martes, 16 de febrero de 2016

Afrontar la ansiedad

La ansiedad, en sus diversas formas, es algo que todas las personas experimentamos a lo largo de nuestras vidas. A veces lo llamamos “nervios”, otras “angustia”. La manera en que la experimentamos varía según las características de cada uno de nosotros. Y, en si misma, no es algo negativo. Se convierte en problemática cuando limita partes de nuestra vida (o toda ella), perjudica nuestra salud física y mental o nos impide adaptarnos a las circunstancias. Afortunadamente, cuando esto es así, un buen tratamiento psicológico realizado por un profesional competente puede ayudarnos a afrontar la ansiedad y a reducir la influencia que pueda tener en nuestro día a día.

La ansiedad como señal de alarma

Es complicado clasificar la ansiedad como emoción, sentimiento o sensación, por ejemplo, porque generalmente se trata de una experiencia que incluye componentes de esas diferentes categorías. Podemos decir que en el nivel cognitivo es algo que se experimenta como una preocupación, pensamientos acerca de la posibilidad de que algo vaya mal, que nos ocurra algo dañino a nosotros mismos o a personas importantes de nuestro entorno. En el nivel emocional suele asociarse al miedo, una de las emociones más universales que conocemos. Las manifestaciones en el nivel fisiológico, en el cuerpo, pueden incluir sensaciones como taquicardia, sudor, tensión muscular, falta de aire, mareo, dolores... Como decía antes, estas formas de presentación de la ansiedad varían mucho de una persona a otra; incluso la misma persona la puede experimentar de varias maneras en diferentes momentos de su vida.

La ansiedad cumple una función, como casi todo lo que sucede en nuestros cuerpos de forma habitual. Por lo tanto, es importante prestarle atención y escucharla cuando aparece. A veces nos puede costar identificarla, debido en parte a que se acompaña de sensaciones tan inespecíficas que es complicado saber de qué se trata realmente. Al igual que un ruido en el estómago nos puede avisar de que tenemos hambre o una garganta seca de que necesitamos beber, las sensaciones corporales y psicológicas asociadas a la ansiedad nos están avisando de que algo sucede. Cuando notamos ansiedad es como si nuestro sistema nervioso estuviera dando la voz de alarma y preparando a nuestro organismo para responder de la mejor manera posible. Por ejemplo, si yo veo un animal salvaje que se acerca hacia mí rápidamente voy a recibir señales de mi cuerpo que me indican que existe un peligro y que debo reaccionar emitiendo una determinada respuesta (correr, esconderme, apartarme, buscar ayuda...). Tal vez si no sintiera ninguna ansiedad, no podría responder con eficacia a la amenaza, mi cuerpo reaccionaría de forma más lenta y acabaría sufriendo algún tipo de daño.

Lo anterior nos sirve de ejemplo para aquellas ocasiones en que podemos ver fácilmente la causa de nuestra ansiedad. Sin embargo, en muchas ocasiones nos podemos sentir nerviosos y no saber muy bien por qué. El que desconozcamos la causa no significa que no exista ninguna o que simplemente sea una “enfermedad”. Determinados problemas físicos y orgánicos pueden causar ansiedad sin que haya una explicación psicológica, pero la mayoría de problemas de salud mental relacionados con la ansiedad que llegan a la consulta de psicología clínica suelen tener una causa de otro tipo. La señal de alarma está encendida, pero no sabemos de dónde viene la amenaza.

Cuando la ansiedad es excesiva es importante consultar con un experto, sobre todo porque pone en riesgo nuestra salud: afecta a nuestro corazón por su excesiva activación, disminuye nuestra concentración, puede afectar a nuestras defensas frente a determinadas enfermedades...

Manifestaciones clínicas de la ansiedad

En el siguiente cuadro se muestran diferentes diagnósticos considerados trastornos de ansiedad en los manuales de psicopatología:


Cuadro 1: manifestaciones clínicas de la ansiedad

Algunas claves para afrontar la ansiedad

Es imposible poder decir cuál es la mejor manera de hacer frente a la ansiedad en general. Es necesario hacer una buena evaluación del problema para encontrar la intervención más adecuada para cada persona. Por ello aquí solo voy a enumerar unas indicaciones generales que puedan servir de orientación para aquellas personas que necesiten ayuda.

