jueves, 3 de junio de 2021

Hellblade: experimentar la psicosis mediante un videojuego

 

¿Cómo? ¿Un videojuego? ¿Voy a hablar de un videojuego en este blog? Si, si, un videojuego; así es. Pero no es un entretenimiento cualquiera: está bastante relacionado, por supuesto, con la temática de este blog, que no es otra que la psicología clínica y la salud mental. Esta última, al fin y al cabo, ha sido representada en todos los tipos de creaciones artísticas de la humanidad, y los videojuegos forman parte de estas. Atrás quedan los tiempos en los que los videojuegos eran “cosas de niños”, un mero entretenimiento banal y sin ningún contenido serio. Este es un claro ejemplo de ello, Hellblade: Senua´s sacrifice, un juego muy especial, como veremos a continuación. Y, desde luego, no es una cosa de niños, precisamente.

Hellblade es un juego en el que interpretamos el papel de una guerrera nórdica (Senua) que atraviesa territorios infernales (basados en la mitología nórdica) en búsqueda del alma de su amado fallecido. Por el camino, Senua tendrá que encontrar la forma de llegar a su destino, resolviendo algunos puzles y combatiendo contra terribles adversarios. Hasta ahí todo normal: se trata de una premisa que, aparentemente, está presente en multitud de historias narradas en la literatura, el cine, la televisión, el cómic u otros videojuegos. Sin embargo, lo que tiene de peculiar este juego es que está impregnado por completo de uno de los problemas psicológicos más estigmatizados, incomprendidos y, muchas veces, limitantes: los trastornos psicóticos.

 


 Lo primero que llama la atención al comenzar esta experiencia (el concepto de “juego” se queda corto en este caso) es que durante todo su desarrollo vamos a estar constantemente escuchando voces, alucinaciones auditivas (uno de los síntomas típicos de las psicosis, aunque no el único ni exclusivo de este tipo de problemas). Voces de personas diferentes, principalmente de mujeres, voces que se ríen de la protagonista, voces que asustan a Senua, voces que incluso hablan entre sí mismas (algo que ha sido descrito como un síntoma nuclear de la etiqueta diagnóstica conocida como “esquizofrenia”). Al mismo tiempo, la forma en la que hay que resolver los puzles que se encuentran durante el juego, algo necesario para poder avanzar, cobran una dimensión muy particular, puesto que se basan en peculiaridades perceptivas; es decir, en cómo la propia Senua es capaz de hilar, conectar elementos del entorno que, a priori, no parecen tener relación entre sí, para lo que hace falta una cierta “sensibilidad” o forma particular de interpretar dichos elementos, dándoles un sentido y una forma que no son compartidas por otras personas. Este es otro de los aspectos considerados como uno de los síntomas de los trastornos psicóticos, aquel por el cual las personas que experimentan delirios empiezan a conectar elementos que no parecen coherentes a otras personas y que, normalmente, adquieren una connotación de amenaza, peligro o angustia (¿recuerdas el típico juego infantil de ver formas en las nubes? Algo similar, solo que no se trata de un juego si no de una verdadera convicción de la persona).

Y lo cierto es que el juego logra transmitir con bastante fidelidad esa sensación de angustia, esa atmósfera inquietante y delirante, presente durante toda su duración. Uno espera divertirse cuando le dedica un tiempo a esto que llamamos juego, pasárselo bien. Y, sin duda, en cierto sentido, se puede disfrutar con Hellblade. Pero lo que nos vamos a encontrar, sobre todo, es una sensación de sufrimiento constante, puesta de manifiesto en las experiencias que tiene que vivir Senua a lo largo de su trayecto. He de confesar que la primera vez que jugué a Hellblade tuve pesadillas a diario. Era algo a lo que no podía dedicarle mucho tiempo seguido: el estar constantemente escuchando las voces (aun sabiendo que no eran reales), saboreando ese sentimiento de extrañeza, de dolor emocional y una angustia interminable me generaba un profundo malestar. No puedo ni imaginarme que sentirán aquellos que viven experiencias de este tipo. Como nunca he experimentado síntomas psicóticos, no puedo asegurar que las sensaciones transmitidas por el juego sean muy parecidas a las que vivencian quienes sufren de estos problemas. Sin embargo, por lo que conozco a nivel teórico (y por relatos de personas que han pasado por ello) creo que deben ser muy cercanas a las “de verdad”.

