Me
había propuesto no usar este blog para quejarme demasiado, pero hoy voy a hacer
una excepción. ¡Es que me lo ponen difícil!
Hay
una cosa que me molesta mucho: la publicidad de “vende-humos”. Me molesta, pero
también me fascina hasta donde son capaces de llegar algunas personas con tal
de vender sus “servicios”. Hace tiempo comenzó a aparecer publicidad de este
tipo cada vez que entraba en mi cuenta de Instagram. Pinché en bastantes
anuncios para conocer más de cerca el método que usaban estos charlatanes, lo
que hizo que el algoritmo de la mencionada red social aumentara la cantidad de
anuncios de este tipo que me mostraba. No era difícil empezar a ver similitudes
entre unos y otros: “entra en esta MASTERCLASS GRATUITA donde te desvelaré las
3 CLAVES para vivir de tu negocio”; ofertas por tiempo limitado y exclusivas,
con suculentas rebajas SOLO PARA TI; supuestos testimonios o “pruebas” de los
resultados que ibas a obtener; una obsesión desmesurada por venderte la idea de
que podías alcanzar las “seis cifras mensuales” sin apenas mover un dedo;
métodos sencillos que cualquier podía seguir, pero que nadie te había contado
hasta ahora; resultados inmediatos; etc. Eran anuncios dirigidos a pequeños
empresarios, un público más vulnerable y preocupado por echar su negocio a
andar y poder sobrevivir. Algunos vídeos de Youtubers como Tamayo o LordDraugr
me aclararon muchas cosas.
Todo
lo anterior me indignaba, pero me el sentimiento se hizo todavía más
desagradable cuando empecé a ver anuncios dirigidos a psicólogos/as. Porque,
por supuesto, a nosotros también se nos intenta vender humo a menudo. Al final
y al cabo, somos un buen target: el número de licenciados/graduados en psicología es muy alto y las tasas de desempleo enormes. Si trabajas en el
ámbito sanitario o clínico privado es difícil construir y mantener una consulta
o despacho que sobreviva durante suficiente tiempo. Y ahí aparece el miedo del
que se aprovechan algunos/as. El miedo a no tener suficiente trabajo, a no
poder pagar las facturas, a no hacerlo bien, al fracaso. Por ese flanco atacan
estos psicólogos vende-humos.
Hay
dos tipos de estrategias que pueden usar para cazar a sus presas, dos formas de
intentar vendernos algo: ofrecerte un método infalible para ser mejor
profesional o las claves para “vivir de tus terapias” y ganar mucho dinero.
La
segunda estrategia no difiere mucho de lo que se ve en otros anuncios dirigidos
a pequeñas empresas de todo tipo: la promesa de tener más tiempo para ti mismo
y las cosas que te importan en la vida, trabajar menos y ganar más, siguiendo
unos pasos sencillos pero eficaces. Esto lo verás en propaganda en la que te
habla de “atraer clientes”, “vivir de tus terapias” y expresiones similares.
Seamos honestos: uno no elige la profesión de psicólogo para hacerse rico. Es
un trabajo con el que puedes vivir razonablemente bien (aunque la probabilidad de que esto suceda es baja), pero está lejos de ser
un campo en el que los ingresos sean altos. Más bien, lo normal es la
precariedad. Así que me resulta hiriente ver a otros psicólogos mostrar vídeos
con supuestas entrevistas a otros psicólogos que han logrado incrementar sus
ingresos de forma impresionante en poco tiempo (y, además, trabajando menos
horas… todo un prodigio digno de ser considerado un milagro), proclamando que “más
de 800 alumnos ya han logrado resultados trabajando con nosotros en 2023” y
cosas por el estilo. Todo ello acompañado de amplias sonrisas y una excelente
calidad de vídeo. Si investigas un poco, cuando es posible ver el nombre de
alguna de esas personas que, supuestamente, se ha beneficiado del método de
turno, encontrarás que se trata de gente que, en sus redes sociales, ofrece
servicios similares. Es inevitable pensar en las palabras “estafa piramidal” y
sus variaciones.