- Prevenir (cuidado de uno mismo): en el caso de que todavía no se haya manifestado una ansiedad problemática, hay varias cosas que se recomiendan para prevenirla y que en general tienen que ver con el cuidado de uno mismo. Son consejos que se dan habitualmente para llevar una vida sana: ejercicio regular (buscar uno que no sea demasiado intenso y que se adapte a las preferencias personales), dormir las horas necesarias (variables para cada una), vigilar el consumo de sustancias estimulantes (café, té) y de otro tipo (alcohol, drogas), reservar un tiempo al día para hacer alguna actividad agradable, participar en actividades sociales y familiares...

- Normalizar: lo primero que tenemos que saber es lo que he venido comentando en párrafos anteriores, que la ansiedad es una respuesta normal de nuestro organismo, la mayoría de las veces. No es algo que se pueda “quitar”. Al contrario, intentar evitar sentir ansiedad a toda cosa puede limitar seriamente nuestra vida. Si alguna vez notamos sensaciones físicas o mentales de preocupación o miedo, podemos dedicar un momento a pensar qué está pasando: una época estresante en el trabajo, los exámenes que se acercan, una discusión de pareja, una enfermedad o intervención médica... son cosas que es normal que nos causen ansiedad y que no necesitan de la actuación de un profesional.

- Evaluación profesional: Si la ansiedad es muy alta, no sabemos de dónde viene o nos está perjudicando la mejor alternativa antes de tomar ninguna medida es consultarlo con un profesional cualificado. El médico de cabecera nos puede orientar en primera instancia, descartando la sospechas de algún problema orgánico. Si físicamente está todo bien, el siguiente paso será realizar una evaluación psicológica que ayude a determinar qué puede estar pasándonos. Se trata de desentrañar el significado de la alarma de nuestro cuerpo. Aquí será también importante estudiar la forma de presentación de nuestra ansiedad: como una preocupación excesiva por múltiples cuestiones (ansiedad generalizada), circunscrita a un hecho muy concreto (miedo a viajar en avión, a ciertos animales... fobias específicas), preocupaciones por nuestro aspecto, por el futuro...

- Técnicas de afrontamiento: Existen varios programas de relajación que pueden resultar de ayuda a muchas personas. A pesar de que haya libros o grabaciones con indicaciones de cómo llevar a cabo el procedimiento de relajación, siempre es preferible contar con el asesoramiento de un experto que nos guíe y resuelva las dudas que pudieran surgir. Con algunas prácticas como el yoga, la meditación, mindfulness, etc., también se pueden obtener buenos resultados. Si se acude a una actividad guiada de este tipo conviene informarse de la titulación que tiene la persona encargada de dirigirla.

- Tratamientos psicológicos: La terapia psicológica es un tratamiento de elección para los trastornos de ansiedad (fobias, crisis de ansiedad, ansiedad generalizada, trastorno obsesivo-compulsivo...). La psicoterapia es una buena opción cuando la ansiedad está motivada por algún problema humano y no se limita solo a un síntoma específico. La ansiedad como síntoma puede abordarse con procedimientos técnicos como la exposición (en todas sus variantes), la reestructuración cognitiva o la intención paradójica, por ejemplo. El objetivo de una psicoterapia bien planteada no debe ser que el psicólogo clínico libere al paciente de sus síntomas, si no que este último pueda adquirir una serie de estrategias que le permitan afrontar por si mismo las situaciones que le producen ansiedad. En ocasiones el objetivo de la terapia no será eliminar la ansiedad, si no aprender a convivir con ella y conseguir que la influencia que tenga sobre nuestra vida sea la menor posible.