¿Y cómo es posible que esto se haya conseguido? Gracias al trabajo de elaboración de Hellblade, cuyos desarrolladores dedicaron un tiempo importante a consultar con profesionales de salud mental expertos en la materia; y, más importante, fueron asesorados por personas que había experimentado (o siguen haciéndolo) síntomas psicóticos. Con esto pudieron obtener información de primera mano y modificar algunos aspectos del juego en función del feedback proporcionado por dichas personas. Por lo tanto, no es de extrañar que se haya conseguido llevar a cabo una experiencia jugable tan intensa y cercana a la realidad de los trastornos psicóticos. El propio juego incluye un documental en el que se explica este proceso y en el que se pueden ver parte de las entrevistas previas realizadas tanto a los profesionales de la salud mental como a los usuarios.

Pero aún hay más. Lo cierto es que en el juego están presentes muchos elementos, mostrados con cierta licencia poética (no voy a hablar ahora desde el “rigor” de la psicología “más científica”, si no desde un punto de vista más popular, si se quiere ver así) propios de la psicología clínica. De alguna manera, esta es una historia de duelo, de una mujer que ha perdido a un ser querido, donde las voces y las percepciones delirantes están asociadas a sentimientos de culpa; y donde la lucha contra los enemigos que acechan a Senua parece una forma de representar la batalla de la protagonista contra ella misma (así se muestra de forma artística en algún momento). Es un grito de desesperación. Ese sentimiento de culpa viene alimentado por el estigma, que queda bien reflejado en los momentos en los que vemos la historia pasada de Senua y como fue tratada por tener su “problema” (sufrido previamente por su madre), maltratada por su padre, quien trataba de aislarla de la comunidad, escondiendo algo que consideraba vergonzoso. Un padre que aparecerá posteriormente en la forma de alucinaciones. El delirio, según el cual podrá salvar a su amado si se sacrifica exponiéndose a una gran carga de sufrimiento, podría, quizás, cumplir una función en su vida: darle un sentido, una alternativa al vacío, a la desesperación, a la culpa insoportable y, quizás, incluso al suicidio; o al menos esa podría ser una interpretación metafórica de todo el asunto.

Pero también hay una parte esperanzadora. Una parte en la que se muestra la capacidad de recuperación de la guerrera, de afrontar sus demonios personales. Una metáfora acerca de la importancia de la aceptación (que no resignación) del dolor. De la aceptación de uno mismo. Y de las diferentes formas en que uno puede interpretar los síntomas psicóticos: otras visiones distan mucho de las ofrecidas por la psicología occidental, considerando las alucinaciones como una especie de privilegio para quien las experimenta, pues se supone que ha sido escogido por los dioses y que puede comunicarse con los espíritus, pudiendo conseguir grandes proezas. Es también una muestra de cómo, muchas veces, la lucha contra los síntomas no solo es infructuosa, sino que no hace más que avivar el fuego y empeorar la situación. De ahí la importancia de tomar el camino de la aceptación, en el sentido de seguir haciendo las cosas que son importantes para uno, a pesar de los síntomas. Aceptación también, y quizás esto es más importante, por parte del entorno, de la familia y de la comunidad, sin olvidar a los propios profesionales de la salud mental; poder ver que siempre hay una persona en primer plano y que esta es algo más que sus síntomas y su diagnóstico. Porque con ese apoyo quizás podemos conseguir que una experiencia aterradora resulte menos amenazante. O, por lo menos, que uno no se sienta tan solo como Senua se puede haber sentido en su terrorífico camino hacia la redención y el perdón.

