Hay
algunas cosas sobre las que a uno nunca le gustaría escribir.
Desgraciadamente, lo que está sucediendo estos días es una de
ellas. Hace pocas horas acaban de producirse varios
atentados terroristas en Bruselas, con la cifra (hasta el
momento), de unas 20 personas muertas y decenas de heridos. Unos días
antes, en Tarragona, al menos 13 universitarias fallecieron en un
trágico
accidente de autobús, pocas horas después de que un
avión se estrellara en Rusia, muriendo en el accidente 62
personas.
Estos
tres tristes sucesos tienen en común que se producen de forma
imprevista y repentina, causan daños importantes (humanos y
materiales) y que tienen consecuencias psicológicas adversas. Las
circunstancias requieren que se lleve a cabo una intervención
urgente e inmediata por parte de diferentes servicios (bomberos,
policía, protección civil, administraciones...) en el mismo
escenario del atentado o del accidente. Desde hace tiempo, los
psicólogos también forman parte del equipo multidisciplinar que se
desplaza para atender a la población afectada.
Los
afectados
Los
afectados, en este tipo de situaciones, son varios. En primer lugar
están aquellos que han sufrido en primera persona el accidente o
atentado y que han sobrevivido al mismo. Por otro lado, los
familiares, amigos y conocidos de los anteriormente mencionados, así
como de los fallecidos. Los intervinientes, los profesionales que se
desplazan hasta el lugar del suceso para ayudar, pueden verse también
seriamente afectados, por la situación con la que se encuentran y el
contexto en el que tienen que trabajar. Por último, algunos testigos
del evento traumático (directos o a través de la prensa y otros
medios), también pueden sufrir el impacto de lo ocurrido.
Consecuencias
psicológicas
En
el caso de accidentes masivos o desastres de cualquier tipo, no es
infrecuente que se observen algunos conductas colectivas, si bien no
tienen porque darse. Una de estas reacciones colectivas es la
denominada “conmoción-inhibición-estupor”, en el que se puede
observar a las víctimas caminando en silencio y en fila, con un
rumbo errático. Otras, al contrario de lo que se piensa, no son tan
habituales, como puede ser el miedo colectivo o las conductas de
pánico de masas.
A
nivel individual es probable que aparezcan una serie de síntomas
fisiológicos (palpitaciones, sudoración, diarrea, vómitos,
temblores...), cognitivos (pensamientos recurrentes, dificultad para
tomar decisiones, dificultades de concentración...), emocionales
(shock, ira, miedo, ansiedad, culpabilidad, tristeza...) y
conductuales (aumento excesivo de la actividad o disminución
exagerada de la misma), que suelen remitir en las semanas posteriores
al suceso. Son reacciones normales ante situaciones anormales, y no
indican la presencia de un trastorno mental. Solo se aconseja
consultar con un especialista cuando estos síntomas se mantienen
durante un largo período de tiempo o son de una intensidad difícil
de soportar. Aunque se ha hablado mucho del trastorno de estrés
postraumático, lo cierto es que solo un pequeño porcentaje de las
personas que sobreviven a este tipo de situaciones acaba cumpliendo
los criterios diagnósticos de ese trastorno.
Equipo
psicosocial de emergencias
Los
equipos de ayuda encargados de la parte psicológica y de la social
pueden estar formados por psicólogas, trabajadores sociales,
médicos, enfermeras y otro personal de apoyo. La intervención
psicológica en situaciones de emergencia, accidentes, catástrofes o
atentados cumple varias funciones, dirigidas a una serie de
objetivos: detectar las necesidades de actuación, organización y
planificación, intervenir con los afectados, asesorar a los gestores
de emergencias, cooperar y coordinarse con otros profesionales o
facilitar la intervención psicológica para aquellas intervinientes
que lo puedan necesitar, entre otras cosas.
En
algunas comunidades autónomas, los servicios de emergencia cuentan
con el apoyo de los colegios de psicólogos, que cuentan con un grupo
de profesionales preparados para ser movilizados en caso de requerir
su ayuda en una situación de emergencia.
La
intervención difiere en varios aspectos de la que se da en el
contexto de una consulta en un centro de salud o en un despacho
privado. Se lleva a cabo en el mismo lugar del suceso, en un contexto
no normalizado y desconocido. El escenario suele ser desalentador
(ruinas, restos del accidente, cadáveres...), no hay un plan previo
de actuación al tratarse de algo imprevisto y urgente, la
intervención es de tiempo limitado (1 o 2 días) y no se lleva a
cabo un seguimiento de los afectados por parte del mismo equipo.
Los
miembros de este equipo pueden actuar en diversos escenarios: lugar
del acontecimiento, centros de recepción y de información,
transporte de los afectados, tanatorios, albergues, hospitales...
Objetivos
de la intervención psicológica
La actuación de la
psicóloga no se limita a “escuchar y apoyar”. Eso es algo que
podría hacer de forma muy eficaz algún voluntario, tras recibir la
debida formación. Los psicólogos que trabajan en emergencias tienen
como objetivos: aminorar las consecuencias cognitivas, emocionales y
conductuales de los afectados; detectar y prevenir posibles
trastornos y encauzarlos; actuar como consultores y asesores de
emergencias, en cuanto a aspectos psicosociales; colaborar con el
resto de equipos; formar al personal; y atender a los intervinientes
que se puedan ver afectados.
