En
psicología clínica, al igual que en otras disciplinas relacionadas
con la salud mental, la supervisión es una actividad que se lleva a
cabo a lo largo de toda la carrera profesional (o, al menos, eso
sería lo aconsejable). La Asociación de Psicología Americana (APA)
define la supervisión clínica como: “un servicio profesional
que emplea una relación colaborativa que tiene
componentes facilitadores y valorativos, que se extiende a lo largo
del tiempo, cuyas metas son mejorar la competencia profesional y la
práctica científica del supervisado, monitorizar la calidad de los
servicios proporcionados, proteger al público, y
proporcionar una función de control de entrada a la profesión”.
Esta es la traducción de parte de la definición que aparece en la
guía de supervisión clínica de la APA, donde también se describe
el concepto de supervisión basada en la competencia,
como “un enfoque metateórico que identifica
explícitamente los conocimientos, habilidades y actitudes que
comprenden las competencias clínicas, informa sobre estrategias de
aprendizaje y procedimientos de evaluación y cumple criterios de
referencia consistentes con las prácticas basadas en las pruebas y
el contexto local/cultural”.
Dicho
en lenguaje corriente y de forma resumida: el proceso de supervisión
consiste en que un profesional (el supervisado) contacta con otro
profesional (el supervisor) para revisar el trabajo del primero de una
manera más o menos estructurada. El supervisado explica un caso que
está atendiendo para que el supervisor, en principio una persona con
mayor experiencia o competencia, pueda ayudarle a que obtenga los
mejores resultados (o a alcanzar una serie de objetivos
determinados).
Aunque
es más habitual durante el período de formación del psicólogo
clínico (mientras hace el PIR, por ejemplo), los profesionales con
años de experiencia a sus espaldas siguen buscando supervisión con
otros compañeros. No se trata de una actividad que se lleva a cabo
hasta que uno ha obtenido un determinado título y que luego se
interrumpe (aunque se haga así en muchos casos), si no que es
necesario mantenerla durante prácticamente toda la vida laboral. En
el caso de la psicoterapia, por ejemplo, la mayoría de escuelas
teóricas suelen exigir que la persona en formación realice un
número mínimo de horas de supervisión formal acreditada para poder
obtener su título. Y, aún después, es aconsejable seguir
supervisando casos.
Son
muchos los contenidos que pueden ocupar el espacio de supervisión,
desde revisar cómo se ha hecho la evaluación en un ámbito de la
psicología de la salud (un programa de inter-consulta y enlace, por
ejemplo) hasta ver qué pruebas elegir para hacer una correcta
valoración neuropsicológica, pasando por el análisis de una sesión
de psicoterapia o tratar con dificultades habituales del profesional
en su desempeño. Yo diría que, simplificando mucho las cosas, se
pueden supervisar dos tipos de cuestiones: por un lado el cómo hacer
algo, el qué, la técnica, el proceso de intervención psicológica
en si mismo, sea del tipo que sea (evaluación, diagnóstico,
tratamiento, etc.); por el otro, las reacciones personales del
psicólogo clínico, sus emociones, dificultades, etc. Los psicoanalistas,
entre otros, dicen que esto último no se trata en supervisión, si
no que se resuelve en el proceso de la terapia personal. Sin
embargo, creo que en muchas ocasiones es un aspecto a tener en cuenta
durante las supervisiones. Con frecuencia, las dificultades con un caso
pueden estar relacionadas con conflictos personales del profesional,
las cuales deben ser abordadas adecuadamente.
La
supervisión se puede realizar de diferentes formas: en diferido (se
realiza antes o después de la actividad a supervisar) o en directo
(el supervisor se encuentra al lado del supervisado durante la
actuación del segundo u lo observa desde otra habitación, mediante
un circuito de vídeo cerrado o espejo unidireccional); puede ser
relatada, escuchada en una grabación de sonido o visualizada en
vídeo; se pueda hacer en formato individual (supervisado y
supervisor a solas) o grupal (varios supervisados a la vez). Incluso
podríamos hablar de una supervisión formal y otra informal. La
segunda es aquella que se hace sin una estructura fija, en un
contexto menos ortodoxo, donde se comentan los casos con compañeros
del mismo “nivel”. Y es, ciertamente, muy útil. En más de una
ocasión, el mero hecho de “repensar” aquello que se va a exponer
a otros para encontrar un enfoque diferente, nuevas ideas o sugerencias,
sirve para organizar la información de tal manera que a uno se le
ocurren cosas que no había tenido en cuenta previamente. No siempre es
necesario hablar con alguien con mayor experiencia, a veces es
suficiente con que otra persona aporte una mirada originada desde otra
posición, un punto de vista ajeno.