 

Si quieres saber algo más sobre la psicosis y su tratamiento psicológico, te recomiendo prestar atención a la entrevista realizada en Psicoflix a Eduardo Fonseca, psicólogo autor de varias obras de referencia sobre esta temática.

martes, 23 de marzo de 2021

2.800 psicólogos clínicos en la sanidad pública no son suficientes

En las últimas semanas está siendo noticia la situación de la atención a la salud mental en la sanidad pública, incluido lo referido a la necesidad de contar con más psicólogos clínicos que puedan atender la demanda de atención psicológica, por desgracia cada vez mayor. De hecho, ANPIR estima que España solo tiene 2.800 psicólogos clínicos en la sanidad pública. Si bien el más reciente desencadenante ha sido una intervención de Íñigo Errejón, portavoz del partido político Más Madrid, en la que reclamaba un plan de salud mental y que encontró una desafortunada respuesta que pone de manifiesto el estigma que todavía planea sobre los problemas psicológicos, lo cierto es que en los últimos meses las consecuencias en el estado anímico y el nivel de ansiedad de la población general debido a la actual pandemia y las restricciones asociadas se están haciendo notar de forma alarmante.

Llevamos más de un año haciendo frente a una situación extrema, global, cargada de incertidumbre y rodeada de enfermedad, pérdida y desesperanza. Es normal que muchas personas se sientan desanimadas, preocupadas, apáticas o de otras maneras. Cuando nuestras circunstancias cambian de manera tan pronunciada, eso nos afecta irremediablemente y no es signo de un trastorno, necesariamente. Hay factores que parecen estar relacionados de manera más evidente con el malestar psíquico: las secuelas de la enfermedad, la muerte de seres queridos o la pérdida del trabajo, entre otros. Pero hay más cuestiones que también juegan un papel importante. Las restricciones de movilidad y contacto social nos han hecho perder a muchos algunas cosas que eran fundamentales para nuestro bienestar: el apoyo social y familiar, la realización de actividades saludables, la sensación de libertad de decisión… Es algo de lo que hablo con muchas personas en consulta últimamente; en algunos casos, se trata de circunstancias muy relacionadas con los motivos que llevan a la persona a buscar un tratamiento psicológico; en otros, aunque no sea el problema que se esté tratando, influyen negativamente en el proceso terapéutico, al consistir en sucesos vitales para cualquier persona que ocupan un lugar importante en sus vidas.

Sea más o menos normal, la cierto es que la demanda de atención psicológica especializada ha crecido considerablemente y se hace necesario contar con los recursos suficientes para atender a todas aquellas personas que lo necesiten. En algunos casos se tratará de contextualizar y normalizar las preocupaciones de quien acude a consulta. En otros, será necesario un tratamiento psicológico. En todos, probablemente, habrá que trabajar en crear unas condiciones sociales, económicas y políticas que promuevan el bienestar de la población. En cualquier caso, será necesaria la presencia de profesionales debidamente preparados que puedan evaluar qué es lo que necesita cada persona en particular y proporcionárselo de la mejor manera posible. La cuestión es, ¿tenemos los recursos adecuados para ello? Y ¿son accesibles para todo el mundo, universales?

