencionamos. Estamos
acostumbramos a pensar que cuando notamos alguna cosa novedosa e
incómoda en nuestro cuerpo es un signo de que algo va mal en el
organismo. Sin embargo, nos olvidamos que mente y cuerpo no son
cosas independientes, si no que interaccionan y se influyen
mutuamente. Muchas veces estamos enfrascados en otras cosas y
pasamos por alto señales psicológicos de que algo va mal. Cuando es
así, cabe la posibilidad de que el cuerpo active una señal de
alarma para avisarnos de que algo anda mal, y esto puede hacerlo a
través de síntomas físicos.
La
comunicación por medio de los síntomas
Lo anterior lo podemos ver en
la historia de Tony. Junto con su terapeuta va descubriendo la
depresión que sufre pero que no puede expresar, depresión
relacionada con el malestar con su trabajo y con los problemas
familiares: un matrimonio infeliz, una madre demandante y
desconfiada, un tío al que quiere pero con el que empieza a tener
desavenencias en su trabajo... Y el miedo que expresa al final
respecto a perder a sus seres queridos, representado en la familia de
patos que abandona su jardín.
La cuestión es que vivimos
en una cultura en la que no se facilita la expresión del malestar y
el sufrimiento. Nos venden que hay que estar bien siempre, a
pesar de las circunstancias, que la ciencia ha avanzado lo suficiente
como para que con una pastilla podamos olvidarnos de los problemas.
Esto se ve muy bien reflejado en la serie, cuando se menciona varias
veces un famoso antidepresivo, como si se hablase de la cosa más
habitual del mundo. Aún más, todavía existen algunas creencias
machistas que transmiten el mensaje de que los hombres no pueden
llorar o sentirse tristes, lo cual hace más difícil que ellos
lleguen a expresarlo, por miedo a ser criticados o juzgados
negativamente. Otra veces existe el miedo a no ser capaz de
controlarse si una dejar salir al exterior sus sentimientos.
Además, en el caso de Tony
Soprano, la dificultad para poder hablar de lo que preocupa tiene que
ver con su puesto de responsabilidad como capo de la mafia. En un
momento del capítulo comenta que si alguien de su sociedad se
entera, se acabarían deshaciendo de él. Anteriormente, lo expresa a
la perfección en un diálogo con su psiquiatra:
“Le diré algo: hoy en día
todo el mundo tiene que ir a loqueros o consejeros, o a un programa
de entrevistas para hablar de sus problemas. ¿Qué ha pasado con...
Gary Cooper, aquel tipo fuerte y callado? Aquel era un
norteamericano, no exteriorizaba sus sentimientos, solo hacía lo
que tenía que hacer. Lo que no se sabe es que si algún día
Gary Cooper exteriorizaba sus sentimientos ya nadie iba a poder
pararlos. ¡Y luego disfunción tal y disfunción cual! (…)
Escúcheme: yo frui semestre y medio a la universidad, de modo que
entiendo a Freud, entiendo la terapia como un concepto, pero en mi
mundo eso no se acepta”.
El
tratamiento del pánico
El programa nos muestra también
ciertas ideas sobre la terapia de las crisis de ansiedad, algunas de
las cuales podrían discutirse. Por ejemplo, el uso de fármacos.
Si bien es cierto que los antidepresivos se emplean a menudo para los
trastornos de ansiedad y que es habitual que se prescriban
ansiolíticos, que ayudan a disminuir los síntomas en caso de
crisis, también lo es que esto no es suficiente para solucionar
el problema.
En el episodio también se da a
entender que para tratar los síntomas hay que buscar algún problema
oculto, algo “más profundo” que está “detrás” de los
ataques de pánico. Esto puede ser válido para algunos casos, pero
no siempre es así. En muchas ocasiones podemos emplear técnicas
dirigidas a tratar únicamente los síntomas, que ayuden a la
paciente a afrontar las situaciones que le producen pánico y las
crisis de otra manera, impidiendo que dominen su vida. Como en todo
problema psicológico, la forma de presentarse y su explicación es
diferente para cada persona, por lo que lo recomendable es, una vez
más, una correcta evaluación por parte de un especialista.
Afortunadamente los
tratamientos psicológicos han demostrado ser eficaces para tratar
las crisis de ansiedad o ataques de pánico, con un alto grado de
eficacia. Es importante que el tipo de terapia se adapte a las
necesidades de cada individuo.
Resumiendo
el caso de Tony
Podríamos resumir todo lo
dicho hasta ahora de la siguiente manera: Tony Soprano es un tipo que
está haciendo frente a varios problemas importantes a la vez. Por un
lado, algunos conflictos familiares (con su mujer, su madre, su tío);
por otro, el tipo de trabajo que lleva, del que no se siente muy
orgulloso y que conlleva cierto nivel de estrés. Además, sus hijos
se van haciendo mayores y pronto se independizarán, y está
preocupado por su propia madre, que desde la muerte del marido de
esta, parece encontrarse mal. Quizás el hecho de no estar a gusto
con su trabajo le haga sentir culpable, en cuanto al legado familiar
al que podría traicionar. Lo mismo puede decirse de su intención de
ingresar a su madre en una institución para la tercera edad. Tony no
puede expresar todo este malestar, porque en el mundo en el que se
mueve esto se vería como signo de debilidad y podría causarle
serios problemas. Sin embargo, el sufrimiento existe y lo que no
puede expresarse de una forma, lo acaba haciendo de otra (si no, su
salud correría grave peligro): comienzan las crisis de ansiedad.
En cuanto encuentra a una
persona (su terapeuta) con la que puede expresarse abiertamente, sin
sentirse juzgado ni criticado y que le ayuda a dar una explicación a
sus crisis de ansiedad, comienza a sentirse mejor y los ataques dejan
de ser “necesarios”. Como él mismo dice en una de las últimas
escenas, “hablar ayuda”.
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