martes, 21 de febrero de 2017

El problema no es la pobreza, es... ¿que no somos positivos?

Llego a casa tras la jornada de trabajo de la mañana y me encuentro en el buzón con el último número de “Papeles del Psicólogo”, revista del Consejo General de la Psicología de España, que recibo periódicamente por el mero hecho de estar debidamente colegiado. Veo que el tema monográfico de este volumen se titula “Psicología clínica aplicada: clínica y educación” y me empieza a invadir una ligera inquietud, a la que contribuye la imagen de portada: una mujer con un papel delante de su cara en el que se dibuja una sonrisa.

Me armo de valor y abro la revista. Un rápido vistazo al índice de artículos no hace más que aumentar mi preocupación. Movido por un extraño impulso hacia lo desagradable, empiezo a leer por encima algunas líneas. Y me encuentro con esto:

Como se ha subrayado anteriormente (Layard, 2005), a diferencia de lo que podría pensarse, la causa de los mayores infortunios en los países industrializados no es la pobreza. Lo que da lugar al mayor sufrimiento son los problemas de salud mental”.

La inquietud aumenta y se transforma en rabia. Vuelvo a la portada para asegurarme de que estoy leyendo una revista de psicología. Releo la parte superior para asegurarme de que esto lo edita el órgano de un colegio oficial. No hay suerte, no me he confundido, no he abierto el panfleto escrito por un gurú que anuncia que el cáncer lo causan los problemas psicológicos o el hecho de vivir en pecado. Tampoco es una revista editada, con toda su buena intención, por un grupo de estudiantes que, a pesar de su buena fe, todavía no han entendido muy bien cómo funciona esto. No, lo escriben unas personas que trabajan en la universidad. Gente culta.

Creo que el fantasma de aquella entrada que escribí hace unos meses se ha despertado de nuevo, para volver a llevar este asunto de la psicología positiva hasta el extremo más absurdo. Y yo sigo pensando que algunas personas están muy confundidas. Las emociones positivas, las fortalezas, el afrontamiento saludable, el optimismo, etc., todo esto está muy bien y nadie niega que no sean factores a tener en cuenta de cara a mejorar la salud mental de la población. El problema es cuando nos metemos en terrenos pantanosos y mezclamos cosas.

Me parece una verdadera barbaridad dar a entender que el problema no es la pobreza, la desigualdad social, la enfermedad, la guerra, la violencia... El problema somos nosotros, que no se nos ocurre otra cosa que ponernos tristes porque no tenemos para comer, o una vivienda digna que reúna las condiciones mínimas para nuestra salud. El problema es que nos centramos en lo negativo y no sonreímos ante la adversidad. Increíble.

Hay otro artículo en la misma revista que habla de la psicología positiva aplicada al cáncer. Otra vez el mensaje de que si sufrimos, es porque no sabemos desarrollar emociones positivas y aprender de la desgracia y un largo etcétera. Qué pena.


Qué pena que este tipo de cosas salga de las bocas y teclados de algunos psicólogos. Este tema va más allá de nuestra disciplina, es una cuestión social y política. Decir que el mayor “infortunio” es la pobre salud mental es casi negar la relación directa entre pobreza o crisis económica (o cualquier otra situación social que se nos ocurra) y bienestar/malestar. Es hacerle el juego a los gobiernos y las instituciones que tienen la capacidad para cambiar las cosas. Es confirmar el discurso de “al mal tiempo, buena cara” y condenar a aquellos que no se quieren someter a este refrán a ser categorizados como “trastorno depresivo”, “trastorno de personalidad” o “trastorno adaptativo”.

Ya lo han dicho muchos expertos: la psicología y la psiquiatría pueden ser usadas (y de hecho lo son) como medios de control social. Deciden quién es normal y quién no y lo que hay que hacer con ellos. Y, para la psicología positiva, por supuesto, el que tiene un cáncer y llora y se enfada y el que tiene que hacer malabarismos para llegar a fin de mes y sufre terriblemente... son perturbados. Se han olvidado que las emociones cumplen una función, también las negativas. No es algo patológico que haya que erradicar. Son patológicas cuando se vuelven desadaptativas, pero no por si mismas.

Los psicólogos podemos hacer daño, más que ayudar, cuando adoptamos actitudes y discursos que mantienen problemáticas sociales. Al que tiene problemas en el trabajo porque su jefe le trata mal, le enseñamos técnicas y estrategias para gestionar las emociones. Por supuesto, esto puede ser (y en efecto lo es) de ayuda en muchos casos, pero nos olvidamos de otra parte muy importante. Yo cada vez invito más a menudo a las personas en este tipo de situaciones a que hablen con un representante sindical, con la dirección, que denuncien en los juzgados... Quedarse solo en ayudar a la persona a desarrollar estrategias de afrontamiento y no hacer nada más es contribuir al mantenimiento de una estructura perversa.

