martes, 8 de noviembre de 2022

Cómo destruir mi profesión (haciéndola innecesaria)

Imagínate que te has levantado con mal pie y de un humor de perros, harto de la psicología clínica y dispuesto a terminar con ella. Supón que tienes tus motivos, sean los que sean, para hacer que los que nos dedicamos a este nos quedemos sin trabajo. Lo tuyo no va con la psicología en general, solamente con la rama clínica y de la terapia. Lo tienes decidido y nadie va a hacer que cambies de opinión. Pero el tema es complicado: erradicar de la faz de la tierra toda una especialidad no parece tarea sencilla. Hay que pensar a largo plazo. Sin embargo, yo estoy dispuesto a orientarte. Porque si, me gusta mi profesión, pero más gusta pensar en un mundo en el que no hiciera falta. Por eso te ofrezco mi ayuda, la mejor vía para terminar con un oficio: hacerlo completamente innecesario.

Aquí vienen una serie de consejos. No vas a poder seguirlos sin ayuda, necesitarás que toda la sociedad se implique. Pero te aseguro que el esfuerzo merecerá la pena. Quizás no para ti ni para mí, pero puede que sí para las siguientes generaciones.

 

 

Cambia el contexto sociopolítico

Casi nada, ¿verdad? Lo cierto es que, lo creas o no, lo más eficaz sería comenzar por cambios grandes que afecten a toda la sociedad, y eso incluye factores culturales, económicos y políticos. Si consigues que los gobiernos comiencen a propiciar condiciones de vida dignas y justas para todo el mundo, habrás dado un paso de gigante hacia la destrucción de la psicología clínica. Logra que se legisle de tal manera que el bienestar esté prácticamente garantizado para cada ser humano. Propicia redes comunitarias en los que el apoyo mutuo sea algo que surge sin dificultad y la cosa irá por buen camino. No te olvides de reforzar la sanidad y aumentar los recursos que permitan cuidar a quienes más lo necesiten de una forma adecuada, eficaz y compasiva.

 

Reduce desigualdades

Te lo recuerdo: sociedades en las que hay mayores desigualdades llevan a mayores problemas de salud mental. Aquí podemos incluir cuestiones básicas como la vivienda, el trabajo o los ingresos económicos y otros factores relacionados con la discriminación por cuestiones de género, etnia, cultura, etc. Trabaja para que haya más igualdad y el mismo tipo de oportunidades para todos. Esfuérzate por construir relaciones de respeto frente a la diversidad de todo tipo. Contribuye a fomentar una forma de organizar las relaciones humanas en las que prime la colaboración y donde la competición pase a un segundo plano. Termina con las diferencias extremas entre poderosos y sometidos.

 

Cambia las interacciones familiares

Cuida a tu familia y ayuda a crear un contexto en el que todas las familias aprendan a hacerlo también. Ofrece recursos eficaces para que seamos capaces de crear y mantener relaciones satisfactorias con nuestros hijos, parejas, hermanos, padres… Fomenta los buenos tratos. Un gran porcentaje de problemas psicológicos se cuecen en relaciones familiares disfuncionales donde destacan los malos tratos, la descalificación, los abusos, la negligencia, etc. Encuentra la manera de que todas las familias sean lo que deben ser: un lugar seguro donde refugiarse y nutrirse, donde aprender a adaptarse al mundo, a ser autónomo (pero consciente de que necesitamos de los demás para sobrevivir), a respetar la diversidad, a fomentar la creatividad y cultivar el respeto por los otros, la naturaleza, la vida en toda su extensión.

  

Termina con guerras y otro tipo de violencias

La destrucción causada por la mano del ser humano es la que mayor probabilidad tiene de crear traumas en las personas, ya sea por las propias consecuencias directas (violencia física y sexual, deprivación, destrucción de los medios necesarios para sobrevivir, discriminación, separación de las personas relevantes en nuestras vidas…), como por las indirectas (ver sufrir a otros, la impotencia y la frustración, las consecuencias políticas…). No te conformes con tararear la manida canción de Lennon y céntrate en acciones que lleven a una convivencia pacífica. Esto tampoco lo puedes hacer tú solo. Hará falta, otra vez, políticas que contribuyan a que la guerra, el terrorismo, el asesinato y demás dejen de cumplir una función. ¿Demasiado idealista? ¿Ilusorio? ¿Una fantasía absurda? Quizás, pero…

 

Protege el medio ambiente y fomenta condiciones de vida saludables

Quizás hayas pensado que hay que ir solo a lo psicológico, como si esto fuera ajeno al cuerpo. Déjame que te explique una cosa: si no te alimentas de forma adecuada, descansas lo que necesitas y respiras un aire suficientemente saludable, difícilmente te encontrarás bien. Claro, hay una parte que depende de cada uno, pero la más relevante tiene que ver con lo básico: que todos tengamos acceso a agua potable, a comida saludable, a abrigo, techo y a un entorno libro de tóxicos. Y para eso tenemos que repartir bien los recursos de los que disponemos. ¿Ves? Todo está relacionado. Volvemos al primer punto: habrá que organizar el mundo para que haya más igualdad y que se garanticen unas condiciones de vida dignas.

 

Cambia el modelo educativo

Tranquilo, no estoy pensando en los contenidos de la enseñanza obligatoria (que también), si no más bien en la forma de organizarla, en cómo tratamos de enseñar a niños y adolescentes a aprender, a pensar por sí mismos, a ser críticos, solidarios, imaginativos, respetuosos, afectivos… El cambio afectaría a la organización de los centros educativos, al sistema de evaluación, el método y, no menos importante, la manera que tienen profesores y demás empleados de interactuar con sus alumnos. No digo que aprender a hacer ecuaciones o a ubicar todos los ríos en el mapa no sea útil, pero quizás no lo es tanto como poder desarrollar otro tipo de habilidades más universales y necesarias para una convivencia saludable.

 

Tal vez estés pensando que todas estas cosas no van a impedir que sigan sucediendo situaciones que nos lleven a sufrir. Y tienes razón, el sufrimiento es inevitable. La diferencia es que, de cumplirse todo lo anterior, la probabilidad de que dicho sufrimiento se convirtiera en un problema psicológico sería menor. E incluso si se llegara a ese punto, habríamos desarrollado redes y recursos que ayudarían a la persona de una forma más natural a afrontar las dificultades con las que se encontrase, sin necesidad de acudir a ningún psicólogo clínico.

¿Te sorprende que no haga alusión a “causas” internas, como los neurotransmisores, los genes y todas esas cosas? Bueno, quizás sea hora de que sepas que los problemas de salud mental no vienen de dentro, si no de fuera. Léete, por ejemplo, este artículo publicado hace unas semanas en The Guardian. Quizás te ayude a entender un poco más lo que trato de transmitirte.


Habría muchas más cosas, pero no te quiero abrumar y creo que ya te ha dado bastantes consejos que, si te decides a seguirlos, te van a dar mucho trabajo. Y yo, de verdad te lo digo, estoy dispuesto a ayudarte. Si es de esta manera, estaré encantando de quedarme sin empleo.

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