Hoy
mi día ha comenzado con una triste noticia: la muerte de Salvador Minuchin, ocurrida hace dos días. Minuchin fue una de las figuras
más importantes de la terapia familiar, especialmente desde la
óptica sistémica, llegando a describir un método propio denominado
“terapia familiar estructural”.
Minuchin,
de nacionalidad argentina, además de ser conocido por su faceta de
terapeuta familiar, era también psiquiatra y pediatra. Durante su
larga vida (falleció con 96 años) llegó a ser catedrático de
pediatría y psiquiatría infantil en la Universidad de Pensilvania,
director de la Child Guidance Clinic de Filadelfia o fundador del
Family Studies de Nueva York, dedicando gran parte de su actividad
profesional a la formación de terapeutas familiares.
Algunas
de sus obras se consideran lecturas obligadas para cualquier
profesional que se quiera dedicar a la terapia familiar. Ha escrito
libros imprescindibles en este ámbito como “Familias y terapia
familiar” o “Técnicas de terapia familiar”. Personalmente,
recuerdo con cariño y nostalgia estas dos obras, ya que fueron de
los primeros libros que me prestó una de las psicólogas clínicas
que trabaja en el centro de salud mental donde comencé la residencia
y que leí con mucho interés. No conocí a Salvador, pero leyéndolo
uno se da cuenta que para ser capaz hacer determinadas intervenciones
en consulta tienes que ser Minuchin,
tener ciertas actitudes y características de personalidad que te
permitan decir cosas que puedan sonar muy provocadoras, pero hacerlo
de tal manera que las familias no solo no se sientan burladas o
insultadas, si no que incluso sean empujadas hacia un cambio
positivo para su bienestar.
Sus
observaciones acerca de la importancia de cuestiones tales como los
límites entre subsistemas, las
jerarquías, los roles de cada familiar, la presencia de alianzas o
las triangulaciones siguen teniendo un amplio calado hoy en el
trabajo terapéutico con familias. Quizás no fuera el primero, pero
si que podemos considerarlo uno de los pioneros a la hora utilizar la
terapia familiar como tratamiento de trastornos como la anorexia
nerviosa. Los trastornos de la conducta alimentaria han sido
abordados también por otros autores desde una óptica sistémica (el
grupo de Milán, liderador por Mara Selvini, por ejemplo) y hoy en día
la terapia familiar ha demostrador ser un tratamiento eficaz para la
anorexia (con mayor apoyo empírico inlcuso que la terapia
cognitivo-conductual) y la bulimia, tanto con adultos como con niños y adolescentes.
Probablemente
los trabajos de Minuchin, en su momento novedosos y estimulantes,
aportaron su granito de arena al desarrollo y estudio de la terapia
familiar y de su eficacia, beneficiando de esta manera a un gran
número de personajes aquejadass de problemas de salud mental como los
señalados.
Sirvan
estas líneas como homenaje y recuerdo a uno de los terapeutas
familiares más influyentes de todos los tiempos, que seguirá
siempre vivo en sus obras y enseñanzas.
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