Por cierto, que mucho de lo que propone esta psicología clínica positiva que nos intenta vender la revista en el último número no es nada novedoso. El trabajo con puntos fuertes, con emociones positivas, con las estrategias de afrontamiento es algo básico que ya vienen aportado multitud de psicoterapias. Tampoco es cierto lo que se afirma en otra parte del artículo cuando dicen que “Desde sus inicios, la Psicología Clínica se ha centrado de forma fundamental en lo negativo, esto es, en lo patológico, en lo anormal, en los problemas, en los trastornos. Básicamente lo que interesaba conocer era lo que iba mal en los cerebros de las personas, en su conducta, en sus relaciones personales, en su vida emocional. Se pretendía encontrar respuestas a problemas candentes que destrozaban o deterioraban a quienes los sufrían...”. Muy al contrario, la Psicología Clínica se ha preocupado de buscar tratamientos eficaces e incluye entre sus competencias la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad.

Si, tal vez haya sacado un poco de contexto la frase de marras. Pero lo cierto es que, si no los autores del artículo, algunos profesionales no se dan cuenta que muchos de los problemas que categorizamos como de salud mental no lo son en absoluto o no son más que un síntoma de una sociedad que no proporciona ni garantiza la satisfacción de las necesidades básicas de todo ser humano. Y, ante eso, sonreír no vale de mucho. No deja de ser un papel con un dibujo de una mueca que nos ponen en la cara, pero que en el fondo no es nuestra verdadero rostro.

sábado, 11 de febrero de 2017

Psicoterapia en YouTube y resolución de la APA del 2012

Hoy traigo al blog un par de recomendaciones relacionadas con la psicoterapia.

La primera de ellas es la visita al canal de YouTube titulado “Psychotherapy Expert Talks”. Allí podemos encontrar entrevistas bastante extensas (entre 30-60 minutos de duración, por norma general) a grandes figuras actuales de la psicoterapia. Se trata de verdaderos expertos en el campo de la psicología clínica, la terapia, la formación y la investigación. David Barlow, Bruce Wampold, Michael Lambert, John Norcross son algunas de las personas que protagonizan este espacio tan enriquecedor.

De momento solo he visto las intervenciones de Wampold, Norcross y Scott Miller, todas ellas muy recomendables. No distan mucho de lo que podría ser una conferencia, mesa redonda o un artículo de reflexión.

La pega, para los que no dominan el idioma, es las entrevistas son íntegramente en inglés. Se puede activar en YouTube la opción para que se generar subtítulos de forma automática (también en inglés), aunque dependiendo del acento del interlocutor la traducción puede ser mejor o peor. En cualquier caso, un canal de cabecera para el fanático de la psicoterapia.




La segunda recomendación es la lectura de un documento publicado por la APA en el 2012, que ha venido a mi mente después de encontrarme en un examen de oposición una pregunta en la que se hacía referencia al mismo. Se puede acceder libremente al contenido original (también en inglés) pinchando en el siguiente título: “Recognition of Psychotherapy Effectiveness”. 

Las ideas más importantes de esta resolución de la APA incluyen definiciones de conceptos fundamentales y las conclusiones a las que se ha llegado a través de la investigación.

  • La psicoterapia se define como una práctica diseñada para aliviar síntomas, lograr cambios personales, reducir futuros episodios sintomáticos, mejorar la calidad de vida, promover el funcionamiento adaptativo en la escuela, el trabajo o las relaciones con otras personas, aumentar la probabilidad de hacer elecciones saludables y ofrecer otros beneficios a través de la colaboración entre psicóloga y cliente/paciente. 
     
  • Resaltan la importancia de la alianza terapéutica, entendida como la relación establecida entre profesional y paciente, formada por el vínculo que se crea entre ambos, así como por el acuerdo en las metas de la terapia y en los medios para alcanzarlas.

  • Recuerdan que, en psicología, la práctica basada en la evidencia se define como la integración del mejor conocimiento científico con la experiencia clínica, teniendo en cuenta las características del paciente, su cultura y sus preferencias. Es importante repetir este concepto porque todavía es común que algunas personas lo confundan con el de “tratamiento basado en la evidencia”, con los perjuicios que esto puede ocasionar.

  • Se ha demostrado ampliamente que la psicoterapia tiene efectos significativos y que esta eficacia se produce a la hora de tratar diferentes condiciones diagnósticas. Los mejores o peores resultados están más relacionados con ciertas características de la persona (cronicidad, intensidad y apoyo social, por ejemplo) que con el diagnóstico clínico.