El
PIR es una formación que ofrece supervisión constante. Es cierto
que esta puede ser desigual, dependiendo del servicio o profesional
al cargo de dicha actividad, pero esto solo sucede en algunas
rotaciones. Mi propia experiencia durante la residencia puede ser
definida como satisfactoria desde el primer día. Recuerdo lo
enriquecedor que era tener tres supervisores diferentes durante el
año en Centro de Salud Mental, cada uno con sus particularidades y
su propio estilo de trabajar y de comentar los casos. Nos
organizábamos para que todas las semanas pudiera consultar lo
necesario. Pero, sin duda ,lo más útil fue hacer supervisión en
vivo, con otro psicólogo clínico sentado a mi lado, observando cómo
llevaba la consulta. Al final de la sesión recibía feedback
inmediato sobre lo que había hecho bien (lo que ayuda a seguir
haciéndolo) y lo que necesitaba mejorar (lo que ayuda a ser
consciente de ello y a esforzarse para superarse, practicando lo que
se me había señalado). Esta manera de supervisar la volví a poner
en práctica más adelante con otro psicólogo clínico, con la misma
satisfacción. Son momentos que se te quedan clavados en la memoria,
experiencias de las que aprendes mucho.
Dentro
de la psicología clínica, en la parte dedicada a la psicoterapia es
quizás donde se tiene más en cuenta este tema. Por ejemplo, cuando
me encontraba en la Unidad de Formación e Investigación en Psicoterapia del Hospital La Paz, todas las semanas se dedicaban dos
días a hacer supervisiones grupales de hora y media cada una, además
de tener un hueco semanal para supervisión individual.
En
este ámbito, el del tratamiento psicológico, a nivel científico
todavía quedan cuestiones por mejorar. Por ejemplo, aunque todos
damos por hecho que es necesario supervisar, las investigaciones que
se han hecho al respecto no han podido demostrar que a mayor número
de horas de supervisión, mejores resultados se obtengan en terapia.
Esto, probablemente, tenga algún tipo de explicación que todavía
desconocemos. Quizás sea necesario revisar los modelos de
supervisión y adaptarlos a las particularidades de cada supervisado,
así como al
contexto en el que se desempeñe la actividad correspondiente y a
las metas perseguidas. Es
posible que existan supervisores que se ciñen a su modelo de
referencia y no se preocupen por comprobar si lo que hacen sirve para
cumplir con los objetivos del supervisado (mejorar su desempeño,
básicamente). En el caso de profesionales ya formados, la
responsabilidad de lo que suceda en su trabajo es suya. Sin embargo, en
el caso de personal en formación, los supervisores deben ser más
minuciosos en su trabajo y revisar que, en la práctica, lo que
hacen, funciona.
Para
finalizar, aquí van algunos de los puntos clave que figuran en la
guía de la APA mencionada más arriba:
-
La supervisión es una competencia profesional que requiere una educación formal y capacitación
-
Prioriza el cuidado del cliente / paciente y la protección del público
-
Se centra en la adquisición de competencias y en el desarrollo profesional delsupervisado
-
Requiere competencias de supervisor en los dominios de competencia supervisados
-
Se basa en la evidencia actual relacionada con la supervisión y las competencias que se supervisan
-
Ocurre dentro de un una relación respetuosa de supervisión, sólida y colaborativa, que incluye componentes de facilitación y evaluación y que se establece, mantiene y repara cuando es necesario
-
Implica responsabilidades por parte del supervisor y supervisado
-
Intencionalmente infunde e integra las dimensiones de la diversidad en todos losaspectos de la práctica profesional
-
Está influida por factores profesionales y personales, incluyendo valores, actitudes, creencias y sesgos interpersonales
-
Se lleva a cabo respetando normas éticas y legales
-
Utiliza un enfoque basado en el desarrollo y la fortaleza
-
Requiere práctica reflexiva y auto-evaluación por parte del supervisor y del supervisado
-
Incorpora feedback bidireccional entre el supervisor y el supervisado
-
Incluye la evaluación de la adquisición de las competencias esperadas en el supervisado
- Cumple una función de control
de entrada
a
la profesión
-
Es distinta de una consulta, de la psicoterapia personal y de la tutoría.
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