- Tratamientos farmacológicos: los medicamentos ansiolíticos (aquellos que reducen la ansiedad) son de los fármacos más recetados en nuestro país. Aunque pueden ser de gran ayuda en momentos puntuales (ciertas crisis de ansiedad, por ejemplo), a largo plazo no solucionan el problema que hay detrás, la verdadera causa de la ansiedad. Además, algunos de ellos (las benzodiacepinas) tienen serios problemas en cuanto a la dependencia que causan, así como efectos secundarios comunes a muchos fármacos. Si se toman, se debe hacer siempre bajo prescripción facultativa y seguir un control continuo. Debido a que se recetan tan a menudo, es fácil que un familiar, pareja o amistad tenga alguno que nos pueda ofrecer si lo necesitamos. El consejo es no tomarlo nunca sin haberlo consultado con un médico especialista, preferiblemente psiquiatra.

 
Cuadro 2: Resumen de recomendaciones para afrontar la ansiedad

En definitiva, si notas algún síntoma que no puedes identificar, que te preocupa o está limitando tu vida, consultar con un experto puede ayudarte a mejorar mucho tu calidad de vida y prepararte para afrontar situaciones similares en el futuro.

viernes, 12 de febrero de 2016

Enfoques en psicoterapia

Desde que la psicoterapia surgiera formalmente en las primeras décadas del siglo XX, se han venido desarrollando una amplia variedad de enfoques teóricos, hasta el extremo de que hoy en día existen, literalmente, cientos de psicoterapias diferentes. Ya en 1987 Sol Garfield dijo lo siguiente: “Me inclino a predecir que en algún momento del próximo siglo habrá un tipo de psicoterapia para cada adulto en Occidente”.

Los diferentes tipos de psicoterapias se caracterizan por aportar sus propias teorías sobre el origen de los trastornos mentales, su significado y la manera de tratarlos. En ocasiones utilizan técnicas diferentes y modificaciones en el encuadre: la duración de las sesiones, la frecuencia de las entrevistas, número de participantes, forma de relacionarse con los consultantes, duración de la terapia...

Describir todas las terapias existentes sería una labor casi imposible y que excede con mucho el objetivo de este blog. Me limitaré a recurrir a una clásico distinción entre diferentes grupos de psicoterapias, recomendando al lector interesado en conocer algo más del tema el libro de José Luis Martorell, “Psicoterapias: escuelas y conceptos básicos”, publicado en la editorial Pirámide y el de Guillem Feixas, “Aproximaciones a la psicoterapia: una introducción a los tratamientos psicológicos”, publicado por Paidós.



Modelos psicodinámicos

Freud y el psicoanálisis son bastante conocidos a nivel popular. Probablemente podríamos afirmar que con el psicoanálisis surge la psicoterapia actual. En líneas generales, los autores afines a esta corriente afirman que en la mente de todo ser humano existe una parte consciente, otra preconsciente y otra inconsciente, además de diversas estructuras denominadas Ello, Yo y Superyo. Los síntomas psicológicos aparecen cuando hay un conflicto entre estas estructuras, como una forma de proteger al organismo frente a la ansiedad que causan ciertos deseos. El objetivo es que el terapeuta ayuda al paciente a hacer consciente lo inconsciente, habitualmente mediante intervenciones como la interpretación. Se trata tradicionalmente de tratamientos de larga duración (años), con sesiones muy frecuentes, en los que el psicoanalistas adopta cierta distancia frente a su cliente. Autores posteriores a Freud, como Jung, Adler o Winnicot, fueron modificando el enfoque inicial y añadiendo algunas modificaciones en su método.

En la actualidad algunas personas tienden a menospreciar este modelo, por considerarlo completamente acientífico. Sin embargo, los desarrollos actuales del psicoanálisis, los modelos psicodinámicas, han evolucionado mucho y adoptado características mucho más actuales y eficaces en el tratamiento de diversos trastornos, demostrando en varios casos su efectividad.

