martes, 22 de marzo de 2016

Intervención psicológica en emergencias

Hay algunas cosas sobre las que a uno nunca le gustaría escribir. Desgraciadamente, lo que está sucediendo estos días es una de ellas. Hace pocas horas acaban de producirse varios atentados terroristas en Bruselas, con la cifra (hasta el momento), de unas 20 personas muertas y decenas de heridos. Unos días antes, en Tarragona, al menos 13 universitarias fallecieron en un trágico accidente de autobús, pocas horas después de que un avión se estrellara en Rusia, muriendo en el accidente 62 personas.

Estos tres tristes sucesos tienen en común que se producen de forma imprevista y repentina, causan daños importantes (humanos y materiales) y que tienen consecuencias psicológicas adversas. Las circunstancias requieren que se lleve a cabo una intervención urgente e inmediata por parte de diferentes servicios (bomberos, policía, protección civil, administraciones...) en el mismo escenario del atentado o del accidente. Desde hace tiempo, los psicólogos también forman parte del equipo multidisciplinar que se desplaza para atender a la población afectada.


Los afectados

Los afectados, en este tipo de situaciones, son varios. En primer lugar están aquellos que han sufrido en primera persona el accidente o atentado y que han sobrevivido al mismo. Por otro lado, los familiares, amigos y conocidos de los anteriormente mencionados, así como de los fallecidos. Los intervinientes, los profesionales que se desplazan hasta el lugar del suceso para ayudar, pueden verse también seriamente afectados, por la situación con la que se encuentran y el contexto en el que tienen que trabajar. Por último, algunos testigos del evento traumático (directos o a través de la prensa y otros medios), también pueden sufrir el impacto de lo ocurrido.

Consecuencias psicológicas

En el caso de accidentes masivos o desastres de cualquier tipo, no es infrecuente que se observen algunos conductas colectivas, si bien no tienen porque darse. Una de estas reacciones colectivas es la denominada “conmoción-inhibición-estupor”, en el que se puede observar a las víctimas caminando en silencio y en fila, con un rumbo errático. Otras, al contrario de lo que se piensa, no son tan habituales, como puede ser el miedo colectivo o las conductas de pánico de masas.

A nivel individual es probable que aparezcan una serie de síntomas fisiológicos (palpitaciones, sudoración, diarrea, vómitos, temblores...), cognitivos (pensamientos recurrentes, dificultad para tomar decisiones, dificultades de concentración...), emocionales (shock, ira, miedo, ansiedad, culpabilidad, tristeza...) y conductuales (aumento excesivo de la actividad o disminución exagerada de la misma), que suelen remitir en las semanas posteriores al suceso. Son reacciones normales ante situaciones anormales, y no indican la presencia de un trastorno mental. Solo se aconseja consultar con un especialista cuando estos síntomas se mantienen durante un largo período de tiempo o son de una intensidad difícil de soportar. Aunque se ha hablado mucho del trastorno de estrés postraumático, lo cierto es que solo un pequeño porcentaje de las personas que sobreviven a este tipo de situaciones acaba cumpliendo los criterios diagnósticos de ese trastorno.



Equipo psicosocial de emergencias

Los equipos de ayuda encargados de la parte psicológica y de la social pueden estar formados por psicólogas, trabajadores sociales, médicos, enfermeras y otro personal de apoyo. La intervención psicológica en situaciones de emergencia, accidentes, catástrofes o atentados cumple varias funciones, dirigidas a una serie de objetivos: detectar las necesidades de actuación, organización y planificación, intervenir con los afectados, asesorar a los gestores de emergencias, cooperar y coordinarse con otros profesionales o facilitar la intervención psicológica para aquellas intervinientes que lo puedan necesitar, entre otras cosas.

En algunas comunidades autónomas, los servicios de emergencia cuentan con el apoyo de los colegios de psicólogos, que cuentan con un grupo de profesionales preparados para ser movilizados en caso de requerir su ayuda en una situación de emergencia.

La intervención difiere en varios aspectos de la que se da en el contexto de una consulta en un centro de salud o en un despacho privado. Se lleva a cabo en el mismo lugar del suceso, en un contexto no normalizado y desconocido. El escenario suele ser desalentador (ruinas, restos del accidente, cadáveres...), no hay un plan previo de actuación al tratarse de algo imprevisto y urgente, la intervención es de tiempo limitado (1 o 2 días) y no se lleva a cabo un seguimiento de los afectados por parte del mismo equipo.

Los miembros de este equipo pueden actuar en diversos escenarios: lugar del acontecimiento, centros de recepción y de información, transporte de los afectados, tanatorios, albergues, hospitales...

Objetivos de la intervención psicológica

La actuación de la psicóloga no se limita a “escuchar y apoyar”. Eso es algo que podría hacer de forma muy eficaz algún voluntario, tras recibir la debida formación. Los psicólogos que trabajan en emergencias tienen como objetivos: aminorar las consecuencias cognitivas, emocionales y conductuales de los afectados; detectar y prevenir posibles trastornos y encauzarlos; actuar como consultores y asesores de emergencias, en cuanto a aspectos psicosociales; colaborar con el resto de equipos; formar al personal; y atender a los intervinientes que se puedan ver afectados.

