Hay libros de psicoterapia que
ya sabes de antemano que van a ser buenos en función de quiénes son
los autores. Y cuando digo “buenos” no me refiero a que
necesariamente te tengan que gustar, si no su rigor y relevancia
clínica. Es el caso de la obra que tengo entre mis manos,
“Principles of Change: How Therapists implement research in practice”, editada
por Castonguay,
Constantino y Beutler,
tres grandes figuras de la investigación en psicoterapia.
El
libro, como indica su subtítulo, trata de mostrar ejemplos de cómo
aplicar en la práctica clínica lo que dice la investigación con
respecto a una serie de factores relacionados con buenos resultados,
más allá de los diagnósticos y las marcas de terapia. “Combinar
conocimiento de estas fuentes, sin embargo, requiere que reconozcamos
que la psicoterapia es más compleja que la aplicación de un paquete
de intervenciones estandarizadas y secuenciadas a tipos de clientes,
bajo la suposición de que esas intervenciones son, por encima de
cualquier otra cosa, los factores primarios responsables de la
mejoría terapéutica. Esta suposición, que subyace al método
de estudiar la psicoterapia mediante ensayos clínicos aleatorizados
(ECA), está desfasada y es ingenua. Mientras que los ECA privilegian
la contribución del diagnóstico del cliente y el modelo de terapia,
una visión más amplia e integradora de la psicoterapia, basada en
la evidencia, enfatiza los factores del cliente más allá del
diagnóstico, los factores del terapeuta (incluyendo efectos
entre-terapeutas), procesos diádicos y la necesidad de personalizar
el tratamiento a cada individuo y contexto”.
De nuevo, podemos ver como
los expertos en la materia siguen indicando que el camino para llevar
a cabo una terapia psicológica eficaz nos lleva hacia la integración
y el diseño de tratamientos a la medida de cada persona y sus
necesidades.
Siguiendo
el espíritu del libro, se pueden identificar dos partes. La primera
y más breve reúne una serie de principios del cambio: “los
autores tradujeron la evidencia científica a principios del cambio
que puedan servir como guías clínicas sin estar atados a modelos
teóricos o terminologías particulares”.
Es decir, están pensados para poder ser aplicados por profesionales
que trabajen desde diferentes enfoques. De la pericia de los clínicos
dependerá el saber traducir estos principios a los términos
propuestos en su modelo de referencia.
Les
ha llevado tres años analizar las mejores referencias disponibles y
la información más actual para poder delinear 38 principios basados
en la evidencia que han agrupo en cinco categorías:
-
Pronóstico del cliente: características de las personas asociadas a mejoría tras el tratamiento.
-
Moderadores del cliente: características de las personas presentes antes de la terapia y que interaccionan con ella, influyendo en su eficacia.
-
Procesos del cliente: conductas de la persona presentes durante la terapia que influyen en los resultados.
-
Relación terapéutica: elementos de la interacción entre la persona y el clínico que facilitan o interfieren con el cambio.
-
Intervenciones del terapeuta: conductas del clínico llevadas a cabo durante el tratamiento y que facilitan o dificultan el cambio.
En
las siguientes tablas se encuentran los 38 principios del cambio
identificados:
Pero lo que me resulta más interesante y estimulante de este libro, y que supone el grueso del mismo, es el hecho de contar con profesionales que se dedican a la práctica clínica y a los que se les ha pedido que analicen varios casos propuestos por los autores, con el objetivo de mostrar cómo aplicarían en un tratamiento real los principios del cambio que tuvieran relevancia en cada uno de los casos. De momento solo he leído la primera aportación y ha sido muy agradable (y sorprendente) ver como las propuestas de intervención de un profesional que se define como cognitivo-conductual serían muy similares a las que yo mismo haría para abordar esos casos, aunque no utilice el mismo modelo teórico como referencia habitual. Resulta también interesante ver la aparente facilidad y naturalidad con la que el autor es capaz de relacionar sus intervenciones con los principios del cambio, mostrando que la aplicación del conocimiento científico a la práctica clínica real no solo es posible, si no que probablemente es mucho más frecuente de lo que algunos creen.
Por
cierto, en la proporción de principios asociados a las personas que
acuden a terapia frente a lo que hacen los clínicos de nuevo se
puede apreciar quiénes son los verdaderos artífices del cambio y,
por lo tanto, lo fundamental que es tener en cuenta sus
características y recursos a la hora de realizar una intervención
efectiva, que deberá adaptararse a ellos y ellas, necesariamente.
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