Hace unos días Civio publicó un interesante y completo trabajo con el sugerente título “Pagar o esperar: cómo Europa -y España- tratan la ansiedad y la depresión”, en el que se señala como muchas veces el tiempo de espera entre sesión y sesión con un psicólogo clínico se hace tan largo que lleva a algunas personas a buscar un psicólogo en el ámbito privado… si se lo puede pagar. No entraré a valorar si lo que cuesta una consulta es caro o no, pero lo que si me parece innegable es que es un precio significativo que muchas personas no pueden hacer frente, y más cuando la pandemia está teniendo consecuencias económicas muy importantes en la vida de muchas familias. Y las prioridades son claras: alimentarse, resguardarse, proteger la salud y la supervivencia. No podemos dejar abandonada la salud mental de ninguna persona solo por el hecho de no tener suficientes recursos (ella, para pagar sesiones privadas; la administración, para ofrecer una atención psicológica eficaz). Lo sabemos y lo repetimos a menudo: la salud es un derecho humano fundamental. Según la O.M.S., “el derecho a la salud para todas las personas significa que todo el mundo debe tener acceso a los servicios de salud que necesita, cuando y donde los necesite, sin tener que hacer frente a dificultades financieras”. Sin embargo, todavía nos queda mucho por hacer al respecto para cumplir con esto.

La escasez de recursos especializados en la sanidad pública no solo tiene como consecuencia que se recurra a psicólogos con consulta privada, si no a la excesiva medicalización de los problemas humanos. La Cadena Ser, por ejemplo, se hizo eco de ello en este artículo, en el que se incluyen las experiencias de personas usuarias de estos servicios. Uno de los principales recursos que necesitan ser mejorados es el número de plazas de psicólogos clínicos en los servicios de salud de todas las comunidades autónomas, entre las que, además, se pueden encontrar grandes diferencias. ANPIR, la principal sociedad científica de psicología clínica en España, integrada por más de 1400 miembros (psicólogos clínicos y residentes PIR), lleva un tiempo denunciando esta situación. Reclaman (o más bien, reclamamos, ya que formo parte de la asociación) que se mejore la ratio de psicólogos clínicos por número de habitantes, bastante deficitaria, con el objetivo de poder “garantizar el derecho del ciudadano a un acceso efectivo a tratamientos psicológicos en la sanidad pública”.

Según la información proporcionada por el Ministerio de Sanidad al Defensor del Pueblo, la ratio de psicólogos en España es aproximadamente de 6 por cada 100.000 habitantes. Sin embargo, la recomendación de la comunidad internacional es de 20, en base a datos recogidos por el portal Civio” indica la citada noticia de la Cadena Ser, donde Javier Prado, vocal de ANPIR, señala que “Al final, el médico de familia, con 10 minutos por paciente si llega, se maneja como puede y la respuesta son los psicofármacos” que lleva a que los problemas “se vuelvan permanentes y no se acaben de recuperar”. El tiempo de espera, indica también Prado, entre sesiones en un centro de salud mental puede llegar a ser de 2 o 3 meses, condición en la que es muy difícil ofrecer un tratamiento psicológico que resulte eficaz.

Como decía más arriba, las diferencias entre los servicios de salud autonómicas son, en algunos casos, abismales, como muestra la siguiente tabla (facilitada por ANPIR):

 

A nadie se le escapa que, en otros ámbitos de la vida y otras disciplinas, la frecuencia con la que se hace una intervención es fundamental para que esta consiga el resultado esperado, que en este caso tiene que ver con la salud mental de las personas. Por lo tanto, no basta con que el psicólogo clínico sea muy bueno ni que se lleve a cabo un tratamiento considerado eficaz; es fundamental contar con las condiciones necesarias para que la terapia funcione. Al igual que hoy en día podemos comprender que tiene que haber un período concreto entre las dos dosis de determinadas vacunas para la covid19, también es así para la psicoterapia, tal y como apoyan diversos estudios: la frecuencia de las sesiones influye en los resultados.

Así que, para garantizar una atención psicológica universal, necesitamos más especialistas en los servicios públicos. Para ello no es suficiente con aumentar las plazas de psicólogos clínicos, si no también habrá que hacer lo propio con el número de plazas ofertadas para el PIR, la formación sanitaria especializada que permite obtener el título de especialista en psicología clínica, requisito para poder trabajar en la sanidad pública. En ese sentido, ANPIR propone que se convoquen 422 plazas PIR para poder duplicar el número de clínicos en los próximos años (en la actual convocatoria se han ofertado 198 plazas).