  • Comparados con los de los fármacos, los efectos de la psicoterapia suelen durar más tiempo y hacen menos probable que las personas necesiten nuevos tratamientos en el futuro (adquieren habilidades o cambios de otro tipo que les sirven para afrontar nuevos episodios por su cuenta y con eficacia).

  • Diversos estudios han mostrado que varios tipos de psicoterapia son eficaces y que tanto las características del cliente como del terapeuta afectan a los resultados del tratamiento.

  • La psicoterapia es un tipo de intervención que reduce costes sanitarios y el uso de la medicación. Se menciona también la reducción de costes que puede suponer su uso adecuado en servicios de atención primaria.

  • Es una intervención eficaz tanto en niños, como adolescentes, adultos y personas mayores. Tanto el formato individual, como el grupal y el familiar han mostrado ser eficaces.

  • Se insiste en la importancia de seguir investigando los factores que influyen en los resultados de la psicoterapia y en la búsqueda de una metodología que permita adaptar el tratamiento a las características, necesidades, preferencias y otros aspectos del cliente, terapeuta y contexto.

Y todo esto no es simplemente una seria de afirmaciones hechas sin base alguna. Al final del documento se puede encontrar una buena colección de referencias que demuestran el estado actual y científico de esta disciplina.

jueves, 2 de febrero de 2017

Programa de Apoyo a Familias

Si, sigo aquí, no he abandonado el blog. Estoy intentando hacer un poco de hueco para escribir más, pero estas últimas semanas he tenido mucho trabajo y mucho papeleo que hacer. Hoy voy a hablaros de una de las cosas que me tiene muy (agradablemente) ocupado, un programa en el que participo como colaborador externo.

Hace una semana, el 23 de Enero, participé en una ponencia, junto a otras compañeras, dentro de la “Jornada Interinstitucional de Atención Temprana”, celebrada en Avilés y dedicada a “la coordinación entre Salud Mental, Servicios Sociales y Educación”. En dicha conferencia, presentamos el Programa de Apoyo a Familias (PAF), unos de los programas del Centro de Iniciativas, Solidaridad y Empleo (CISE).


CISE es una institución nacida en el año 1987 en Gijón, cuyo objetivo inicial fue dar respuesta a un importante problema de desempleo. Actualmente, tiene cuatro programas complementarios: de inserción socio-laboral, programa infanto-juvenil (centro de día), PAF y un programa de reciente creación para apoyar a madres adolescentes.

PAF es un programa de intervención psico-social dirigido a lo que se suele denominar “familias multiproblemáticas”, una etiqueta que hace referencia a familias en las que dos o más miembros atraviesan por problemas psico-sociales. Atendemos a personas con ingresos bajos (la atención es gratuita para ellos), en gran parte originarios de países latinoamericanos, aunque también europeos y de otros lugares. Partimos de un enfoque sistémico, en un sentido amplio, entendiendo que el foco de intervención son la familia y los sistemas en los que están envueltos.

Por norma general, el hecho de que haya dos o más problemas implica que el número de instituciones intervinientes sea grande. Se trata de familias “multiasistidas”, que suelen tener procesos abiertos con Servicios Sociales, Salud Mental, Asociaciones y Centros Socio-educativos y de otro tipo, equipos de Orientación Escolar, etc. Uno de los puntos más importantes del programa es el trabajo de coordinación con el resto de intervinientes. En no pocas ocasiones, este tipo de casos desafía a los profesionales que tratan de ayudar, viéndose abrumados por la cantidad de dificultades presentes y, a veces, arrastrados por las “narrativas saturadas de problemas” (como diría Michael White) que traen consigo. Trabajar de forma coordinada con otras instituciones facilita la creación de nuevas historias, nuevos puntos de vista sobre las personas atendidas, en los que salen a la luz sus puntos fuertes y potencialidades y se reconoce el trabajo hecho por las partes implicadas. La falta de comunicación entre los profesionales que tratan a una misma familia puede crear problemas que, en última instancia, perjudiquen a aquellos a los que queremos ayudar. Frente al conflicto y la competencia entre organismos, nosotros abogamos por el respeto y reconocimiento del trabajo de los otros.

Como se puede entrever en el párrafo anterior, el enfoque de la terapia narrativa es otro de los pilares de nuestras intervenciones. El uso de cartas y documentos escritos es habitual en el equipo. No nos olvidamos tampoco de la teoría del apego de Bowlby ni de conceptos de psicología evolutiva tan importantes como el andamiaje y la zona de desarrollo próximo.