Modelos humanistas-existenciales

Aquí englobamos un amplio abanico de psicoterapias, como la humanista, la gestalt o la logoterapia. Son modelos que no se centran tanto en los síntomas como en la búsqueda personal de autorrealización. El ser humano se conceptualiza globalmente, fijándose en las potencialidades de cada uno, reforzando su autonomía y la búsqueda de sentido. El estilo del terapeuta suele ser poco directivo y se focaliza sobre todo en el encuentro personal con el cliente, en el momento presente, dejando las técnicas a un lado y buscando crear un clima caracterizado por la comprensión empática del que acude a consulta, su aceptación incondicional y el respeto. Aquí incluimos a autores como Carl Rogers (psicoterapia centrada en la persona), Fritz Perls (gestalt) o Viktor Frankl (logoterapia).

Modelos sistémicos

En ocasiones tendemos a confundir la orientación sistémica con la terapia familia, pero no tienen porque ser necesariamente la misma cosa. Hay terapias familiares que se basan en otros modelos, así como la terapia sistémica tienen en cuenta a otros sistemas, no exclusivamente a la familia. Los modelos sistémicas se basan en que las personas nos organizamos en sistemas, siendo uno de los más importantes la familia. Entienden que un sistema está formado por diversos elementos (los individuos), que se influyen mutuamente. Los síntomas o problemas mentales se interpretan como una forma que tiene un determinado sistema de intentar adaptarse a un cambio, pero una forma que no está resultando eficaz y que contribuye, sin quererlo, a mantener el problema. Por ejemplo, un niños de 8 años que empieza a comportarse muy mal cuando surgen conflictos serios entre sus padres. ¡Ojo! La terapia sistémica no culpa a la familia. Al contrario, se preocupa por ayudar a todos los familiares implicados a encontrar una manera más sana para todos de afrontar las dificultades que puedan tener uno o varios miembros del sistema.

Dentro de este modelo también existen diferentes escuelas, con sus propias particularidades: la escuela de Milán, el MRI, la psicoterapia centrada en soluciones...

Modelos conductuales

Se caracterizan porque entender que tanto la conducta normal como la “anormal” (los síntomas o trastornos) se adquieren de la misma manera: por aprendizaje. Siguen los principios del condicionamiento: refuerzo positivo, refuerzo negativo, castigo, evitación... Por lo tanto, consideran que la manera de solucionar el sufrimiento humano es cambiando las condiciones de contingencia de la conducta problema, ayudar a que la persona adquiera el reforzamiento de las conductas adecuadas. Los terapeutas de conducta dan más importancia a seguir una serie de técnicas más o menos estructuradas que a la relación terapéutica en si misma y, en general, son más directivos que los de otros enfoques. Sus procedimientos suelen estar bien definidos y manualizados.

Modelos cognitivos

Los modelos cognitivos sitúan el origen de los problemas de salud mental en la manera en que las personas procesamos la información. Es decir, cuando distorsionamos de alguna manera la información que recibimos de nuestro entorno, cuando estamos siendo “irracionales” o poco “lógicos” en nuestra forma de pensar. Creen que esta es la causa del sufrimiento, de manera que los procedimientos buscando enseñar a modificar nuestra forma de pensar. Forman parte de este enfoque autores muy conocidos en psicología como son Beck y Ellis, entre otros.

Modelos cognitivo-conductuales

Como el nombre indica, estos modelos surgen de la combinación de los enfoques cognitivo y conductuales. Se tienen en cuenta los principios de aprendizaje y condicionamiento, incluyendo los procesos mentales no observables como otro tipo de conductas que pueden ser aprendidas y modificadas.

En los últimos años han tenido un enorme desarrollo las conocidas como “Terapias de Tercera Generación” (la primera generación sería la terapia de conducta y la segunda la inclusión de los enfoques cognitivos), entre las que cabe destacar las terapias basadas en mindfulness, la terapia de aceptación y compromiso o la terapia dialéctico-conductual para el tratamiento del trastorno límite de personalidad. Son terapias centradas en la persona, no tanto en el diagnóstico, orientadas al momento presente y al cese de la lucha contra los síntomas (que muchas veces es lo que mantiene el problema).