No solo es problemático el bajo número de especialistas y el tiempo de espera para ser atendido. También lo es el hecho de que no haya una organización adecuada para atender problemáticas particulares de la manera que se ha demostrado más eficaz (por ejemplo, recursos específicos para el trabajo con niños y adolescentes con trastornos graves). Además, las agendas sobrecargadas de los clínicos son un factor de riesgo para desarrollar situaciones de burnout en los profesionales, que en no pocas ocasiones se ven desbordados por la elevada demanda. Podría contar mi propia experiencia del año pasado, cuando trabajé algunos meses en un centro de salud mental de adultos y un centro de salud mental infanto-juvenil de los servicios públicos del Principado de Asturias. El hecho de tener que dar citas para después de 2 o 3 meses resultaba muy frustrante para las personas que necesitaban una atención adecuada, y también era frustrante y extenuante para mí, al igual que le sucede a muchos de mis compañeros y compañeras de profesión que, día si día también, hacen esfuerzos titánicos por proporcionar el mejor servicio posible a la población que atienden.

 
Infografía proporcionada por ANPIR.

 

No recuerdo, en años recientes, una época en la que se hablase tanto en los medios de comunicación de la importancia de la psicología clínica y los tratamientos psicológicos. Ojalá no se quedo en eso, en hablar de ello, si no que todos estos datos y buenas intenciones se terminen transformando en medidas concretas que garanticen lo que es, como decía, un derecho humano fundamental.

viernes, 5 de marzo de 2021

Manual de tratamientos psicológicos

Doy un sorbo a mi café mientras ojeo las páginas del libro que tengo entre mis manos, y el aroma de la bebida me hace viajar hacia atrás en el tiempo, unos 10 años. En marzo de 2011 me encontraba esperando a que llegase el siguiente mes y poder saber dónde iba a hacer el PIR. Si, acababa de conseguir mi ansiada plaza y vivía con entusiasmo las semanas previas al comienzo de un camino que me llevaría a crecer profesional y personalmente de una manera que nunca hubiera imaginado. Me preparaba leyendo libros de autores de diferentes orientaciones teóricas: Skinner, Beck, el grupo de Milán, el grupo del M.R.I., Adler (a este último lo abandoné pronto ante la dificultad para seguir la lectura)...

Durante la preparación del examen PIR apenas tenía tiempo de leer otra cosa que no fueran los manuales correspondientes para el estudio. Uno de ellos, de los más importantes, era la Guía de tratamientos psicológicos eficaces de Marino Pérez y colaboradores, dividida en tres volúmenes que incluían el listado de terapias que habían demostrada buenos resultados en el abordaje de problemas de adultos, niños y adolescentes. Durante años se convirtió en una obra de referencia que mostraba la utilidad de la psicoterapia en problemas tan diversos como la depresión, los trastornos de ansiedad, los trastornos psicóticos o los trastornos de la conducta alimentaria, entre otros. Sus famosas tablas en las que se exponía el nivel de eficacia de los diferentes tratamientos eran de obligatorio aprendizaje para los estudiantes, ya que muchas de las preguntas del examen se referían a estos manuales.

Como la ciencia avanza a pasos agigantados, también en el caso de la psicología clínica, es necesario que estudiantes y profesionales nos mantengamos actualizados con respecto al conocimiento disponible. La obra anteriormente citada fue publicada en el 2003, ¡hace casi 20 años! Era necesario, pues, disponer de un nuevo manual que nos ofreciera datos frescos. Un trabajo que requiere considerable esfuerzo, tiempo, dedicación y pericia. Y ha sido gracias a la impresionante labor de Eduardo Fonseca, psicólogo de intachable trayectoria profesional, que la necesidad se convirtió en realidad.