No hacemos diagnósticos médicos al estilo de las clasificaciones como la CIE-10 y el DSM-V. Diagnosticamos las dificultades de los miembros de la familia y del sistema en si mismo, de manera que obtengamos una guía acerca de en qué aspectos intervenir y de qué manera, adaptando la ayuda proporcionada a las necesidades particulares de cada caso. Los objetivos generales giran alrededor del cambio de estrategias de afrontamiento ineficaces, mejora de la comunicación, solución de problemas... así como los objetivos específicos habituales que han mostrado ser eficaces en las terapias familiares (trabajo con jerarquías, límites generacionales, pautas de parentalidad positivas, etc). El programa cuenta también con un servicio de mediación familiar.

El PAF está coordinado por una Doctora en Psicología y lo completamos dos Terapeutas Familiares, una Psicóloga Sanitaria, dos Psicólogos Clínicos y dos Trabajadoras Sociales. Todos tenemos algún tipo de formación o experiencia en terapia familiar sistémica. No solo somos un equipo, si no que también trabajamos en equipo. Esto significa que, aunque sea solo una profesional la que se encuentre dentro de la consulta con la familia, siempre tratamos con otros integrantes del equipo cada caso individual en sesiones de supervisión, informando previamente a los consultantes de ello. El hecho de estar varios terapeutas implicados nos da mucha mayor flexibilidad y versatilidad a la hora de intervenir.

No tenemos un número limitado de sesiones. Trabajamos con citas semanales o quincenales, habitualmente, de alrededor de 60-90 minutos de duración. Utilizamos cuestionarios para evaluar el progreso de la terapia y la relación terapéutica, haciendo un seguimiento a los 6 meses del alta del programa.

Desde Mayo de 2015 y hasta el día de hoy, por el programa han pasado 140 familias, derivadas desde otros programas de CISE, salud mental infantil, unidades y departamentos de orientación, servicios de pediatría, etc.

En definitiva, un modelo de intervención psico-social que tiene en cuenta las relaciones, no solo familiares, si no sociales e inter-institucionales, la comunidad, la multiculturalidad que busca proporcionar una ayuda “a medida” según las necesidades de cada familia, centrada en la búsqueda, desarrollo y potenciación de los propios recursos. Trabajar con estas familias y con el resto del equipo está siendo sin duda un experiencia muy enriquecedora y gratificante para mi. El feedback que nos dan los profesionales que trabajan en otros ámbitos y con los que nos coordinamos está siendo muy bueno y nos invita a seguir trabajando, con muchas ganas, en esta dirección.

viernes, 20 de enero de 2017

El factor de impacto de las revistas

La entrada de hoy no va estar basada en su mayor parte en contenido propio, si no que básicamente haré referencia a dos artículos que me parecen muy interesantes. El tema de hoy está dirigido a personas con conocimientos básicos sobre investigación y publicación en revistas, ya que se van a tratar cuestiones que pueden resultar excesivamente técnicas o farragosas para quienes no están familiarizadas con este tipo de contenidos.

El factor de imparto es una fórmula matemática empleada para medir la importancia/calidad de una revista científica determinada, basándose en el número de veces que se citan artículos publicados en la misma. A grandes rasgos, la idea que subyace a este método es que existe una relación entre el número de artículos citados y la calidad de la revista donde fueron publicados. De esta manera, se crea un ranking en el que se ordena, en torno a un tema determinado y en función del valor del factor de impacto adquirido, a las diferentes revistas del sector.

El método no está exento de críticas y controversias. Se puede incluso manipular. A este respecto, merece la pena leer el siguiente artículo publicado en un blog, donde podemos leer cosas como las siguientes:

El factor de impacto es una medida que carece de fiabilidad y validez. (...). Es un indicador métricamente muy cuestionable. Y lo es sin necesidad de que nadie lo piratee. Pero más cuando hay gente que, intencionalmente, pone de su parte para introducir ruido, para que revistas irrelevantes vean su factor de impacto disparado. De este modo, investigadores que publican en revistas mediocres pueden aparentar tener mejores currícula de lo que les correspondería. E investigadores que merecerían un puesto de trabajo pueden perderlo, por la distorsión introducida por algunos grupos de investigación que piratean desde la inmoralidad y la irresponsabilidad un indicador social y profesionalmente relevante.”

Recientemente, Miguel Santos y Luis Fernández-Ríos han publicado un artículo titulado “El factor de impacto y el futuro de las revistas académicas. El riesgo de patologización”, que se puede leer pinchando en el título.

Es un trabajo muy interesante y de lectura más que recomendable, en el que se advierte acerca de los riesgos del uso del factor de impacto y de la relevancia que se está dando al hecho de que los profesionales publiquen, entrando en una carrera en la que la calidad y relevancia de los contenidos compartidos brilla por su ausencia.

