Uno
se indigna (y mucho) cuando ve y oye ciertas cosas relacionadas con
la psicología que nos pueden dejar en mal lugar a los que nos
dedicamos a esto, o por lo menos pueden contribuir a distorsionar,
falsear e incluso desprestigiar nuestra disciplina. Por ejemplo, esta
semana he tenido oportunidad de ver en la televisión la entrevista a
un conocido psicólogo y escritor español cuyos libros de auto ayuda
alcanzan un número considerable de ventas. He tenido un intenso
debate interno acerca de si mencionar su nombre o no y al final me he
decidido por no hacerlo. Al fin y al cabo no se trata de
personalizar. Lo que me interesa refutar es el contenido de ciertas
ideas que se transmiten por los medios y que poco favor hacen a la
salud mental de la población, lo cual es todavía más sangrante
cuando el comunicador es un profesional de la psicología.
A
parte del contenido, que ahora analizaré, resulta bastante
bochornoso ver la actitud del entrevistado: irrespetuoso hacia la
presentadora, haciendo inferencias acerca de su vida totalmente fuera
de lugar (incluida su vida sexual), con una postura altiva y
prepotente, un tono burlón y lenguaje soez. Por momentos he llegado
a pensar (y no fui el único) que el personaje en cuestión estaba
intoxicado por algún tipo de droga. Independientemente de eso, un
fuerte rasgo de narcisismo quedó en evidencia.
El
comienzo no puede ser peor: hablando de adversidades, compara “pisar
una caca de perro” con “tener un accidente de coche” o “un
cáncer”, y define a las personas que afrontan esas situaciones con
una actitud positiva como “fuertes”, mientras que llama “débiles”
y “enfermas” a quienes no lo hacen. Esto recuerda al extendido
asunto de la denominada “psicología positiva” que, mal
entendida, acaba proponiendo algo así como que uno tiene que hacer
frente a los problemas con una sonrisa y ver el lado bueno de las
cosas. Incluso algunos llegan al extremo de sugerir que si piensas
que las cosas van a ir bien, acaba siendo así. De
esta manera se extienda la creencia de que, efectivamente, si sufres
y lloras ante la adversidad es porque tienes un problema o eres
débil. Nada más lejos de la realidad. La psicología no defiende
esta postura, ni mucho menos. Al contrario, esta incesante venta de
la felicidad en los anuncios y algunos libros de auto ayuda
patologiza el sufrimiento humano, normal e incluso adaptativo, por
otro lado. No se me ocurre nada menos terapéutico que decirle a una
persona diagnosticada de cáncer que no tiene porque estar triste.
No, te está pasando algo muy duro y estás en tu derecho a
deprimirte o cabrearte. Son emocionales universales y humanas. No es
un símbolo de debilidad ni de la presencia de un trastorno mental.
El
señor al que hago referencia tiene toda la desfachatez de decir que
las personas que no afrontan con ánimo alegre los problemas “tienen
una enfermedad que yo llamo terribilitis...”.
Lo primero, insisto, no es ninguna enfermedad. Lo segundo, que el
término terribilitis
es de Albert Ellis, un conocido autor de terapia cognitiva que ya
utilizaba esta palabra hace varias décadas. De nuevo nos vemos ante
el problema de aquellos profesionales que no entienden bien un
modelo. La terapia cognitiva de Ellis propone que el sufrimiento
humano tiene que ver con lo que llama “ideas irracionales”, que
básicamente son creencias que tenemos acerca de nosotros mismos,
nuestro bienestar y el mundo que no resultan adaptativas.
Generalmente se expresan en frases o pensamientos del tipo “yo
debería”
o “yo tengo
que”,
de forma extrema e inflexible. Pero Ellis no decía que uno tuviera
que estar siempre alegre bajo cualquier situación. La tristeza y la
ira, por ejemplo, pueden ser emociones válidas si son vividas de
forma flexible y adecuada. Por lo tanto, tampoco la terapia cognitiva
consiste en que las personas seamos felices a toda costa.
“Nadie
ha necesitado un empleo nunca... En España, yo no conozco a nadie
que tenga peligro de morirse de hambre”. Ciertamente, estas
declaraciones se salen del campo de la psicología. La cuestión es
que quien las dice es un psicólogo que sale en los medios y vende
muchos libros, por lo que es esperable que la gente que lo ve y lo
escucha pueda inferir que este tipo de ideas son las que defendemos
el resto de profesionales del gremio. Una vez más, esto resulta un
verdadero disparate y muestra una falta de empatía bastante
alarmante
hacia la gente que sufre por
causa del desempleo y la pobreza.
“Tengo
el gabinete de psicología más importante de España, publico los
libros más vendidos de España...”. Lo dicho sobre el narcisismo
queda patente en frases como estas. “Yo podría vivir
perfectamente en el albergue público de mi ciudad, como un pobre
total y sería superfeliz igual”. Repito (porque la frase no merece
mayores comentarios): esto no es psicología.
“El amor sentimental es
nocivo”. Otra inexactitud. El amor, en el sentido de relaciones de
apego (ya sea amistad, familiar, de pareja) es una necesidad básica
humana. No hablamos, por supuesto, del amor idealizado de las
películas de Holywood. Hay suficiente evidencia, basada en estudios,
que demuestra que el apoyo social correlaciona con la salud (física
y psicológica) de las personas. Y en psicología clínica, la
calidad (no tanto la cantidad) del apoyo social de las personas que
acuden a consulta suele ser un factor predictor del éxito de la
terapia.
Lo nocivo, entonces, es que una
persona que se presenta como psicólogo diga toda esta sarta de
patrañas sin que se le caiga la cara de vergüenza. Por supuesto,
todo el mundo es libre de expresar sus opiniones, aquí no se discute
eso. Lo problemático es cuando se hace desde la posición que uno
ostenta en base a su titulación o profesión, dando a entender que
lo que dice no son simple opiniones, si no verdades científicas. Lo
problemático es hacer creer a la gente que el desánimo, la
tristeza, la ansiedad, el miedo o la incertidumbre es una anomalía,
una patología, causada por ellos mismos por “pensar de manera
incorrecta”. Estas ideas, más que ayudar, dificulta la vida a las
personas. Más de uno adopta la infundada creencia de que uno tiene
que ser feliz porque es lo “normal” y se de repente se encuentra
triste porque se ha quedado sin trabajo, le han diagnosticado una
enfermedad grave o se ha muerto su hermana acaba culpándose y
criticándose a si mismo por tener esos sentimientos que el psicólogo
de turno ha dicho que son signos de debilidad y enfermedad.
Desde luego que hay personas
que pueden afrontar la adversidad de manera aparentemente tranquila y
positiva. Eso está bien, cuando uno tiene esa capacidad. Pero
también está bien asumir el sufrimiento. Cada uno tenemos nuestra
manera de ser y afrontar las crisis de la vida. Creer que las
emociones negativas son algo fuera de lo normal contribuye a crear
problemas donde no los hay. La psicología clínica tiene que ver con
diferencia cuando el sufrimiento es comprensible y normal y cuando
puede ser problemático o patológico. Cortar a todas las personas
por el mismo patrón no es más que un indicio de que el observador
tiene un serio problema a la hora de realizar su trabajo de forma
competente.