 

 

Se acaba de publicar el Manual de tratamientos psicológicos, editado por Pirámide (la misma editorial en la que se puede encontrar mi libro Mejorando los resultados en psicoterapia) y coordinado por Eduardo Fonseca, quien ha logrado la proeza de reunir a nada menos que a los 80 autores que firman los 23 capítulos de esta monumental obra. Doy otro sorbo a mi café y pienso en el honor (y responsabilidad) que supone para mí que Eduardo decidiera invitarme a participar en este libro de más de 700 páginas y que aborda problemas presentes en anteriores manuales y otros novedosos, como la conducta suicida o las dificultades asociadas al embarazo.

Me resulta apasionante haber podido escribir dos capítulos, junto con Félix Inchausti, Javier Prado y Javier Fernández, dedicados a asuntos poco habituales en libros en español como este. Por un lado, el segundo capítulo lo dedicamos a desgranar las características de las personas que acuden a terapia y su relación con el transcurso y resultado de la misma. Es un reconocimiento de su papel fundamental en el tratamiento, de sus valores y preferencias, de sus circunstancias particulares. Pone énfasis en la importancia de personalizar al máximo cada intervención, y no tener solo en cuenta una etiqueta diagnóstica. En el tercer capítulo hablamos de los factores comunes en psicoterapia, señalando modelos y hallazgos empíricos que nos recuerdan que un buen profesional es el que sabe manejar otras variables además de las técnicas específicas.

Este manual incluye todavía otros aspectos a destacar. Cada capítulo finaliza con testimonios reales de personas que han acudido a terapia y casos clínicos verdaderos, dando una visión de cómo se pueden aplicar los conocimientos reunidos en este libro en la práctica rutinaria de los psicólogos clínicos.

 

Mi café se termina y solo me queda espacio para un último pensamiento, uno que me recuerda que el próximo mes se publicará otro volumen de este manual, en este caso dedicado a los problemas en la infancia y adolescencia, y en el que también he tenido el honor de participar.

martes, 2 de marzo de 2021

Presentación del libro en AEN Asturias

El próximo 18 de marzo estaré presentando mi libro “Mejorando los resultados en psicoterapia” en una sesión online organizada por la AEN de Asturias. La inscripción es gratuita y cualquiera puede apuntarse. Si os apetece terminar el día charlando sobre psicoterapia, tenemos una cita dentro de dos semanas.

 

jueves, 28 de enero de 2021

Mejorando los resultados en psicoterapia: ¡ya a la venta!

Es un honor para mi poder decir que ya se ha publicado mi libro, “Mejorando los resultados en Psicoterapia”, editado por Pirámide, cuya excelente capacidad de distribución ha permitido que puedan encontrarse ejemplares en un buen número de librerías del país, no solo en las grandes cadenas comerciales.

 


Algunas cosas sobre el libro:

  • El prólogo está escrito por Marino Pérez, Catedrático de Psicología de la Universidad de Oviedo, gran conocer de muchos de los contenidos que trato.
  • El primer capitulo describe datos generales acerca de la eficacia y la efectividad de la psicoterapia: lo bueno y lo no tan bueno. La idea es mostrar que hay margen de mejoría en nuestras intervenciones y que hay varias cosas que podemos hacer para solucionarlo.
  • El segundo capítulo revisa brevemente el concepto de “experto” aplicado a la psicoterapia, tratando de empezar a dilucidar que los hace mejores profesionales.
  • En el tercer capítulo explico algunos métodos para valorar los resultados de la terapia, de manera que nos pueda servir para dos objetivos: detectar a tiempo casos en los que no hay progresos y revisar nuestro propio desempeño y desarrollo profesional a lo largo del tiempo.
  • El estudio de lo que hace que unos clínicos logren mejores resultados que otros ocupa el cuarto y el quinto capítulo, en los que se invita a reflexionar sobre ciertas actitudes que adoptamos en nuestro trabajo diario.
  • El sexto capítulo es para mi el más importante y creo que el más práctico de todos: muestro en qué consiste el uso del feedback del consultante en terapia y lo ilustro con varios casos (no todos exitosos).
  • La parte más extensa del libro la protagoniza el capítulo 7, dedicado a la alianza terapéutica, y supone una extensa revisión de la literatura más reciente sobre este tema, tratando sus múltiples componentes y listando las recomendaciones clínicas más importantes.
  • En el octavo capítulo abordo cuestiones relativas a al entrenamiento, desarrollo profesional y autocuidado del psicólogo clínico.
  • Las últimas páginas incluyen algunas reflexiones finales y un sumario de los aspectos a tener en cuenta: los factores que influyen en los resultados de la terapia.

