Mi
última lectura, hasta la fecha, sobre psicoterapia ha sido “Prescritpive Psychotherapy. A practical guide to systematic
treatment selection”,
publicado por Oxford University Press en el año 2000, y cuyos
autores son Larry Beutler y Mark Harwood.
Beutler
es un psicólogo clínico norteamericano que actualmente dirige el
Centro Nacional de la Psicología del Terrorismo en Palo Alto
(California). Es principalmente conocido por el enfoque expuesto en el libro mencionado. El año pasado, con motivo de su presencia en el
Congreso de Psicología Clínica, se le realizó una interesante
entrevista que puede consultarse online en pinchando aquí. Por
su parte, Harwood es también psicólogo y cuenta con una amplia
experiencia en el campo de la psicoterapia, si bien es menos conocido
que el primer autor.
En
líneas generales, Beutler y Harwood proponen un método de
psicoterapia que tiene en cuenta ciertas características de los
clientes, que han demostrado estar correlacionadas con los resultados
de las intervenciones. No se trata de un nuevo paradigma de terapia
ni de una propuesta meramente teórica, si no de un procedimiento
basado en datos empíricos que pueden ayudar a sistematizar la
selección de las técnicas, procedimientos y tipos de tratamiento
que mejor encajen con cada persona que solicita ayuda profesional.
Es
un libro muy interesante y práctico, sencillo de leer y que va
directo al grano. Una obra a tener en cuenta por cualquier
profesional de la psicología clínica y que, por desgracia y de
forma inexplicable, no está traducido al castellano, a pesar de que
el enfoque de Beutler goza de mucha fama. Es curioso que en este país
se sigan traduciendo y publicando libros de técnicas específicas de
todo tipo pero no se haga lo mismo con trabajos que tratan de
aspectos más generales e importantes de cara a los resultados de la
terapia (factores comunes y de relación terapéutica, por ejemplo).
En cualquier caso, el libro se puede leer fácilmente sin necesidad
de poseer un nivel de inglés muy avanzado.
La
obra se divide en dos partes. La primera, a modo de introducción,
presenta el modelo de la “psicoterapia prescriptiva” y sus
fundamentos. La segunda se mete de lleno en los principios y
estrategias del tratamiento.
Aunque
se observa una clara preferencia, a lo largo de las páginas, por
técnicas cognitivo-conductuales y experienciales/humanistas, los
autores muestran un gran respeto por todos los modelos de
psicoterapia, resaltando que no existen diferencias significativas
entre unos y otros en cuanto a efectividad y que, desde hace décadas,
la tendencia de los profesionales es mayoritariamente hacia el
eclecticismo. Indican que la investigación ha mostrado que la
selección de un tratamiento en función de un diagnóstico
específico no es un método adecuado para obtener los mejores
resultados. La variabilidad entre las personas que son diagnosticadas
de una misma manera es muy amplia y el uso de un manual estructurado
no permite la flexibilidad necesaria para tratar con los problemas
humanos. Su propuesta es evaluar una serie de factores que se pueden
observar en cualquier persona y adaptar el tratamiento en
consecuencia.
Los
principios fundamentales de la psicoterapia prescriptiva son los
siguientes:
- El cambio terapéutico es mayor cuando el terapeuta es hábil, proporciona confianza, aceptación, validación, colaboración y respeto por el cliente y lo hace un un entorno que protege de los riesgos y proporciona máxima seguridad.
- El riesgo y la conservación se optimizan si se informa de manera realista al paciente acerca de la duración y eficacia probables del tratamiento y se ofrece una explicación clara de los roles y actividades que se esperan de él o ella durante el curso del tratamiento.
- Se obtiene beneficios cuando hay una correspondencia entre la intensidad del tratamiento y el nivel de discapacidad funcional.
- El cambio terapéutico es más probable cuando el paciente es expuesto a objetos o metas en los que existe evitación conductual o emocional.
- El cambio terapéutico es mayor cuando el balance relativo de intervenciones favorece el uso de procedimientos de entrenamiento de habilidades y la eliminación de síntomas en pacientes externalizadores o el uso de insight y procedimientos centrados en las relaciones en pacientes internalizadores.
- El cambio terapéutico es más probable si el foco inicial de cambio se centra en desarrollar nuevas habilidades e interrumpir síntomas disruptivos.