Por lo tanto, la ayuda psicológica sirve para restablecer el afrontamiento inmediato de la situación, contribuir al restablecimiento físico, aliviar el sufrimiento (que no eliminarlo), prevenir la aparición de trastornos psicológicos y facilitar la reorganización de la actividad habitual.

Intervenciones psicológicas

En una situación de accidente múltiple o catástrofe, la intervención psicológica no se basa en técnicas específicas, si no más bien en actitudes y habilidades terapéuticas. Durante la intervención in situ se ponen en marcha lo que algunos expertos llaman “primeros auxilios psicológicos”. En la mayoría de los casos bastará con esta actuación. Una minoría requerirá una atención más continuada mediante una terapia de crisis, pero esta función ya será desempeñada por el especialista en su contexto habitual (consulta ambulatoria).

La primera ayuda psicológica debe seguir unos principios, que son determinados por las circunstancias de la situación: proximidad (se realiza en el mismo lugar del evento), inmediatez, simplicidad y la búsqueda de la reestructuración de la experiencia de los afectados. En este trabajo, el psicólogo ayuda a que víctimas y familiares descubran sus propias capacidades de afrontamiento y a que las pongan en práctica.

Las habilidades que la psicóloga debe poner en marcha son tales como escuchar de forma empática, transmitir calma, serenidad y afecto, aceptar y acompañar en su proceso a cada afectada, facilitar la expresión emocional sin cohibirla (pero, a la vez, tampoco forzándola, evitando la retraumatización), ayudar a construir el relato de lo ocurrido, facilitar la reunión con las personas del entorno del afectado, trabajar la culpabilidad, cubrir necesidades básicas... En determinados momentos se pueden aplicar técnicas específicas (por ejemplo, técnicas de respiración en casos de crisis de ansiedad) pero, como decía antes, generalmente es más importante el empleo de una comunicación terapéutica. No estamos interviniendo con personas con problemas de salud mental, si no con personas que están reaccionando de forma normal ante una situación altamente estresante e inusual. Por lo tanto, también es papel del psicólogo normalizar este tipo de reacciones.

Efectos sobre los intervinientes

Al tratarse de situaciones tan duras y estresantes, cargadas de sufrimiento, es frecuente que algunos de los profesionales y voluntarios que se acercan para ayudar acaben presentando también algunas consecuencias psicológicas que les produzcan malestar (incluidos los psicólogos, que no somos inmunes a este tipo de cosas). Es función de la psicóloga intervenir con aquellas compañeras que lo necesiten. Los intervinientes pueden presentar los mismos síntomas que las víctimas directas, mostrando, en ocasiones, síntomas del trastorno de estrés agudo. Generalmente estas reacciones son normales y evolucionan favorablemente durante los siguientes días. En caso contrario, sería beneficioso consultar con un especialista.

He realizado varios cursos de intervención en emergencias y en esta parte siempre se habla de una técnica llamada “debriefing”. Resumidamente, se trata de una reunión grupal con el equipo de intervención, entre 48 y 72 horas después del trabajo, en el que se anima a expresar lo que se vivió y las emociones que suscitó. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud ha desaconsejado este tipo de intervención, al comprobarse en muchos estudios que no tienen ningún efecto o incluso puede tener consecuencias negativas en algunas personas.



Notas finales

Lejos de querer ser oportunista con lo sucedido estos días, este era un artículo que tenía planificado escribir esta misma semana, aprovechando que estoy preparando una sesión docente sobre este mismo tema para dentro de unos días.

La pregunta de si realmente es necesario que un equipo de psicólogos se presente en este tipo de situaciones está en el aire. Conviene aclarar que la intervención psicológica no es algo mágico que hace desaparecer el sufrimiento o la ansiedad, ni tampoco lo pretende. La familia que ha perdido a un miembro en un accidente o en un atentado no va a poder evitar pasar su duelo y sufrir durante el tiempo que necesite. Desde mi punto de vista, en estas situaciones lo más importante es la parte humana de nuestra profesión, el saber acompañar y sentir genuina compasión por los afectados, apoyando esto en el tipo de habilidades y actitudes terapéuticas adquiridas a través de una formación adecuada.

Mi más sincero recuerdo a los fallecidos en estos sucesos recientes y mi respeto para los familiares, amigos y demás personas afectadas.

3 comentarios:

  1. Yo soy una de esas personas activables desde mi COP.Un artículo sintetico y clarificador.Felicidades, Alberto

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    1. Gracias Verónica. Me alegra que te haya gustado, más aún ahora que se que estás en el equipo de emergencias. Un saludo.

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  2. Creo que este es uno de los temas que más nos pone al límite a l@s psicólog@s, no solo por el impacto que genera la situación, sino porque la investigación, la metodología y el abordaje conceptual, aun parece insuficiente para que sea más tomado en cuenta nuestra participación. Creo que uno de los siguientes pasos tiene que ver con el trabajo multidisciplinario y la prevención, pues muchos de estos eventos, ya no parecen ser tan inesperados, pues el número de atentado crece cada vez más y se requiere una propuesta global, serie y viable.

    Saludos desde Ciudad de México.

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