 

He tratado de recopilar datos lo más recientes posibles sobre esta disciplina y mostrar cómo aplicarlo en la práctica clínica, usando ejemplos reales. Y pensando en esto último me he dado cuenta de que me olvidé añadir a algunas personas fundamentales en los agradecimientos: todas a las que he atendido en consulta, de quienes aprendo cada día y, en ocasiones, hasta me “supervisan” sin saberlo. Gracias de corazón.

 

En definitiva, espero que sea una lectura interesante para todo aquel que se anime a darle una oportunidad. Y también espero poder recibir vuestras críticas y comentarios: siempre que se hagan con respeto, serán bienvenidas y me ayudarán a mejorar mi trabajo y lo que escribo.

 

PD: Todo el dinero que ingrese como autor irá destinado a causas benéficas.

sábado, 9 de enero de 2021

Webinar en Centro Créixer

Como muestra el cartel, el 6 y el 7 de febrero estaré impartiendo un curso para el Centro Créixer, quienes me han honrado con su invitación para organizar esta actividad. 

El curso durará 7 horas en total, repartido en dos sesiones de 3 horas y media cada una, y se centrará en habilidades y estrategias terapéuticas que permiten aumentar las probabilidades de llevar a cabo una psicoterapia exitosa, con especial interés en el trabajo sobre aquellos casos en los que no se están produciendo los progresos esperados.

Toda la información del curso, así como el formulario de inscripción, está disponible en el siguiente enlace: Claves para la mejora de nuestra efectividad en la práctica de la psicoterapia.

 


 

sábado, 14 de noviembre de 2020

Próxima publicación de libro y otras novedades

Muchas cosas me han mantenido ocupado en los últimos meses, haciendo más difícil encontrar tiempo para actualizar este blog. De las que tienen que ver con el ámbito profesional daré cuenta a continuación, empezando por lo más importante para mi: la publicación de un libro.


Publicando un libro sobre psicoterapia: breve intra-historia.

En 2018, una compañera y amiga me propuso organizar un curso sobre factores comunes al que acabé dando forma y logrando su acreditación como formación continuada para profesionales sanitarios. Por desgracia, aquella edición del curso no se llegó a celebrar. Sin embargo, dio pie a que me invitaran a hacerlo el año pasado en Santiago de Compostela, siendo organizado por la sección de Psicología Clínica del Colegio Oficial de Psicólogos de Galicia. Aquella fue una experiencia muy grata para mi y me quedé con ganas de repetirla. A principios de este año, ACAPIR me ofreció hacerlo en Barcelona en otoño, pero los hechos que ya todos conocemos dieron al traste con la posibilidad de realizar formación presencial. A pesar de ello, pudimos rediseñar el curso y hacerlo por video-conferencia, ofreciéndoselo a todos los socios/as de ANPIR. El resultado fue muy bueno: unas 200 personas se apuntaron y, a pesar de las distancias, logramos que hubiera mucha participación e interacción por parte de las personas que asistieron en directo y que se animaron a compartir sus comentarios, experiencias y preguntas. Para mi, lo mejor de este curso es que, aunque yo me presente como el docente, acabo aprendiendo mucho de los asistentes.