- El cambio terapéutico es más probable cuando los procedimientos terapéuticos no evocan resistencia en el paciente.
- El cambio es mayor cuando la directividad de las intervenciones está inversamente relacionada con el nivel de resistencia del paciente o cuando se prescribe de forma autoritaria la continuación de la conducta sintomática.
- La probabilidad del cambio es mayor cuando el nivel de estrés emocional del paciente es moderado.
- El cambio es mayor cuando se estimula la activación emocional de un paciente, en un entorno seguro, hasta que la respuesta problemática se reduce o desaparece.
Se indica que un terapeuta eficaz debe tener una serie de características,
tales como una actitud de respeto, empatía y calidez, conocimientos
de los principios que guían el cambio clínico, habilidades
técnicas, creatividad o la capacidad para implementar las intervenciones en los momentos adecuados.
Para
seleccionar el mejor tratamiento para cada paciente se centran en la
evaluación de los siguientes factores: nivel de discapacidad
funcional, estilo de afrontamiento del estrés, nivel de resistencia
de la consultante y nivel de angustia. Con el fin de valorar estas
características, proponen una serie de instrumentos de medida,
especialmente destinados a terapeutas principiantes y en formación,
señalando que pueden no ser necesarios para el psicoterapeuta
experimentado.
Por
lo tanto, además de establecer una sólida relación terapéutica
(requisito indispensable para que cualquier tipo de tratamiento
psicológico pueda ser eficaz), debemos conocer:
- El nivel de discapacidad funcional o gravedad del caso: si la situación es muy grave, la intensidad del tratamiento debe ser mayor. Esto se puede lograr, por ejemplo, aumentando la frecuencia y número de sesiones, incrementando la duración de la terapia o seleccionando un entorno de tratamiento determinado.
- El estilo de afrontamiento: aquí hay que hacer una diferencia entre aquellas personas consideradas externalizadoras (centradas en síntomas y conductas externas, con tendencia a depositar la responsabilidad en los demás) y las internalizadoras (se centran en sus propio mundo interior, con tendencia a la auto crítica y a la responsabilización excesiva). Si predominan signos y conductas del estilo externalizador, el foco de la intervención se centra en cambiar los síntomas conductuales; si, por el contrario, predomina el estilo internalizador, el foco se dirige a la toma de conciencia de los eventos mentales (pensamientos, emociones) relacionados con el problema.
- El nivel de resistencia: algunas personas tienen mayor necesidad de control y poder en las relaciones, siendo renuentes a seguir las indicaciones del profesional, mientras que otras son más propensas en seguir instrucciones. Podemos decir que las primeras tienen un nivel de resistencia alto y las intervenciones adecuadas para este tipo de casos deben ser indirectas o, en casos de resistencia muy alta, incluso paradójicas. El segundo tipo de personas muestra un nivel de resistencia bajo y se benefician de un estilo terapéutico más directivo.
- El nivel de angustia: en este caso se trata de conseguir que la persona tengan un nivel de activación emocional moderado, ni muy alto (esto interferiría con la concentración y el logro de objetivos) ni muy bajo (no existiría la suficiente motivación para el cambio). Las intervenciones irán dirigidas, entonces, a disminuir el nivel de angustia (en personas con alta activación) o a aumentar la activación y conciencia (en personas con bajos niveles de angustia).
Para
cada tipo de factor se proponen varias técnicas, tomadas de
diferentes modelos teóricos y de tratamiento, pero a modo de
sugerencia, dejando la elección del tipo de procedimiento concreto a
seguir de la mano del profesional, al que se le da libertad para
apoyarse en su propio paradigma, así como en las intervenciones por
él dominadas, siempre y cuando se ciñan a los principios expuestos.
En
definitiva, un libro que enfatiza la necesidad de llevar a cabo
psicoterapias eficaces, pero a la vez flexibles, que se adapten a las
características de los clientes, basado en la experiencia clínica y
con un buen número de sugerencias que pueden ayudar a mejorar el
desempeño profesional de cualquier psicólogo clínico interesado en
la terapia.
ResponderEliminarMuy interesante la descripción que haces del libro, va a resultar que merece la pena hacer un esfuerzo y leerlo en inglés, aunque sea con mi nivel macarrónico. Gracias!
Se lee fácilmente, a pesar del idioma, ya verás.
EliminarUn saludo.