Comparando las psicoterapias con los fabricantes de smartphones

Cuando se estudia la eficacia de la terapia psicológica el resultado que con más frecuencia se encuentra es que funciona. Y generalmente se encuentra que esto es cierto independientemente del enfoque teórico en que se base el tratamiento (me refiero en este caso a modelos de suficientemente avalados y con décadas de desarrollo a sus espaldas, como el cognitivo-conductual, el sistémico, el humanista y el psicodinámico, por ejemplo). A pesar de ello, desde algunas instancias se insiste en que el tratamiento cognitivo-conductual es el más eficaz, pero esto no es necesariamente cierto. Una terapeuta sistémica o humanista puede alcanzar resultados tan buenos como otra que se base en un modelo teórico diferente. La psicoterapia es algo más complejo que centrarse únicamente en el nombre del modelo. A veces uno se puede sentir como si fuera una competición de marcas, como cuando Samsung y Apple discuten quienes fabrican los mejores teléfonos. La cuestión es que si el teléfono se hace con buenos materiales (formación, características de la terapeuta), es seguro (ética profesional, transmisión de confianza y calidez personal) y práctico (relación de colaboración, centrada en los objetivos del cliente) podemos decir que funciona, que nos deja comunicarnos, independientemente de la marca que lleve impresa.

Ejemplificando a través de Gloria.

Para terminar pongo el enlace a unos vídeos en los que se puede ver trabajando a grandes psicoterapeutas desde diferentes enfoques: Rogers, Perls y Ellis. Corresponden a un documental grabado en 1965 y titulado “Tres enfoques de psicoterapia” en el que Gloria, una consultante real, se ofrece a ser grabada siendo atendida por los tres profesionales mencionados. 


 





lunes, 8 de febrero de 2016

Conociendo el PIR desde los ojos de una residente

El pasado sábado se llevaron a cabo en todo el territorio español las pruebas selectivas de acceso a la formación sanitaria especializada de psicólogos, enfermeras, médicos, biólogas, químicos, radiofísicos y farmacéuticas, en las que estaban inscritas más de 34.000 personas. La mayoría de la gente lo conoce como el “examen MIR”, y así suele aparecer mencionado en la prensa. Realmente el MIR es lo que hacen los médicos, pero existen otras especialidades que tienen una formación específica, con sus propias siglas: PIR (psicólogas), EIR (enfermeros), BIR (biólogos)... Hoy voy a explicar un poco en qué consiste el PIR.

Foto de El Comercio

El PIR nació hace más de 20 años en Asturias y posteriormente se extendió a todo el estado. Para conocer un poco cómo funciona, imaginemos que seguimos la trayectoria de un personaje imaginario. Llamémosle Paula, por ejemplo. Paula terminó en Junio de 2015 la carrera de psicología en la universidad de Oviedo y está convencida de que ella quiere dedicarse a la psicología clínica, a lo que la mayoría de las personas entiende que hace una psicóloga: atender personas con trastornos mentales. Como ya expliqué en otro lugar, actualmente la única vía para ser especialista en psicología clínica y, por tanto, poder tratar problemas de salud mental, es mediante la formación sanitaria especializada del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad y Paula lo sabe. Así que cuando llega el momento se inscribe en la convocatoria actual (todos los años hay una nueva convocatoria nueva). Está algo preocupada porque este año solo se ofertan 129 plazas y hay 4.000 personas inscritas. Va a tener que enfrentarse a un examen tipo test de 235 preguntas (más otras 10 de reserva), del que saldrá parte de su nota final (la otra vendrá de su expediente académico). En el examen le van a preguntar acerca de todas las materias que estudió en la carrera, desde psicopatología hasta terapias, pasando por psicofisiología, evaluación psicológica o psicología social. Se prepara durante meses estudiando muchas horas al día, realizando un esfuerzo considerable. Finalmente, hace un par de días hizo el examen y ahora le toca esperar a los resultados.

Avancemos un poco más en esta historia ficticia y veamos que va a pasar con Paula en el futuro. Nos la encontramos muy contenta tras comprobar que su puntuación está entre las 129 mejores de la prueba. ¡Enhorabuena! Ha conseguido obtener una plaza para hacer el PIR y ahora le toca elegir destino. El sitio en el que haga la residencia dependerá de su puesto en el examen, ya que cada uno de los nuevos residentes elegirá a dónde quiere ir por orden. Paula está de suerte, cuando llega su turno todavía queda libre una plaza de psicología clínica en Gijón, que es a donde ella desea ir.