Dejo aquí algunas frases del trabajo que me parece importa resaltar, recomendando de nuevo su lectura completa:

El dilema en la cultura universitaria actual de no pocos países es publish or perish, publicar o perecer. Publicar artículos en revistas con factor de impacto se ha convertido en algo prioritario dentro de la cultura epistémica universitaria (…) El investigador que no lo tenga [el factor de impacto] forma parte de un montón anodino de académicos sin mérito y dignidad científica”.

Parece ser que el factor de impacto está pensado para un mundo ideal, en el que los evaluadores son justos y competentes(...) las revistas de calidad y el correspondiente factor de impacto, constituyen un “ciclo competitivo perverso”, cuyas consecuencias son más negativas que positivas. Además, que un trabajo tenga factor de impacto bibliométrico no implica que el trabajo tenga impacto social”.

Las revistas académicas, en cuanto fabricadoras, productoras y transmisoras de artículos con factor de impacto, se convierten en una mercancía, y en un instrumento de control académico y social del conocimiento y del pensamiento de los investigadores. Como bien señalan Brembs, Button, y Munafò (2013): <<La atención prestada a la publicación en revistas de alta calidad puede distorsionar la comunicación de los avances científicos, tanto dentro como fuera de la comunidad científica>>”.

La búsqueda del factor de impacto puede llegar a controlar lo que los investigadores deben pensar y hacer”.

El índice de impacto actúa como mercancía de intercambio entre investigador y organización universitaria para satisfacer una necesidad individual, organizacionalmente impuesta. La lucha por el índice de impacto produce artículos como mercancía, pues se convierten en trabajo productivo y le añaden valor. Es así que un artículo publicado en una revista de calidad no crea, primordial y necesariamente, conocimiento, sino utilidad organizacional para su autor o autores”.

"Si tu factor de impacto es superior a 10, entonces puedes entrar. Si es más bajo, bueno..."

martes, 3 de enero de 2017

Un año de trabajo

Este mes de Enero de 2017 se cumple un año del inicio de la actividad de mi consulta privada y del comienzo de este blog. Mi objetivo para estos primeros 12 meses se ha cumplido: “sobrevivir” a la vida del autónomo, de ser gestor de mi propio negocio. Muchas personas me advirtieron que el primer año era el más difícil. Y yo, ciertamente, no me puedo quejar. A día de hoy puedo vivir de mi trabajo, de una profesión que me encanta practicar, haciendo las cosas como creo que se deben hacer para obtener buenos resultados.

El 2016 ha sido un año en el que seguido refinando mi manera de trabajar, mi método para poder ayudar al mayor número de personas posible. Me siento muy satisfecho de haber sido útil para una parte de los consultantes y de no abandonar mis principios ni la ética en ningún momento. Me siento también motivado para seguir mejorando y analizar qué fue lo que falló en aquellos casos en los que no conseguimos alcanzar los objetivos. Continuaré tratando de adaptar la psicoterapia a las características, necesidades y preferencias de cada persona, siempre buscando la brevedad y el respeto por el ritmo de cada uno.

Es el momento de agradecer públicamente a las personas que depositaron en mi su confianza, desde todas las consultantes que después de la primera entrevista decidieron trabajar conmigo hasta a otros profesionales, conocidos y amigos que, cuando fueron preguntados por un psicólogo, recomendaron mi consulta. Son muchas las personas que el año pasado se pusieron en contacto conmigo, más de lo que cabría esperar teniendo en cuenta el poco tiempo que llevo trabajando de forma privada. Y nuevos casos siguen llegando, lo que me hace pensar que algo estaré haciendo bien para que la confianza se mantenga.


Estos meses estuvieron acompañados de diversas anécdotas. Trabajé hasta en tres despachos diferentes. El primero se quedó sin disponibilidad de un día para otro. Y aquello fue muy bueno para mi a largo plazo, a pesar del estrés que supuso en su momento. Así comencé a compartir espacio con otra psicóloga, Elisabeth, con la que establecí una buena relación. Pero este tampoco iba a ser mi lugar de trabajo definitivo. Un día nos encontramos con la noticia de que una inundación en el edificio había destrozado la consulta. Una nueva crisis, una nueva oportunidad. Nos fuimos a un sitio diferente y, este si, va a ser el definitivo: más luminoso, más céntrico, con mayor seguridad y haciendo que fuera nuestro espacio, desde el principio. En los últimos meses, Jose, psicólogo clínico también, se ha unido a nosotros. Aunque los tres trabajemos de forma independiente, el hecho de compartir un espacio nos da la oportunidad de sentirnos acompañados en el día a día, intercambiar inquietudes y supervisar casos, entre otras cosas.


