viernes, 23 de septiembre de 2016

Reflexionando con el cine (y los electricistas)

Hoy traigo a este blog un par de recomendaciones cinematográficas con las que se puede tanto disfrutar como reflexionar sobre algunos aspectos relacionados con la psicología. Son dos películas muy lejanas en el tiempo y en cuanto al estilo, pero últimamente me he encontrado hablando con cierta frecuencia sobre ellas en consulta.

La primera de ellas es la más reciente, “Del revés”, una cinta de animación del año 2015, producida por Pixar y distribuida por Walt Disney. El argumento gira alrededor de la importancia de todas las emociones humanas, incluso aquellas que nos producen malestar. La película fomenta el saludable mensaje de la utilidad y aceptación de los sentimientos, de lo perjudicial de tratar de evitar, esconder o desterrar aquellos que no nos gustan. Un mensaje necesario en un mundo en el que muchas veces se difunde la falsa imagen de que sentirse de una determinada manera (enfadado o triste, por ejemplo) es algo “malo” o síntoma de algún tipo de trastorno mental. Muchas personas han aprendido a ocultar o negar emociones básicas como la ira, lo que puede dar lugar a serias dificultades a la hora de afrontar determinados problemas. “Del revés” es una película que toca ligeramente este tema, por lo que puede resultar muy didáctica para los niños y niñas y sus padres, además de ser muy divertida para personas de cualquier edad.


La otra recomendación es un clásico, “El ángel exterminador”, película de 1962 dirigida por Luis Buñuel y que cuenta la historia de un grupo de personas que no son capaces de salir de la habitación en la que se encuentran, a pesar de no existir ningún obstáculo visible que se lo impida. Simplemente, aunque quieren irse de allí, sienten que no pueden y eso los convierte en prisioneros. Aunque parece ser que la intención de Buñuel no era crear ninguna metáfora en particular con la historia, el contenido está abierto a múltiples interpretaciones. A mi me viene a la mente cuando alguien cuenta que se siente incapaz de hacer algo, a pesar de poseer las habilidades necesarias para poder llevarlo a cabo. Sin embargo, muchas veces el mero hecho de creer (quizás hasta el convencimiento y la supuesta certeza) que algo es imposible de conseguir crea una barrera que, efectivamente, confirma este pensamiento. En cualquier caso, lo mejor es que cada una la vea y piense en lo que le sugiere.



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Las trampas del pensamiento están puestas por todos lados. Ayer tuvimos un problema grave en el despacho: una inundación causada por un accidente en un piso superior. Debido al flujo del agua por techo y paredes la electricidad dejó de funcionar. Esta tarde, mientras esperaba a que el electricista llegara para revisar la instalación, me imaginaba que aquello iba a darle mucho trabajo: todavía hay mucha humedad y se ha filtrado por muchos sitios, así que no parecía que el problema se fuera a solucionar de una forma sencilla. El hombre llegó y solucionó aquello con un simple movimiento de dedo: volviendo a subir el interruptor de la entrada de la electricidad.

Hay ocasiones en las que los problemas que parecen más complicados se solucionan de la forma más simple (pero hay que saber qué tecla tocar, por supuesto).

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