Así, nuestra protagonista se embarca en su aventura personal. Firma su contrato en el hospital, que irá renovando hasta los cuatro años, momento en el que terminará la formación y obtendrá el título de Especialista en Ciencias de la Salud. Durante esos años empezará a formarse, pero no como un estudiante, ya que es una formación en la que tiene que trabajar (“probablemente la mejor manera de aprender”, dice ella) y tiene una serie de responsabilidades, así como de deberes y derechos. En definitivamente, tiene un contrato laboral y un sueldo. No es una becaria, ni una estudiante, está trabajando como si ya fuera una psicóloga clínica y adquiriendo muchísima experiencia.

Para que puedan aprender de todas las facetas de la salud mental y conocer todos los dispositivos de la red pública, Paula y sus compañeros PIR van cambiando de centro de trabajo cada cierto tiempo. Probablemente empiece estando 12 meses en un Centro de Salud Mental de adultos, donde asista como observadora al trabajo de otros especialistas y empiece a ver sola a sus propios pacientes (tal vez se sorprenda cuando haga recuento pasado el año y compruebe que atendió de forma autónoma a más de 100 personas). Los siguientes seis meses los va a pasar en un Centro de Rehabilitación Psicosocial, trabajando con trastornos mentales graves. Luego estará una temporada tratando adicciones, conociendo atención primaria y la imprescindible labor de nuestros médicos de familia (no siempre suficientemente valorada, en mi opinión), participando activamente en los programas hospitalarios de interconsulta y enlace, atendiendo a niños y adolescentes en un Centro de Salud Mental Infanto-Juvenil, en la unidad de hospitalización psiquiátrica con casos agudos y urgencias... En algún momento tendrá varios meses para escoger a dónde quiere ir, un sitio específico que todavía no conozca. Quizás dude entonces entre el hospital de día de trastornos de la conducta alimentaria y el servicio de atención psicosocial a la mujer. O tal vez otro diferente; depende en gran parte de ella. Además, espera con mucha ilusión el momento en el que pueda hacer una “rotación externa”, es decir, pasar unos meses en un dispositivo de fuera de Asturias (aún no se ha decidido si ir a Buenos Aires, a Londres o a un prestigioso hospital madrileño).

Organización anual recomendada para las rotaciones PIR


Estamos ahora en el verano de 2020 y Paula ha terminado su período como PIR. ¡Ya es Psicóloga Clínica! Dedica un tiempo a la reflexión y piensa en todo lo que ha aprendido y todo lo que ha hecho. Se da cuenta de que ha trabajado con adultos, con niños, con personas hospitalizadas; ha visto urgencias; ha participado en programas de drogas, de psicooncología, de trastorno mental grave... ha hecho grupos de duelo, de depresión y de ansiedad; ha aprendido a hacer buenas evaluación psicológicas, a diagnosticar y a tratar todo tipo de problemas; ha aprendido cómo funcionan los distintos dispositivos sanitarios; ha aprendido de psicólogos clínicos, psiquiatras, enfermeras, trabajadores sociales, terapeutas ocupacionales, administrativas, que han compartido en algún momento su camino. Pero sobre todo se da cuenta que de quien más ha aprendido es de los pacientes y usuarios. Ellos le han enseñado mucho más que algunos libros (porque si, en este período ha leído muchísimo). Y aprendió también de si misma.

A nuestra amiga Paula ahora le queda un nuevo camino por delante. Después del PIR se termina el contrato laboral y tiene que empezar a buscar un trabajo. Pero esa es otra historia...

Esta entrada va dedicada a todos los valientes que se presentaron el fin de semana al examen, especialmente a los alumnos de AsturPIROviedo. ¡Mucho ánimo!

Para saber más sobre la formación sanitaria especializada pincha aquí.
Más información sobre el programa de Psicología Clínica (BOE) aquí.
Más información todavía en la página de ANPIR.