Estas buenas compañías me han dado la oportunidad, desde hace un par de meses, de empezar a colaborar en el Programa de Apoyo a Familias de CISE, donde trabajamos desde un enfoque sistémico con personas con múltiples dificultades. Un trabajo complicado, pero a la vez desafiante, emocionante y agradecido.

También ha sido un buen año en cuanto a posicionamiento en Internet. Desde hace varias semanas, mi página web ( www.albertogimeno.es ) es uno de los resultados que se muestra en la primera página de Google cuando se buscan los términos “psicólogo” y “gijón”. Aquí toca agradecer de nuevo a mi hermano, artífice del diseño y construcción de la página. Parte de su trabajo se puede consultar enunlugarajeno.

El uso frecuente de las redes sociales también ha contribuido a la buena posición de mi página web. El número de visitas medias de este blog, por ejemplo, ha ido aumentando progresivamente a lo largo del año. Algunos de los artículos han superado las 4000 visitas y en la actualidad, el blog ha sido visitado más de 50.000 veces. Lejos, por supuesto, del número de lecturas que pueden tener blogs de mucho éxito; pero creo que es una cifra considerable para tratarse de una temática tan específica como es la psicología clínica.

Los artículos que más éxito han tenido fueron los de reflexión sobre diferentes temas candentes de la psicología. No me siento muy cómodo escribiendo entradas del estilo “cómo afrontar la depresión”, a pesar de que puedan servir como una buena forma de publicidad. Aunque al principio escribiese alguna cosa similar, me agrada comprobar que he sido fiel a mi mismo y que he tratado de escribir sobre aquello que me resultaba interesante.



En este punto comienza el Año II de mi andadura en la sanidad privada. Los objetivos para los próximos 12 meses son seguir creciendo y mejorando para ofrecer un servicio de la mejor calidad posible. Eso en cuanto a mi actividad laboral. En otros ámbitos, el plan es seguir luchando por una sanidad pública de calidad y accesible para todo el mundo y por el buen desarrollo, dignidad y proliferación de los servicios de psicología clínica.

¡Feliz 2017!


viernes, 30 de diciembre de 2016

Últimas lecturas de 2016

El 2016 está a punto de terminar y en este blog voy a cerrar el año comentando brevemente mis lecturas de este mes de Diciembre que está a punto de caducar.

Terapia narrativa con familias multiproblemáticas

Editado por Morata en 2015 y escrito por el psiquiatra Ricardo Ramos, este título forma parte de la joven colección “Terapia Familiar Iberoamericana”. El auto es además terapeuta familiar y docente en el máster de la escuela de Terapia Familiar del Hospital Sant Pau de Barcelona.


Abrí este libro con muchas ganas, esperando encontrar un puñado de ideas para aplicar con las familias a las que atiendo en un programa de apoyo familiar con el que colaboro desde hace un par de meses. Y lo cierto es que me he quedado un poco decepcionado. Hay poco de terapia narrativa, tal y como se entiende en terapia sistémica. La obra se centra especialmente en el trabajo entre profesionales. Cuando hablamos de familias multiproblemáticas, en este contexto, nos estamos refiriendo a grupos familiares en los que dos o más miembros son atendidos por diferentes profesionales de salud mental. Nos encontramos con muchos casos en los que con una misma persona o con toda la familia están interviniendo toda una serie de personas y organismos: psiquiatra, psicóloga, trabajadora social, servicios de salud mental, servicios sociales, médico de cabecera... La comunicación entre todos es crucial para ayudar de forma óptima a los consultantes. Ramos explica cómo hacen esto en su departamento de terapia familiar y es, a mi parecer, la parte más interesante del libro. El problema es que se insiste una y otra vez en la misma idea y uno termina con la sensación de que, capítulo tras capítulo, se le ha narrado la misma historia.

En definitiva, es útil para que los profesionales se hagan conscientes de las necesidades de coordinación entre diferentes dispositivos y recursos. Poco práctico para el clínico a la hora de trabajar en consulta con la familia.

Terapia de solución de problemas

Escrito por Nezu, Nezu y D`Zurilla y editado en España por Desclée de Brouwer, se trata de un manual de tratamiento psicológico dirigido a diferentes problemas de salud mental. La terapia de solución de problemas es un enfoque de largo recorrido dentro de la orientación cognitivo-conductual y en este trabajo nos presentan la última actualización, hasta la fecha, del modelo. 
 

Es un libro que se lee con mucha facilidad, claro y bien estructurado. Quizás se echa en falta algo más de concreción a la hora de explicar cómo aplicar algunos principios y técnicas. A pesar de que algunas de las ideas y directrices del modelo no me convencen demasiado, aporta bastante material aplicable a la terapia. En los apéndices se incluyen tanto folletos informativos para los pacientes como explicaciones detalladas de técnicas que se pueden emplear para ayudar a que las personas logren regular sus emociones.