Pero
todavía me enerva más la primera estrategia: la de otros psicólogos vendiendo
el humo de su método para ser mejor terapeuta. Se trata de técnicas o enfoques
de terapia que, según sus proclamas, son increíblemente eficaces, te cambian la
vida (“y la de tus pacientes”), funcionan en el 100% de los casos (o el 200%,
ya puestos a exagerar…), etc. Son métodos que casi siempre van acompañados del
signo de marca registrada. Lo que se dice sobre ellos me recuerda a lo que
escribió Lilienfeld sobre el hype en psicoterapia (que puedes ver en otra entrada de mi blog).
Hace
tiempo, en un foro de profesionales de la psicología clínica, leí a varias
personas hablar sobre un tipo de terapia de pareja que desconocía. Algunas
personas se referían a “un antes y después” al formarse en dicho enfoque. Yo no
lo conocía, así que hice un poco de investigación de andar por casa (una
sencilla búsqueda en Google, claro). Me encontré con la página oficial en la
que se leía muchas veces el nombre del autor y el alto grado de eficacia que
tenía la terapia en cuestión. "¿Cómo es posible que no haya oído hablar de un
tratamiento tan útil, yo que creo estar al día con estas cosas?", pensé. Así que hice lo
que uno tiene que hacer en estos casos: consultas fuentes fiables, bases de
datos de artículos de investigación. ¿Resultados? Cero patatero. Aquí te dejo
una primera clave para saber cuándo te están vendiendo humo: para decir que una
terapia es eficaz, tienes que comprobarlo de alguna manera; y si logras
comprobarlo, te interesa publicar tus resultados en una revista, aunque no sea
la mejor del mundo. ¿Por qué? Porque así llegaría a más gente y habría más
personas interesadas en formarse en tu fantástico método. No deberías tener
dificultades para publicar, si realmente tienes tan buenos resultados, ¿verdad?
Pues esta gente, por ejemplo, no tenía nada publicado (bueno, si: su gurú ha
escrito varios libros, que creo que no están traducidos al español). Por
curiosidad, al ver que El Creador (yo creo que a él le gusta que lo escriban
así, con mayúsculas) del método ofrecía en su web sesiones de supervisión,
quise ver cuál era el precio: ¡nada más y nada menos que 600 dólares
norteamericanos por hora! Me quedo con las dudas de si es eficaz para la
terapia de pareja, pero no tengo dudas de que da muy buenos resultados a la
hora de engordar la cuenta corriente de su amado líder.
En
España también tenemos de esto, hasta en su peor versión. Profesionales recién
salidos de la carrera, más jóvenes incluso que yo (quizás es que les tengo un
poco de envidia por su edad, eso no lo voy a negar…) hablando del método que
crearon y del que se han beneficiado cientos y cientos de personas (¿cómo lo
hacen? ¿de dónde sacan el tiempo para ver a tantos consultantes en tan pocos
años?). Y, por supuesto, es “super sencillo”. Estos métodos siempre son
sencillos, los puede hacer cualquiera (yo creo que, hasta mi hijo de 3 años, si
lo apunto a algún curso de estos, se convierte en supershrink en 6 meses),
nadie se explica cómo es posible que nadie te haya contado este secreto tan
bien guardado en el grado, el máster, la residencia y cualquier otra formación
que hayas hecho. Otra clave te doy: si presumen de años de experiencia (algunos
deben contar los años del colegio, si no, no me lo explico), aluden a grandes
porcentajes de éxito, hablan de algo “revolucionario” … Desconfía. Tampoco te
fíes si presumen de haber publicado libros. Hoy en día, cualquiera puede
hacerlo (yo soy la mejor prueba de ello), auto-editándolo. Puede que veas
reseñas muy positivas en tu página de compra de libros favoritos, pero no
olvides que muchas veces están escritas por “bots” y son falsas. Es curioso
cuando ves un montón de reseñas de la misma fecha, usando expresiones
similares. Tampoco informa mucha que te digan que van por la enésima edición. A
menudo se habla de diferentes ediciones de un libro de forma deliberadamente
errónea, cuando en verdad debería decirse “tirada”. Que en libro tenga
diferentes ediciones implica que hay modificaciones entre una y otra. Pero es
un buen reclamo publicitario decir que un libro, que todavía no ha salido a la
venta, por ejemplo, ya va por la segunda edición. No, va por la segunda tirada
(una tirada es el número de ejemplares que se imprimen).
