El
sábado pasado, 5 de Mayo de 2018, celebramos en Oviedo la IV Jornada
de la Sociedad de Psicología Clínica Asturiana (SOPCA), de la que
fui presidente hasta ese mismo día. Quizás es momento de revelar
cómo terminé ocupando ese puesto. No fue cuestión de méritos si
no de una receta que incluía una pizca de desesperación, un poco de
arrojo y mucho esfuerzo. La realidad es que hace 3 años llegó el
turno de renovar la Junta Directiva y, por desgracia, no se presentó
ninguna candidatura. SOPCA corría el riesgo de terminar
desapareciendo si en unas semanas no aparecía nadie dispuesto a
tomar las riendas de la sociedad. Yo acaba de terminar la residencia
en aquel momento y era consciente de que había mucho por lo que la
psicología clínica todavía tenía que seguir peleando. Así que me
lancé, me ofrecí para evitar el naufragio y, afortunadamente, otras
personas decidieron implicarse en una nueva junta que, hasta el
sábado, ha estado funcionando y manteniendo con vida a este grupo de
especialistas.
Este
año hemos logrado no llegar a extremos y presentar una candidatura
que a partir de ahora va a formar la cabeza visible de SOPCA. Parece
mentira, pero aún siendo tan pocos se pueden lograr cosas
importantes. Por ejemplo, y hablando del suicidio, que fue el tema
monográfico de la IV Jornada: se está implementando en Asturias, a
lo largo de este año, un protocolo de suicidio del SESPA, del cual
SOPCA fuimos revisores. En el borrador inicial, se
indicaba que los psicólogos clínicos no podían dar de alta del
programa por no ser “médicos”. Sin embargo, si que somos
facultativos especialistas de área, lo que da legitimidad para
realizar cualquier acto clínico de este tipo, sin necesidad de ser
licenciados en medicina. Tuvimos que recurrir a un abogado y presentar
un informe jurídico. Con esto conseguimos cambiar esa parte del
protocolo. Una pequeña pero importante victoria.
El
suicidio llevaba semanas interesando a los medios de comunicación
asturianos, así como el citado protocolo. Por lo tanto parecía
pertinente que esta jornada abordara el tema. Y parece que acertamos.
La sede del evento se tuvo que cambiar del Colegio Oficial de
Psicólogos al Hospital Universitario Central de Asturias porque en
pocos días habíamos completado el aforo y necesitábamos un espacio
más grande. No recuerdo con exactitud la cifra, pero creo que hubo
entre 86 y 88 inscritos. Todo un éxito, teniendo en cuenta que la
jornada se hizo un sábado.
Empezamos
con Jose Ramón Quirós, que forma parte de la Dirección General de
Salud Pública y que llevó a cabo toda una proeza: presentar un
montón de datos estadísticos y no resultar aburrido, si no todo lo
contrario. Una exposición breve y amena que mostraba cómo había
cambiado la frecuencia de suicidios en Asturias, aumentando
especialmente en varones de mediana edad a partir de la crisis. Al
contrario de lo que se suele decir habitualmente, los datos nos
enseñaron que la crisis económica que comenzó en 2007-2008 aumentó
el número de suicidios. Y nos dejó con una reflexión muy
interesante: el número de accidentes de tráfico se ha reducido de
forma drástica en los últimos años y esto se consiguió no
interviniendo sobre la salud, si no con toda una serie de medidas
procedentes de diversos campos: mejorar la seguridad de los coches,
mejorar las carreteras, legislación, educación, etc. Quizás la
mejor manera de combatir las altas tasas de suicidio no sea solo
mediante lo sanitario: lo social, lo político y lo preventivo, entra
otras cosas, juegan un papel fundamental.
María
Teresa Reijas, doctora en psicología clínica y psicóloga clínica,
nos explicó su trabajo en un programa gallego de intervención
intensiva ante la conducta suicida. Los resultados del equipo son
realmente buenos y María Teresa ilustró su manera de trabajar,
dando algunas pincelas de la intervención terapéutica.
Delia
Guitián, psicóloga clínica venida también desde la vecina Galicia,
nos habló de la prevención, de los factores asociados a la misma,
las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y los
programas de prevención del suicidio, entre otras cosas de gran
interés. Tanto ella como su compañera mostraron tener un profundo
conocimiento de la materia y sus ponencias fueron muy bien recibidas
por el público, que se animó a participar con multitud de preguntas
y comentarios.
Por
la tarde, ambas psicólogas formaron parte de una mesa redonda junto
con Juan García Haro, psicólogo clínico del SESPA, que aprovechó
para realizar una pequeña exposición en la que nos ofreció su
visión sobre la conducta suicida. El debate fue intenso y pudimos
observar cómo ciertas ideas comunes aparecían en los diferentes
discursos: ¿es el suicidio síntoma de un trastorno o un signo de
problemas sociales, económicos y políticos? ¿Son suficientes los
protocolos que tenemos? ¿Se puede intervenir solo desde el ámbito
sanitario?
Organizar
unas jornadas exige cierto esfuerzo y acaba cansando. Pero resultados
como el del sábado pasado hacen que merezca la pena todo el trabajo
realizado. Desde aquí, como uno de los organizadores, mi agradecimiento público a ponentes, público y resto de la junta directiva de SOPCA por habernos regalado un día tan estimulante.
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