viernes, 30 de junio de 2017

El Psicoanálisis demonizado

Veo con cierta frecuencia hablar a algunas personas bastante mal del psicoanálisis: desde profesionales de la psicología y la psicoterapia hasta personas que se acercan a la materia desde otros campos de conocimiento. Veo (uso el verbo “ver” y no el verbo “oír”, porque es algo que especialmente me encuentro en otros blogs o sitios de internet) hablar muy mal de ello y es algo que, en parte, me molesta. Vaya por delante que no soy psicoanalista y que en mi trabajo hay muy poco o nada del método usado por esta centenaria escuela de terapia. Sin embargo, creo que se merece un mínimo respeto por varias razones que iré exponiendo en las siguientes líneas.

Las cosas claras: el psicoanálisis está excluido explícitamente de la Cartera de Servicios Comunes de Atención Especializada de Salud Mental del Sistema Nacional de Salud (SNS) y ello es por buenos motivos. El estilo clásico y ortodoxo, el que muchos conocen por su amplia difusión en la cultura popular (especialmente en la norteamericana) durante la mitad del siglo pasado, no es un método de psicoterapia eficaz y mucho menos eficiente. O, al menos, no hay trabajos rigurosos que demuestren que lo sea. Además, el encuadre de psicoanálisis clásico supone la programación de hasta 3 y 4 sesiones a la semana durante varios años, algo imposible de asumir por el SNS. Muchos de los conceptos desarrollados por Freud a principios del siglo XX carecen de cualquier validez a día de hoy.

Dicho lo anterior, no se puede negar la influencia que el psicoanálisis ha tenido para el desarrollo de la psicología clínica y de la psicoterapia. Independientemente de la existencia o ausencia de un sustento científico, este enfoque abrió las puertas a un nuevo tipo de terapia psicológica fundamentada en la relación estrecha entre profesional y paciente, a la “curación por la palabra” (aunque ya existían antecedentes muy remotos de esta idea), a la comprensión de los problemas de salud mental como algo que iba más allá del síntoma, donde los conflictos intra e interpersonales cobraban protagonismo en la salud y enfermedad de las personas. Muchas de las ideas que surgieron desde esta orientación se han mantenido y han sido adoptados por la mayoría de modelos de psicoterapia que si han mostrado ser eficaces; en ocasiones, con nombres y explicaciones diferentes a las originales, pero claramente vinculados con los presupuestos originales. Por ejemplo, la importancia de la alianza terapéutica, los conceptos de transferencia y contratransferencia (actualizados y revisados), los mecanismos de defensa (al menos algunos de ellos), la influencia de las experiencias tempranas en el desarrollo de la personalidad...

Comparto muchas de las críticas que leo y escucho, igualmente. Yo no aconsejaría a un familiar o un conocido que fuera a una consulta en la que tiene que situarse en un diván en posición yacente, mientras la analista le da la espalda y se esfuerza por mostrar esa supuesta neutralidad extrema que debe tener. Creo que ese tipo de enfoque está desfasado. Aún así, respeto a quien decida analizarse de esta manera.

Lo malo, en mi opinión, es que algunas personas que opinan sobre este tema lo hacen partiendo de prejuicios y sin conocer toda la información (o descalificando e ignorando aquella que desconfirma sus argumentos). Casi desde sus comienzos, el psicoanálisis fue desarrollándose, refinándose y actualizándose. Hubo vida más allá de Freud, desde bien pronto. Los denominados “neofreudianos” y los teóricos de las “relaciones objetales” mostraron otro tipo de método psicoanalítico que diferían en algunos aspectos al psicoanálisis ortodoxo: menor frecuencia de sesiones, terapias más breves, focalizadas en el yo, teniendo muy en cuenta las relaciones sociales, etc.

Así, hoy en día contamos con la psicoterapia psicodinámica, que es, por decirlo así, la versión moderna (aunque tiene décadas de desarrollo) del psicoanálisis, que utiliza un encuadre no muy diferente al de los otros grandes modelos de terapia psicológica. Los críticos de los que he ido hablando tienden a desaprobar también este tipo de enfoque y aquí es donde queda al descubierto su falta de conocimiento. Las psicoterapias psicodinámicas han mostrado ser eficaces para multitud de trastornos y así se puede comprobar, por ejemplo, en el artículo de Fonagy en el que presenta los resultados de metanálisis donde se encuentra que tanto las terapias largas como breves obtienen resultados favorables. Y esto es así para problemas tales como depresión, ansiedad, trastornos de la conducta alimentaria, trastornos de personalidad o consumo de cocaína, entre otros.

Algunas de las personas que critican este tipo de terapias suelen ser defensoras de los tratamientos empíricamente validados (que suelen confundir frecuentemente con la psicología basada en la evidencia, de la que forman parte, pero que no son el único elemento). A pesar de ello, pasan por alto que varios de esos tratamientos validados están basados en psicoterapias psicodinámicas. Por ejemplo, dos de los cuatro tipos de tratamientos que gozan de evidencia para el trastorno límite de personalidad se fundamentan o parten de fundamentos psicodinámicos: la terapia basada en la mentalización y la terapia centrada en la transferencia. Para el tratamiento de la depresión, también existe evidencia acerca de la eficacia de la psicoterapia psicodinámica breve.

Basta leer algunos artículos y libros basados en este tipo de enfoque para darse cuenta que hay una diferencia bastante grande con el psicoanálisis ortodoxo. Los programas de tratamiento actuales gozan de buena salud y de pruebas científicas que indican su eficacia.

A aquellos profesionales (psicólogos) que critican de forma salvaje las psicoterapias psicodinámicas actuales no viene de más recordarles lo que dice el código deontológico del psicólogo: “Sin perjuicio de la crítica científica que estime oportuna, en el ejercicio de la profesión, el/la Psicólogo/a no desacreditará a colegas u otros profesionales que trabajan con sus mismos o diferentes métodos, y hablará con respeto de las escuelas y tipos de intervención que gozan de credibilidad científica y profesional”. Como he indicado más arriba, en el momento actual disponemos de suficiente evidencia que avala la eficacia de este enfoque y por este motivo, aunque no compartamos su marco teórico, los profesionales que utilizan este modelo merecen nuestro respeto.

Sea bienvenido, siempre, el debate acerca de este tipo de cuestiones. Es necesario y beneficioso para todos. No es obligatorio compartirlo ni aceptarlo todo sin cuestionamiento o críticas. Pero que sean hechas siempre de una forma respetuosa y teniendo en cuenta todos los datos, no solo los que confirman nuestro punto de vista.

No hay comentarios:

Publicar un comentario