Durante
los últimos años los problemas de pareja se han convertido en una
de las consultas más frecuentes en los centros de psicología. Este
aumento de la demanda de ayuda conyugal viene de la mano de los
cambios sociales ocurridos en nuestra sociedad al mismo tiempo. Si
bien hasta hace relativamente poco se podía decir que no estaba
“bien visto” que una persona fuera a ventilar este tipo de
problemas íntimos con una persona ajena a la familia, en la
actualidad el tabú se ha roto y cada vez son más las parejas que
acuden a la consulta del psicólogo con la esperanza de encontrar una
manera de recuperar una relación tan importante para ellos.
Si
generalmente nos encontramos con dificultades para estudiar la
eficacia de la psicoterapia individual, los problemas crecen cuando
se trata de una terapia que incluye a dos o más personas. Por lo
tanto, es más difícil encontrar estudios sobre tratamientos
psicológicos validados específicamente centrados en las parejas. No
obstante, existen manuales, tratados teóricos y artículos que
proponen, desde diferentes orientaciones teóricas, pautas de
intervención dirigidas a resolver este tipo de problemática. Y, en
general, los meta-análisis muestran que la terapia psicológica eseficaz a la hora de tratar problemas de pareja. Tradicionalmente,
muchos teóricos (que no prácticos) han señalado que la terapia de
conducta de pareja es la terapia más eficaz para estos casos. A
pesar de que algunas investigaciones muestran su efectividad, también
es cierto que este enfoque presenta una serie de carencias y ha
mostrado no funcionar en determinadas circunstancias. Para superar
estos escollos, la terapia se ha seguido desarrollando, ampliando sus
fundamentos iniciales y añadiendo nuevos factores que complementan
la terapia de conducta, dando lugar a lo que hoy se conoce como
Terapia Integral de Pareja (TIP).
La
TIP forma parte de las denominadas terapias de tercera
generación, de las que ya he
hablado en alguna otra ocasión. Hace tiempo que tenía ganas de
saber algo más sobre la TIP y por fin he podido hacerlo gracias a la
publicación este año de un libro de Jorge Barraca, editado por
Síntesis. La obra forma parte de un proyecto de la editorial relacionado con las terapias de tercera generación, dirigido por
Marino Pérez.
Aunque
no soy particularmente un defensor de la terapia de conducta, he de
admitir que me he quedado muy satisfecho con este libro. Es breve,
claro, directo y explica a la perfección en qué consiste la TIP.
Por supuesto, para profundizar en el enfoque es necesario consultar
los manuales originales (de los que no existe traducción al español
actualmente), pero sin duda es una excelente exposición de los
fundamentos de la terapia. Decía que no soy un acérrimo defensor de
la terapia de conducta (tampoco detractor), pero es que estas
terapias de tercera generación, por mucho que sus autores se empeñen
a rotular de conductistas, incluyen muchos otros aspectos que ya se
vienen teniendo en cuenta desde otras orientaciones teóricas
(sistémicas y humanistas, principalmente) y que casi las convierte
en enfoques eclécticos.
La
TIP está pensada para ayudar a parejas estables y con cierto nivel
de compromiso. Mientras que la terapia de conducta original se
centraba en los intercambios conductuales entre los miembros de la
pareja (refuerzos positivos y negativos), en el presente el foco se
ha ampliado a otros aspectos mucho más importantes. De forma
general, la TIP considera que los dificultades surgen cuando las
diferencias entre los miembros de la díada, que estuvieron ahí
desde el principio de la relación, empiezan a definirse como
problemas o incompatibilidades con el paso del tiempo y se llega a la
conclusión de que terminar con ellas o corregirlas es la única
manera de que la pareja recupere su salud. Junto
a este hecho, otras cuestiones importantes que pueden causar
conflictos son las discusiones en torno a temas especialmente
sensibles para cada persona, que se dejen de compartir determinadas
cosas que antes se hacían en común o que la otra persona se asocie
(por un proceso de condicionamiento) a sensaciones aversivas.