Por lo tanto, la
ayuda psicológica sirve para restablecer el afrontamiento inmediato
de la situación, contribuir al restablecimiento físico, aliviar el
sufrimiento (que no eliminarlo), prevenir la aparición de trastornos
psicológicos y facilitar la reorganización de la actividad
habitual.
Intervenciones
psicológicas
En una situación
de accidente múltiple o catástrofe, la intervención psicológica
no se basa en técnicas específicas, si no más bien en actitudes y
habilidades terapéuticas. Durante la intervención in situ se ponen
en marcha lo que algunos expertos llaman “primeros auxilios
psicológicos”. En la mayoría de los casos bastará con esta
actuación. Una minoría requerirá una atención más continuada
mediante una terapia de crisis, pero esta función ya será
desempeñada por el especialista en su contexto habitual (consulta
ambulatoria).
La primera ayuda
psicológica debe seguir unos principios, que son determinados por
las circunstancias de la situación: proximidad (se realiza en el
mismo lugar del evento), inmediatez, simplicidad y la búsqueda de la
reestructuración de la experiencia de los afectados. En este
trabajo, el psicólogo ayuda a que víctimas y familiares descubran
sus propias capacidades de afrontamiento y a que las pongan en
práctica.
Las habilidades que
la psicóloga debe poner en marcha son tales como escuchar de forma
empática, transmitir calma, serenidad y afecto, aceptar y acompañar
en su proceso a cada afectada, facilitar la expresión emocional sin
cohibirla (pero, a la vez, tampoco forzándola, evitando la
retraumatización), ayudar a construir el relato de lo ocurrido,
facilitar la reunión con las personas del entorno del afectado,
trabajar la culpabilidad, cubrir necesidades básicas... En
determinados momentos se pueden aplicar técnicas específicas (por
ejemplo, técnicas de respiración en casos de crisis de ansiedad)
pero, como decía antes, generalmente es más importante el empleo de
una comunicación terapéutica. No estamos interviniendo con personas
con problemas de salud mental, si no con personas que están
reaccionando de forma normal ante una situación altamente estresante
e inusual. Por lo tanto, también es papel del psicólogo normalizar
este tipo de reacciones.
Efectos
sobre los intervinientes
Al tratarse de
situaciones tan duras y estresantes, cargadas de sufrimiento, es
frecuente que algunos de los profesionales y voluntarios que se
acercan para ayudar acaben presentando también algunas consecuencias
psicológicas que les produzcan malestar (incluidos los psicólogos,
que no somos inmunes a este tipo de cosas). Es función de la
psicóloga intervenir con aquellas compañeras que lo necesiten. Los
intervinientes pueden presentar los mismos síntomas que las víctimas
directas, mostrando, en ocasiones, síntomas del trastorno de estrés
agudo. Generalmente estas reacciones son normales y evolucionan
favorablemente durante los siguientes días. En caso contrario, sería
beneficioso consultar con un especialista.
He realizado varios
cursos de intervención en emergencias y en esta parte siempre se
habla de una técnica llamada “debriefing”. Resumidamente,
se trata de una reunión grupal con el equipo de intervención, entre
48 y 72 horas después del trabajo, en el que se anima a expresar lo
que se vivió y las emociones que suscitó. Sin embargo, la
Organización Mundial de la Salud ha desaconsejado este tipo de
intervención, al comprobarse en muchos estudios que no tienen ningún
efecto o incluso puede tener consecuencias negativas en algunas
personas.
Notas
finales
Lejos de querer ser
oportunista con lo sucedido estos días, este era un artículo que
tenía planificado escribir esta misma semana, aprovechando que estoy
preparando una sesión docente sobre este mismo tema para dentro de
unos días.
La pregunta de si
realmente es necesario que un equipo de psicólogos se presente en
este tipo de situaciones está en el aire. Conviene aclarar que la
intervención psicológica no es algo mágico que hace desaparecer el
sufrimiento o la ansiedad, ni tampoco lo pretende. La familia que ha
perdido a un miembro en un accidente o en un atentado no va a poder
evitar pasar su duelo y sufrir durante el tiempo que necesite. Desde
mi punto de vista, en estas situaciones lo más importante es la
parte humana de nuestra profesión, el saber acompañar y sentir
genuina compasión por los afectados, apoyando esto en el tipo de
habilidades y actitudes terapéuticas adquiridas a través de una
formación adecuada.
Mi
más sincero recuerdo
a los fallecidos en estos sucesos recientes y mi respeto para los
familiares, amigos y demás personas afectadas.
Yo soy una de esas personas activables desde mi COP.Un artículo sintetico y clarificador.Felicidades, Alberto
ResponderEliminarGracias Verónica. Me alegra que te haya gustado, más aún ahora que se que estás en el equipo de emergencias. Un saludo.
EliminarCreo que este es uno de los temas que más nos pone al límite a l@s psicólog@s, no solo por el impacto que genera la situación, sino porque la investigación, la metodología y el abordaje conceptual, aun parece insuficiente para que sea más tomado en cuenta nuestra participación. Creo que uno de los siguientes pasos tiene que ver con el trabajo multidisciplinario y la prevención, pues muchos de estos eventos, ya no parecen ser tan inesperados, pues el número de atentado crece cada vez más y se requiere una propuesta global, serie y viable.
ResponderEliminarSaludos desde Ciudad de México.