jueves, 12 de marzo de 2020

Principios del cambio en psicoterapia


Hay libros de psicoterapia que ya sabes de antemano que van a ser buenos en función de quiénes son los autores. Y cuando digo “buenos” no me refiero a que necesariamente te tengan que gustar, si no su rigor y relevancia clínica. Es el caso de la obra que tengo entre mis manos, “Principles of Change: How Therapists implement research in practice”, editada por Castonguay, Constantino y Beutler, tres grandes figuras de la investigación en psicoterapia.


El libro, como indica su subtítulo, trata de mostrar ejemplos de cómo aplicar en la práctica clínica lo que dice la investigación con respecto a una serie de factores relacionados con buenos resultados, más allá de los diagnósticos y las marcas de terapia. “Combinar conocimiento de estas fuentes, sin embargo, requiere que reconozcamos que la psicoterapia es más compleja que la aplicación de un paquete de intervenciones estandarizadas y secuenciadas a tipos de clientes, bajo la suposición de que esas intervenciones son, por encima de cualquier otra cosa, los factores primarios responsables de la mejoría terapéutica. Esta suposición, que subyace al método de estudiar la psicoterapia mediante ensayos clínicos aleatorizados (ECA), está desfasada y es ingenua. Mientras que los ECA privilegian la contribución del diagnóstico del cliente y el modelo de terapia, una visión más amplia e integradora de la psicoterapia, basada en la evidencia, enfatiza los factores del cliente más allá del diagnóstico, los factores del terapeuta (incluyendo efectos entre-terapeutas), procesos diádicos y la necesidad de personalizar el tratamiento a cada individuo y contexto”. De nuevo, podemos ver como los expertos en la materia siguen indicando que el camino para llevar a cabo una terapia psicológica eficaz nos lleva hacia la integración y el diseño de tratamientos a la medida de cada persona y sus necesidades.

Siguiendo el espíritu del libro, se pueden identificar dos partes. La primera y más breve reúne una serie de principios del cambio: “los autores tradujeron la evidencia científica a principios del cambio que puedan servir como guías clínicas sin estar atados a modelos teóricos o terminologías particulares”. Es decir, están pensados para poder ser aplicados por profesionales que trabajen desde diferentes enfoques. De la pericia de los clínicos dependerá el saber traducir estos principios a los términos propuestos en su modelo de referencia.

Les ha llevado tres años analizar las mejores referencias disponibles y la información más actual para poder delinear 38 principios basados en la evidencia que han agrupo en cinco categorías:

  • Pronóstico del cliente: características de las personas asociadas a mejoría tras el tratamiento.
  • Moderadores del cliente: características de las personas presentes antes de la terapia y que interaccionan con ella, influyendo en su eficacia.
  • Procesos del cliente: conductas de la persona presentes durante la terapia que influyen en los resultados.
  • Relación terapéutica: elementos de la interacción entre la persona y el clínico que facilitan o interfieren con el cambio.
  • Intervenciones del terapeuta: conductas del clínico llevadas a cabo durante el tratamiento y que facilitan o dificultan el cambio.

En las siguientes tablas se encuentran los 38 principios del cambio identificados:
 
 

 
Pero lo que me resulta más interesante y estimulante de este libro, y que supone el grueso del mismo, es el hecho de contar con profesionales que se dedican a la práctica clínica y a los que se les ha pedido que analicen varios casos propuestos por los autores, con el objetivo de mostrar cómo aplicarían en un tratamiento real los principios del cambio que tuvieran relevancia en cada uno de los casos. De momento solo he leído la primera aportación y ha sido muy agradable (y sorprendente) ver como las propuestas de intervención de un profesional que se define como cognitivo-conductual serían muy similares a las que yo mismo haría para abordar esos casos, aunque no utilice el mismo modelo teórico como referencia habitual. Resulta también interesante ver la aparente facilidad y naturalidad con la que el autor es capaz de relacionar sus intervenciones con los principios del cambio, mostrando que la aplicación del conocimiento científico a la práctica clínica real no solo es posible, si no que probablemente es mucho más frecuente de lo que algunos creen.

Por cierto, en la proporción de principios asociados a las personas que acuden a terapia frente a lo que hacen los clínicos de nuevo se puede apreciar quiénes son los verdaderos artífices del cambio y, por lo tanto, lo fundamental que es tener en cuenta sus características y recursos a la hora de realizar una intervención efectiva, que deberá adaptararse a ellos y ellas, necesariamente.

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