lunes, 10 de julio de 2017

Apego

Esta mañana me encontré en las redes sociales con un artículo publicado en el New York Times titulado “Si, es culpa de tus padres”, firmado por Kate Murphy, y al que se puede acceder (en español) pinchando sobre el título anteriormente indicado.

Hacía tiempo que quería escribir un poco sobre la teoría del apego y parece que ha llegado la ocasión. Lo cierto es que es muy gratificante encontrarse con un artículo en prensa no especializada en el que se trate de forma tan buena un tema complejo como este. La autora ha logrado explicar de forma sencilla, concisa y muy acertada los puntos fundamentales de la teoría del apego, así que remito a los lectores interesados en este asunto y que no tengan conocimientos sobre dicha teoría, al citado artículo. Hay, en cualquier caso, multitud de textos en los que se habla sobre el apego y no es difícil encontrar información al respecto.

Le teoría del apego se ha estudiado en profundidad y ha sobrevivido a medio siglo de investigaciones; es ampliamente aceptada. Las relaciones que tenemos con las personas de nuestro entorno, especialmente con aquellas que son más significativas para nosotros (familia y cuidadores), afectan a nuestro desarrollo cuando somos niños, a nuestra manera de ver el mundo, de relacionarnos con otras personas, a nuestro intelecto, a nuestro estado de ánimo... Especialmente cuando somos pequeños, la manera en que nos traten los adultos que se encargan de nosotros es clave. Como adultos, por supuesto, nos sigue influyendo.

Admito que me ha gustado el título, aunque sea políticamente incorrecto y necesite ser matizado. Me gusta porque tiene parte de razón. Muchos problemas de salud mental, muchos tipos de psicopatología y, sobre todo, aquello que conocemos con la etiqueta de “trastornos de personalidad” tienen su origen en los tratos recibidos por los padres (uso aquí el término “padres” para referirme en general a los cuidadores primarios de los niños). Vaya por delante: estoy convencido de que la gran mayoría de los padres, si no casi todos, desean lo mejor para sus hijos. Pero a veces, con o sin consciencia de ello, la manera que tienen de tratarlos los perjudica más que beneficia. Me refiere, quizás a un pequeño porcentaje de casos, en el que los problemas de apego son más alarmantes.

Los malos tratos físicos y psicológicos, los abusos de cualquier tipo, la negligencia en el cuidado, son todos factores que afectan al desarrollo humano, más aún cuando se producen de forma continuada. Y hay muchos padres, muchos, que tratan mal a sus hijos. Los malos tratos no consisten únicamente en castigos físicos, en pegar. Van más allá, e incluyen los insultos, las descalificaciones, la aplicación de castigos incoherentes, la falta de satisfacción de las necesidades básicas de cualquier persona... En otras ocasiones, se muestran conductas que no podrían categorizarse como malos tratos, pero que igualmente afectan emocionalmente a los pequeños (y a los mayores).

Se ve habitualmente en cualquier consulta de psicología clínica: personas con graves problemas de salud mental que han tenido relaciones de apego inseguro que han contribuido a su sufrimiento y problemas actuales. Les han hecho más vulnerables a los problemas psicológicos. También se ve el otro extremo: personas salen adelante en situaciones muy difíciles gracias al apoyo fundamental de otras, cuyo vínculo se podría definir como apego seguro. En psicoterapia, muchos enfoques se han preocupado de trasladar los principios de la teoría del apego a la consulta. Véase, por ejemplo, el libro “El apego en psicoterapia” de David Wallin, "Teoría del apego y psicoterapia" de Jeremy Holmeso o la Terapia Basada en Mentalización de Bateman y Fonagy. Es momento para recordar que (y no es casualidad) la alianza terapéutica (que tiene que ver mucho con la relación segura entre paciente y psicólogo clínico) es el mejor predictor de los resultados del tratamiento psicológico.

No se trata de culpabilizar (a pesar del título del artículo) a los padres, que no se me entienda mal. Repito: la mayoría intenta hacerlo lo mejor posible y con buenas intenciones. Pero a veces no aciertan. Todos nos equivocamos, los padres también. El papel que tienen como educadores, socializadores, maestros de la vida en general, es quizás uno de los más difíciles del mundo. Y ellos traen a sus espaldas también sus propias experiencias de apego con sus cuidadores y toda una historia personal detrás plagada de dificultades, experiencias, victorias, frustraciones, deseos... Y, de nuevo, hay muchos niños que presentan problemas, a pesar de tener relaciones de apego seguro con sus padres. Por lo tanto, no hay que simplificar en exceso, ni de un lado ni del otro: hay problemas de salud mental cuya fuente es el tipo de apego y otros en los que no tiene nada que ver. Por en medio, quizás lo más habitual: una mezcla de múltiples factores.

Por el bien de nuestra salud y de la de los que queremos: cuidémenos los unos a los otros. Cuidémenos mucho, con afecto, aceptación y paciencia.

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