No aporta nada novedoso, de lo que aquí se habla ya se ha dicho mucho (y mejor) en otros trabajos de psicoterapia, pero al ser de lectura bastante ligera no está de más echarle un vistazo para aprovechar todo aquello que pueda beneficiar el curso de un caso determinado.

Manual de Psicoterapia Interpersonal

 

La psicoterapia interpersonal es un tratamiento psicológico que ha mostrado ser eficaz para el abordaje de la depresión (y otros trastornos, para los que existen adaptaciones específicas del modelo). No se trata tampoco de algo novedoso, si no que ya goza de un cierto recorrido, aunque no es muy habitual oír hablar de este enfoque en nuestro país.

Como todo tratamiento centrado en el trastorno, tiene el defecto de dejar de lado, al menos en parte, las características de personalidad, de afrontamiento, preferencias, etc. de las pacientes. Es un caso peculiar de terapia basada en el modelo médico. Los propios autores dicen de forma explícita que se basan en este tipo de enfoque y que consideran la depresión como una enfermedad. Pero, afortunadamente, no lo hacen a la manera rancia del profesional biologicista extremo, si no que relacionan el trastorno con circunstancias que tienen que ver con problemas de relación con otras personas (duelo, conflictos interpersonales, transiciones de rol y déficit de habilidades). Categorizan el caso de acuerdo a estos cuatro tipos de problemas, de manera que los objetivos y estrategias a seguir serán diferentes según la causa de la depresión.

Un trabajo interesante, de fácil lectura, aunque no exento de algunos aspectos que pueden ser bastante criticables.

sábado, 17 de diciembre de 2016

Más terapias de tercera generación

En anterior ocasiones he hablado en este blog de algunas de las terapias de tercera generación: Terapia de Aceptación y Compromiso, Mindfulness y Terapia Integral de Pareja. Aprovechando que estos días estuve elaborando para los alumnos de AsturPIR un resumen de estos tipos de psicoterapia, voy a exponer aquí los otros tres modelos más importantes: Terapia Dialéctica Conductual (TDC), Activación Conductual (AC) y Psicoterapia Analítica Funcional (FAP, de las siglas en inglés).

Terapia Dialéctica Conductual

La TDC, desarrollada por Marsha Lineham, es la terapia psicológica que en el presente muestra, de acuerdo con la Asociación de Psicología Americana (APA), mayor evidencia para el tratamiento del trastorno límite de personalidad (TLP). Partiendo de la terapia cognitivo-conductual, la TDC surge para atender los problemas de conducta parasuicida en pacientes con diagnóstico de TLP.

La TDC se fundamenta en la teoría biosocial del TLP, que indica que el principal problema en este trastorno es la desregulación emocional (dificultad para gestionar las emociones, impulsividad...). Dicha desregulación es el resultado de la combinación de dos factores: una vulnerabilidad emocional extrema y un contexto invalidante. La vulnerabilidad tendría un origen biológico y consistiría en que la persona reacciona de forma excesivamente intensa a las emociones negativas, con una gran dificultad para recuperar el estado previo al desajuste emocional. Son personas muy sensibles al sufrimiento, les cuesta tolerarlo, por lo que buscan urgentemente una forma de encontrar alivio (algunos de los síntomas del TLP cumplirían esa función). Por otro lado, el contexto invalidante tiene que ver con las personas significativas para la paciente que, especialmente durante la infancia, responden o han respondido de forma inapropiada, incoherente o incongruente a las manifestaciones emocionales de la afectada. Son respuestas disonantes a las necesidades, pensamientos, preferencias, etc. de la paciente.

El tratamiento sigue una estructura protocolizada e incluye tanto terapia individual como grupal, con sesiones semanales. Se usan técnicas cognitivo-conductuales y prácticas de mindfulness y aceptación, persiguiendo tanto el aprendizaje de habilidades (de atención plena, de tolerancia al malestar, de regulación emocional y de eficacia interpersonal) como la validación y autoaceptación de cada paciente.

El libro de referencia es el Manual de Tratamiento de los TLP, de Lineham (todavía en mi lista de libros pendientes).



Activación Conductual

La AC para la depresión es un tratamiento breve y estructurado, cuyo objetivo es lograr que los pacientes lleven a cabo acciones específicas que aumenten la frecuencia de experiencias gratificantes para ellos. Está considerada actualmente por la APA como un tratamiento psicológico eficaz para la depresión.