Volviendo atrás en el tiempo, en 2018 me encontré con que había dedicado mucho tiempo a documentarme y preparar un curso de 12 horas que no salió adelante. Como me gusta aprovechar al máximo este tipo de trabajos, me planteé poner por escrito todas mis ideas y darle forma de libro. Tenía la estructura, los contenidos y las referencias; lo único que me faltaba era tiempo. Cuando tuve un hueco, me puse a escribir y logré terminar el primer capítulo. Después, se juntaron un montón de cosas y aquel proyecto quedó apartado en una carpeta del ordenador. Aún así, de vez en cuando fantaseaba con la idea de disponer de un mes en el que me pudiera dedicar íntegramente al libro. Con eso, creía, me bastaría. Y entonces llegó el confinamiento de marzo de 2020.

A pesar de que podría haber mantenido abierta la consulta, decidí quedarme en casa y suspender el trabajo presencial, realizando algunas consultas a distancia. Por fin había encontrado el ansiado tiempo que anhelaba, pero no de la mejor manera. Como a muchas personas, me costó acostumbrarme a estar metido en casa todo el día, conviviendo con la preocupación por mis seres queridos, mis colegas sanitarios y otras tantas personas que están haciendo lo posible por solucionar esta crisis.

No fue hasta abril que me decidí a sentarme delante del ordenador a teclear. Y, después de muchas horas, revisiones, actualizaciones y demás quebraderos de cabeza, pude terminar mi proyecto. Más adelante daré detalles sobre el contenido y estructura del libro, pero de momento diré que se lo mandé rápidamente a la persona que me ha escrito el prólogo, que se lo leyó enseguida, me dio un buen feedback y algunos consejos con respecto a editoriales. Es todo un honor para mi que en Pirámide, que cuenta con una de las principales colecciones de psicología en España, hayan estado interesados desde el principio en publicar la obra. 

 


El libro estará disponible el 21 de enero de 2021 y se podrá adquirir desde la propia página de Pirámide, así como en otras tiendas de referencia. Por mi parte, puesto que ya tengo la suerte de poder ganarme la vida con mi trabajo, tengo la intención de donar todo el dinero que gane como autor por la venta de libros (el porcentaje que me corresponde, que no es el total del precio de cada ejemplar).


Participación en otros libros.

Una semana después de la publicación de mi libro, también en Pirámide, saldrá a la venta el manual de tratamientos psicológicos de Eduardo Fonseca Pedrero, que será, sin duda, obra de referencia en psicología clínica durante los próximos años. He tenido el placer de poder participar en dos capítulos, junto con otros grandes autores con los que siempre es un placer escribir, que abordan aspectos de la terapia de los que no se había hablado de esta forma en manuales similares anteriores.

Así mismo, he participado en otro capítulo de un libro que creo que también será importante, pendiente de anunciarse.

 


  

Nuevo artículo.

Por último, quiero compartir el último artículo que he publicado, escrito junto a mi colega César Mateu, sobre práctica basada en la evidencia y evidencia basada en la práctica, disponible en el último número de Revista de Psicoterapia (acceso abierto), y cuyo resumen es el siguiente:

"La práctica basada en la evidencia en psicología ha permitido mostrar la eficacia de multitud de procedimientos y tratamientos psicoterapéuticos dirigidos al abordaje de toda una serie de problemas psicológicos y de los denominados trastornos mentales. Sin embargo, siguen existiendo algunas preguntas abiertas respecto a cuáles son los factores que más influyen en los resultados de la terapia, junto con la dificultad de aplicar el conocimiento adquirido en condiciones controladas a la práctica clínica a la que se enfrentan los especialistas en contextos naturales. En este trabajo se revisan estas cuestiones, así como algunos problemas metodológicos y teóricos relacionados con la práctica basada en la evidencia. Además, se plantea el concepto de la evidencia basada en la práctica como una forma de tender puentes entre las situaciones de investigación más controladas y la práctica rutinaria, revisando y resaltando aquellos elementos del proceso terapéutico que contribuyen a mejorar los resultados de la psicoterapia".