Si,
sigo aquí, no he abandonado el blog. Estoy intentando hacer un poco
de hueco para escribir más, pero estas últimas semanas he tenido mucho trabajo y mucho
papeleo que hacer. Hoy voy a hablaros de una de las cosas que me
tiene muy (agradablemente) ocupado, un programa en el que participo
como colaborador externo.
Hace
una semana, el 23 de Enero, participé en una ponencia, junto a otras
compañeras, dentro de la “Jornada Interinstitucional de Atención
Temprana”, celebrada en Avilés y dedicada a “la coordinación
entre Salud Mental, Servicios Sociales y Educación”. En dicha
conferencia, presentamos el Programa de Apoyo a Familias (PAF), unos
de los programas del Centro de Iniciativas, Solidaridad y Empleo (CISE).
CISE
es una institución nacida en el año 1987 en Gijón, cuyo objetivo
inicial fue dar respuesta a un importante problema de desempleo.
Actualmente, tiene cuatro programas complementarios: de inserción socio-laboral, programa infanto-juvenil (centro de día), PAF y un
programa de reciente creación para apoyar a madres adolescentes.
PAF
es un programa de intervención psico-social dirigido a lo que se
suele denominar “familias multiproblemáticas”, una etiqueta que
hace referencia a familias en las que dos o más miembros atraviesan
por problemas psico-sociales. Atendemos a personas con ingresos bajos
(la atención es gratuita para ellos), en gran parte originarios de
países latinoamericanos, aunque también europeos y de otros lugares. Partimos de un enfoque sistémico, en un sentido
amplio, entendiendo que el foco de intervención son la familia y los
sistemas en los que están envueltos.
Por
norma general, el hecho de que haya dos o más problemas implica que
el número de instituciones intervinientes sea grande. Se trata de
familias “multiasistidas”, que suelen tener procesos abiertos con
Servicios Sociales, Salud Mental, Asociaciones y Centros Socio-educativos y de otro tipo, equipos de Orientación Escolar,
etc. Uno de los puntos más importantes del programa es el trabajo de
coordinación con el resto de intervinientes. En no pocas ocasiones,
este tipo de casos desafía a los profesionales que tratan de ayudar,
viéndose abrumados por la cantidad de dificultades presentes y, a
veces, arrastrados por las “narrativas saturadas de problemas”
(como diría Michael White) que traen consigo. Trabajar de forma
coordinada con otras instituciones facilita la creación de nuevas
historias, nuevos puntos de vista sobre las personas atendidas, en
los que salen a la luz sus puntos fuertes y potencialidades y se
reconoce el trabajo hecho por las partes implicadas. La falta de
comunicación entre los profesionales que tratan a una misma familia
puede crear problemas que, en última instancia, perjudiquen a
aquellos a los que queremos ayudar. Frente al conflicto y la
competencia entre organismos, nosotros abogamos por el respeto y
reconocimiento del trabajo de los otros.
Como
se puede entrever en el párrafo anterior, el enfoque de la terapia
narrativa es otro de los pilares de nuestras intervenciones. El uso de cartas y documentos escritos es habitual en el equipo. No nos
olvidamos tampoco de la teoría del apego de Bowlby ni de conceptos
de psicología evolutiva tan importantes como el andamiaje y la zona
de desarrollo próximo.
No
hacemos diagnósticos médicos al estilo de las clasificaciones como
la CIE-10 y el DSM-V. Diagnosticamos las dificultades de los miembros
de la familia y del sistema en si mismo, de manera que obtengamos una
guía acerca de en qué aspectos intervenir y de qué manera,
adaptando la ayuda proporcionada a las necesidades particulares de
cada caso. Los objetivos generales giran alrededor del cambio de
estrategias de afrontamiento ineficaces, mejora de la comunicación,
solución de problemas... así como los objetivos específicos
habituales que han mostrado ser eficaces en las terapias familiares
(trabajo con jerarquías, límites generacionales, pautas de
parentalidad positivas, etc). El programa cuenta también con un
servicio de mediación familiar.
El PAF está coordinado por una Doctora en Psicología y lo
completamos dos Terapeutas Familiares, una Psicóloga Sanitaria, dos
Psicólogos Clínicos y dos Trabajadoras Sociales. Todos tenemos
algún tipo de formación o experiencia en terapia familiar
sistémica. No solo somos un equipo, si no que también trabajamos en
equipo. Esto significa que, aunque sea solo una profesional la que se
encuentre dentro de la consulta con la familia, siempre tratamos con
otros integrantes del equipo cada caso individual en sesiones de
supervisión, informando previamente a los consultantes de ello. El
hecho de estar varios terapeutas implicados nos da mucha mayor
flexibilidad y versatilidad a la hora de intervenir.
No
tenemos un número limitado de sesiones. Trabajamos con citas
semanales o quincenales, habitualmente, de alrededor de 60-90 minutos
de duración. Utilizamos cuestionarios para evaluar el progreso de la
terapia y la relación terapéutica, haciendo un seguimiento a los 6
meses del alta del programa.
Desde
Mayo de 2015 y hasta el día de hoy, por el programa han pasado 140
familias, derivadas desde otros programas de CISE, salud mental
infantil, unidades y departamentos de orientación, servicios de
pediatría, etc.
En
definitiva, un modelo de intervención psico-social que tiene en
cuenta las relaciones, no solo familiares, si no sociales e
inter-institucionales, la comunidad, la multiculturalidad que busca
proporcionar una ayuda “a medida” según las necesidades de cada
familia, centrada en la búsqueda, desarrollo y potenciación de los
propios recursos. Trabajar con estas familias y con el resto del
equipo está siendo sin duda un experiencia muy enriquecedora y
gratificante para mi. El feedback que nos dan los profesionales que
trabajan en otros ámbitos y con los que nos coordinamos está siendo
muy bueno y nos invita a seguir trabajando, con muchas ganas, en esta
dirección.
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