“Los terapeutas de AC suscriben firmemente el principio según el cual el cambio en lo que hacen los clientes tendrá un impacto positivo en sus sentimientos. Los terapeutas presentan a los clientes una conceptualización inicial del caso y buscan proveerse para el tratamiento, utilizando el postulado de que los cambios en la vida pueden conducir a la depresión y de que hay reacciones naturales a los cambios en la vida que dan como resultado estrategias de adaptación que mantienen bloqueadas a las personas. Mediante una monitorización muy atenta de las conexiones entre la conducta y el estado anímico del cliente, los terapeutas se centran en las claves del cambio de conducta, observando lo que precede a las conductas importantes y lo que les sigue, estructurando y programando las actividades pertinentes, realizando pequeños cambios y añadiendo otros a los realizados, y fijando como objetivo las conductas que probablemente serán recompensadas de forma natural en el entorno del cliente. Los terapeutas de AC actúan como un entrenador que ayuda a planificar los pasos, cuya realización será en último término responsabilidad del cliente, y el objetivo general es que los clientes se entrenen a sí mismos. Como la AC es una terapia centrada en la solución, el terapeuta adopta una postura de resolución de problemas. Tanto el terapeuta como el cliente colaboran en un enfoque experimental para ensayar nuevas conductas y para descubrir importantes resultados del cambio de conducta. La AC es una terapia activa. Lo que sucede entre las sesiones tiene en muchos sentidos más importancia que lo que acontece en la propia hora de terapia (…) Los terapeutas y los clientes de AC continúan trabajando juntos en la identificación de posibles barreras para la activación o de problemas reales que se han producido, y para identificar métodos de detección de problemas con los que solucionar dificultades” (extracto de Activación Conductual para la Depresión, de Martell, Dimidjian y Herman-Dunn, publicado por Desclée de Brouwer, 2013).

El libro que acabo de citar me parece un buen manual de AC, bastante sensible a la necesidad de ser flexible a la hora de aplicar la psicoterapia, teniendo en cuenta características de la persona (no solo el diagnóstico), así como la importancia fundamental de una buena relación terapéutica, completamente colaborativa. Es una obra de fácil lectura y muy práctica. 
 

Hace un tiempo, durante mi segundo año de residencia, traduje el manual de Lejuez y otros (Brief Behavioral Activation Treatment for Depression, BATD) para utilizarlo en formato grupal. Es también una opción interesante para casos en los que la recuperación de actividades sea un objetivo de la terapia.

Psicoterapia Analítica Funcional

El foco terapéutico de la FAP se encuentra en lo que sucede dentro de la sesión, en la relación entre cliente y profesional. Para Kohlenberg y Tsai, esta interacción es fundamental para lograr el cambio de conducta. Es importante realizar un análisis funcional adecuado del comportamiento del cliente en la propia sesión, asumiendo una equivalencia funcional entre la consulta y el ambiente habitual del usuario. La conducta de este se analiza y clasifica de una manera determinada, siguiendo las categorías propuestas por Skinner (tactos, mandos, mandos disfrazados y respuestas intraverbales).

A lo que la cliente hace y dice en la sesión se le de denomina conductas clínicamente relevantes (CCR), de las que existen tres tipos:
  • CCR1: conductas problemáticas, que tienen funciones de escape y evitación y que el terapeuta debe tratar que sean menos frecuentes.
  • CCR2: mejorías aparecidas durante la sesión, que el terapeuta trata de hacer más frecuentes.
  • CCR3: interpretaciones y explicaciones del cliente sobre su propia conducta, así como verbalizaciones que relacionan lo que ocurre dentro de la sesión con lo que ocurre fuera.
El papel del terapeuta es el de observar las CCR durante la sesión, construir un ambiente que facilite su evocación, organizar el reforzamiento positivo de las CCR2, observar el efecto que tiene en la conducta el reforzamiento que hace el psicólogo... Para ello está permitido valerse de técnicas procedentes de otros tipos de terapia, siempre y cuando su uso obedezca a las reglas de la FAP.

Hace unas pocas semanas terminé de leer Psicoterapia Analítica Funcional, de Luis Valero y Rafael Ferro, otro libro de la misma colección de terapias de tercera generación que el libro de Terapia Integral de Pareja ya hecomentado en este blog. Honestamente, este no me ha gustado mucho. Es útil para entender en qué consiste la FAP, ya que en ese sentido está todo bien explicado. Mi problema es con el modelo en si. Me ha parecido todo demasiado aséptico y conductista en extremo. A pesar de que insiste en la importancia de la relación terapéutica y de la intensidad que puede llegar a tener, me he quedado con la sensación de que se trata a las personas como meros mecanismos que funcionan por reforzamiento y extinción de las respuestas que el terapeuta considera que deben ser modificadas.


Hasta aquí la panorámica general de las terapias de tercera generación, un grupo de tratamientos psicológicos que goza en la actualidad de buena salud.