Hoy
traigo a este blog un par de recomendaciones cinematográficas con
las que se puede tanto disfrutar como reflexionar sobre algunos
aspectos relacionados con la psicología. Son dos películas muy
lejanas en el tiempo y en cuanto al estilo, pero últimamente me he
encontrado hablando con cierta frecuencia sobre ellas en consulta.
La
primera de ellas es la más reciente, “Del revés”, una cinta de
animación del año 2015, producida por Pixar y distribuida por Walt
Disney. El argumento gira alrededor de la importancia de todas las
emociones humanas, incluso aquellas que nos producen malestar. La
película fomenta el saludable mensaje de la utilidad y aceptación
de los sentimientos, de lo perjudicial de tratar de evitar, esconder
o desterrar aquellos que no nos gustan. Un mensaje necesario en un mundo
en el que muchas veces se difunde la falsa imagen de que sentirse de
una determinada manera (enfadado o triste, por ejemplo) es algo
“malo” o síntoma de algún tipo de trastorno mental. Muchas
personas han aprendido a ocultar o negar emociones básicas como la
ira, lo que puede dar lugar a serias dificultades a la hora de
afrontar determinados problemas. “Del revés” es una película
que toca ligeramente este tema, por lo que puede resultar muy
didáctica para los niños y niñas y sus padres, además de ser muy
divertida para personas de cualquier edad.
La
otra recomendación es un clásico, “El ángel exterminador”,
película de 1962 dirigida por Luis Buñuel y que cuenta la historia
de un grupo de personas que no son capaces
de salir de la habitación en la que se encuentran, a pesar de no
existir ningún obstáculo visible que se lo impida. Simplemente,
aunque quieren irse de allí, sienten que no pueden
y eso los convierte en prisioneros. Aunque parece ser que la
intención de Buñuel no era crear ninguna metáfora en particular con la historia,
el contenido está abierto a múltiples interpretaciones. A mi me
viene a la mente cuando alguien cuenta que se siente incapaz de hacer
algo, a pesar de poseer las habilidades necesarias para poder
llevarlo a cabo. Sin embargo, muchas veces el mero hecho de creer
(quizás hasta el convencimiento y la supuesta certeza) que algo es
imposible de conseguir crea una barrera que, efectivamente, confirma
este pensamiento. En cualquier caso, lo mejor es que cada una la vea
y piense en lo que le sugiere.
* * *
Las
trampas del pensamiento están puestas por todos lados. Ayer tuvimos
un problema grave en el despacho: una inundación causada por un
accidente en un piso superior. Debido al flujo del agua por techo y
paredes la electricidad dejó de funcionar. Esta tarde, mientras
esperaba a que el electricista llegara para revisar la instalación,
me imaginaba que aquello iba a darle mucho trabajo: todavía hay
mucha humedad y se ha filtrado por muchos sitios, así que no parecía
que el problema se fuera a solucionar de una forma sencilla. El hombre
llegó y solucionó aquello con un simple movimiento de dedo:
volviendo a subir el interruptor de la entrada de la electricidad.
Hay
ocasiones en las que los problemas que parecen más complicados se
solucionan de la forma más simple (pero hay que saber qué tecla
tocar, por supuesto).
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