Jacobson
y Christensen, desarrolladores de la TIP, señalan tres tipos de
reacciones que se pueden convertir en problemáticas frente a las
incompatibilidades de la pareja:
-
coerción: administración de un estímulo aversivo al otro miembro
de la pareja, hasta que ceda a los deseos del otro (por ejemplo,
enfadarse, criticar, gritar... ).
-
vilipendio: atribuir la causa de los problemas de pareja a una
características del otro (“es un egoísta”, “es
una histérica”, “no
le preocupan los sentimientos de los demás”).
-
polarización: cada uno extrema aún más su postura inicial,
encontrándose a la defensiva y dejando de proporcionar
satisfacciones al otro.
Barraca
resume sucintamente la formulación teórica de los problemas de
pareja propuesta por la TIP de la siguiente manera: “los
problemas de pareja podrían entenderse como producto de la
reiteración de esfuerzos infructuosos que cada miembro lleva a cabo
para afrontar las inevitables y naturales diferencias o desacuerdos y
que afectan emocionalmente porque tocan algún tema sensible propio
(vulnerabilidad). Los intentos de que el otro modifique su conducta
para deshacer esas diferencias o desacuerdos topan con resistencia,
lo que renueva los esfuerzos para cambiarlo, bien forzándolo
directamente (coerción), bien a través de la crítica (vilipendio);
a su vez, como estos nuevos esfuerzos levantan más resistencias, se
intensifica el conflicto y cada uno se posiciona de forma más
extrema (polarización). La solución que propondrá la TIP consiste
en hacer consciente este proceso retroalimentado y que lleva al
bloqueo (trampa mutua) y salir de él por otro camino: la
aceptación”.
Con
aceptación se hace referencia a uno de los dos procesos centrales de
intervención desde la TIP. No se trata de resignación ni del
concepto de aceptación empleado en la Terapia de Aceptación y
Compromiso o en mindfulness. Tampoco es la meta de la terapia, si no
un medio para alcanzar los objetivos, en conjunto con el otro proceso
central: el de cambio. Ya no se procuran arreglar los problemas con
el uso de reforzadores artificiales, como en la terapia de conducta
tradicional, si no que se tienen en cuenta aquellas cosas que
resultan útiles para cada pareja en particular y que forman parte de
su contexto habitual. La TIP tampoco se focaliza en la modificación
de conductas específicas, si no en aquellos temas conflictivos que
se repiten en cada relación en particular.
Las
estrategias de aceptación buscan que la pareja deje de luchar contra
sus diferencias, que pueda abandonar una visión de las mismas como
incompatibles y problemáticas y la lucha por cambiar al otro
miembro, pudiendo empezar a valorar dichas disimilitudes como
oportunidades para aumentar el compromiso y la intimidad de la díada.
Se proponen tres tipos de intervenciones:
-
unión empática: aprender a expresar el malestar sin acusar al otro,
contextualizando sus conductas dentro de su historia personal.
-
separación unificada: unir a la pareja frente al problema que los
ocupa, poniéndolo fuera de ellos, de manera que se pueda analizar
desde otra perspectiva.
-
tolerancia: si no funcionan las intervenciones anteriores se propone
que se tolere lo mejor posible la conducta de la otra persona.
Por
su parte, las estrategias de cambio incluyen las intervenciones
clásicas de la terapia de conducta de pareja: el intercambio
conductual positivo y el entrenamiento en comunicación y solución
de problemas.
El
libro de Jorge Barraca incluye datos sobre la efectividad de la TIP,
así como recomendaciones en el caso de situaciones específicas como
la presencia de violencia doméstica, el abuso de alcohol y drogas,
las infidelidades, etc.
La
TIP es una terapia en la que no se propone seguir un manual de forma
estricta y acrítica. Hace hincapié en la importancia de construir
con cada pareja la evaluación de su propio problema, así como de
diseñar la intervención de forma acorde con sus necesidades,
teniendo en cuenta tanto sus características personales como su
historia y su contexto actual. Una vez más, conviene recordar a los
profesionales que la psicoterapia es mucho más que la mera
aplicación de las técnicas inventariadas en un libro o que ceñirse
al esquema “diagnóstico x tratamiento”.