Cualquier
psicólogo/a quiere ser mejor profesional. Sobre todo, si estás empezando, la
inseguridad es normal y generalizada. La ansiedad consecuente puede hacerte
picar y comprar algo que va más dirigido a crearte una falsa sensación de
seguridad que a mejorar tus competencias. Y te lo van a cobrar bien. He visto
un método para trabajar con casos de trauma del que te venden un curso de 38
horas por más de 1000 euros. Eso sí, el método es muy eficaz, aunque no haya
ningún estudio que lo haya demostrado. Además, te venden materiales propios
para usar en consulta (tarjetitas con dibujitos y marca registrada... tal cual).
¿Quieres un manual para crear apego seguro de 174 páginas, con anillas para
quitar y poner tarjetas muy coloridas? Es tuyo por solo 450 euros (+ IVA). ¿Quieres
unas “tarjetas terapéuticas” que vienen en una caja muy chula multicolor? Ve soltando 499 euros
(+ IVA). ¿Es mucho dinero? No te preocupes, que luego te vendemos un método
para hacerte rico viviendo de tus terapias. Un plan sin fisuras.
¿Cómo
no caer en estas trampas, si tocan miedos universales? Es normal, ves a alguien
que se presenta como “Creador del método de mayor precisión en psicoterapia”
y enseguida te dejas seducir por la idea de participar en una formación que,
esta vez si y definitivamente, te convierte en un clínico sumamente eficaz. Y si
no te sirve con el curso, te ofrecen servicios de supervisión que te prometen
aprender a saber qué hacer exactamente en cada caso. Déjame que te diga una
cosa incómoda: no existen tales métodos 100% eficaces. Huye en otra dirección
cuando veas este reclamo. La psicología clínica implica trabajar con un alto
grado de incertidumbre y reconocer los límites de lo que podemos hacer, siendo
conscientes de que hay variables en la vida de las personas las que atendemos
que tienen mucha mayor influencia que nuestras mejores técnicas y habilidades
terapéuticas.
Por
supuesto, no todo es humo. Hay métodos mejores y profesionales con cualidades
fantásticas que los convierten en grandes maestros. También hay quienes ofrecen
servicios más dirigidos a la parte empresarial del trabajo del psicólogo que lo
hacen de forma honesta y eficaz, sin crear falsas expectativas. Conozco casos
de este tipo, pero tampoco he escrito esto para hacerle publicidad a nadie.
Para
terminar, por si puede servir de algo, dejo aquí una tabla de mi libro donde aparecen
algunas claves para identificar cuando nos están vendiendo humo a los
psicólogos (cambia la palabra "terapia" o "tratamiento" por "método" y adáptala a la situación en la que se está hablando de lo que he denunciado en este artículo):
Conflicto
de intereses: aunque creo que mi crítica no tiene
que ver con lo que voy a decir ahora, me parece justo señalarlo. Yo también
ofrezco cursos de formación y sesiones de supervisión para psicólogos/as, así
que se podría pensar que esta entrada está motivada por algún tipo de
envidia/competencia. No creo que sea el caso, pero no está de más dejar constancia de
esta posibilidad (podría no ser consciente de ello).